Contaminación

Toxicidad del PVC

La toxicidad está en la manipulación de la realidad. Analicemos el «decálogo» que algunas organizaciones de ecologistas radicales utilizan de una forma continuada en sus publicaciones y ante los medios de información.

Dicen que: El PVC es un veneno medioambiental.

La moderna tecnología aplicada desde hace años en las plantas de producción del PVC, permite afirmar que éstas no representan ningún peligro para el medio ambiente. Los análisis de ciclo de vida (ACV) demuestran que el impacto medioambiental del PVC es equivalente o incluso más favorable que el de otros materiales.

En la actualidad todas las fábricas de PVC existentes en España están en poder de la certificación ISO 14001.

Dicen que: La incineración del PVC produce dioxinas.

La emisión de dioxinas por la incineración de residuos sólidos urbanos es independiente de la presencia o no de PVC en dichos residuos. Los nuevos avances de la tecnología permiten respetar las directivas comunitarias aplicando básicamente la tecnología de las tres tes: tiempo, temperatura y turbulencia.

La utilización de nuevas tecnologías en una planta incineradora, como por ejemplo el sistema DeNox, permite actualizar casi totalmente las escorias y cenizas volantes producidas. La cantidad máxima de dioxinas y furanos generados es solamente de 0.00000000000003 por metro cúbico de aire.

Dicen que: El PVC no es reciclable.

El PVC es reciclable. Si estudiamos la historia del PVC, vemos que su reciclado es tan antiguo como su fabricación. El reciclado de los residuos industriales de PVC es la forma más usual de recuperarlo. Es corriente reciclar cantidades de hasta 20 por ciento de material, mezclado con PVC virgen. En España existen varias empresas dedicadas exclusivamente a su reciclado.

Dicen que: El PVC contiene aditivos tóxicos, entre ellos los ftalatos.

Para la utilización del PVC hace falta una serie de aditivos. Lo que no es exclusivo de este material ya que todos los plásticos los precisan. Los aditivos son también ampliamente utilizados en las industrias alimentaria, cosmética y farmacéutica.

El plastificante más utilizado en las aplicaciones de PVC es el dietil-hexil-ftalato (DEHP). Los ensayos realizados en diversos laboratorios demuestran que no presenta riesgo alguno para la salud humana, en los niveles de concentración utilizados en los artículos acabados, según informes del Cuerpo Asesor del Medio Ambiente en Alemania (BUA), la Autoridad Alemana de la Salud (BGA); en Estados Unidos los informes del Consejo Americano de Ciencia y Salud (ACSH), de la Administración de Medicamentos y Alimentos y la Comisión para la Seguridad de los Productos del Consumidor, entre otros. Los resultados de dichos ensayos, unidos a los datos obtenidos en los estudios de biodegradación, confirman que el DEHP no puede ser considerado peligroso para el medio ambiente.

Todos los aditivos utilizados en las formulaciones del PVC, y por lo tanto en las aplicaciones alimentarias, están perfectamente regulados en Europa.

Dicen que: Los ftalatos efectan al sistema hormonal.

Tanto el DEHP como el resto de los plastificantes no tienen efectos estrogénicos, según un estudio realizado en la Universidad de WesternOntario. Asimismo el grupo de científicos capitaneados por el doctor C. Everett Koop certifica, tras un ambicioso estudio, que los ftalatos utilizados con el PVC no son dañinos ni para niños ni para adultos. Para los usos médicos su utilización está aceptada por todas las farmacopeas del mundo y en Europa concretamente por la Pharmacopée Européenne.

En un programa televisivo, el periodista Ramón Sánchez Ocaña se preguntaba ¿Crece la esterilidad? Y decía «Hoy en día hay una transmisión de alarma social y catastrofismo por parte de los movimientos ecologistas radicales. El hombre fabrica cada día unos 100 millones de espermatozoides, lo que significa mil por segundo.  La falta de fertilidad, hoy en día, está motivada por el estrés, algunos tóxicos como el plomo de la gasolina, las radiaciones, las pilas eléctricas, el abuso del alcohol y del tabaco, heroicidad, etcétera.» Y seguía diciendo: «Hablando de contaminación: una pila de las normales de 1.5 voltios puede contaminar hasta 167 mil litros de agua, una pila de botón (mercurio) puede contaminar hasta 600 mil litros de agua.

Pese a las alarmas que se dan, en su mayoría infundadas, en los países industrializados nunca se vivió tantos años, ni tanto tiempo con buena salud.»

Dicen que: El parlamento sueco decidió eliminar el PVC.

El parlamento sueco encargó dos estudios sobre el PVC a la Agencia de Medio Ambiente. Ambos son favorables al PVC.

A mediados de febrero de 1997, en carta dirigida a la embajada del Reino de Suecia en Madrid, preguntábamos por las normativas relativas al PVC, a lo que contestaron informando que en su país no existía legislación alguna al respecto, cabe recordar ante esta afirmación que es el parlamento el que legisla.

Los municipios que han decidido restringir el uso del PVC no llegan ni a la cuarta parte de esta cifra. Las razones por las que rechazan el PVC no tienen fundamento científico y más bien se debe al carácter militante de algunos grupos ecologistas o a la politización de este tema por parte de los verdes o grupos próximos.

Los grupos ecologistas radicales nunca han facilitado detalle o lista alguna. Incluso en algunas ocasiones la cifra dada por ellos oscila entre 150 y 300 municipios.

Podemos afirmar que la ecología es una ciencia, lo cual no significa que los que se autoproclaman ecologistas sean científicos.

Dicen que: El Estadio Olímpico de Sidney es «Libre de PVC».

Antes de ser nombrada Sidney ciudad olímpica aparecía en los proyectos la «no utilización de PVC» por recomendación de una multinacional ecologista.

En agosto de 1995 la Autoridad de Coordinación Olímpica de Sidney confirmó por escrito que las «Guías Medioambientales» adoptadas no excluían ningún material.

En la ejecución de las obras de la villa olímpica se instalaron varios kilómetros de tuberías y tendido eléctrico de PVC. El responsable de medio ambiente del Comité Organizador, doctor Colin Grant, declaró que «se están utilizando cables de PVC por tener propiedades específicas de gran utilidad en caso de incendio».

Dicen que: El PVC fue el causante del incendio y de las víctimas en el accidente del aeropuerto de Düsseldorf.

Consecuencias medio ambientales

El presidente del Land Renania del Norte/Westfalia convocó el 28 de junio de 1996 a la Comisión Independiente de Peritos, para la investigación de las consecuencias del incendio. Las conclusiones fueron éstas:

«Para los daños personales y materiales fue determinante la existencia de materiales de construcción (sobre todo el poliestireno) e instalaciones inflamables en los vacíos del techo, y su quema debido a los trabajos de soldadura llevados a cabo inadecuadamente. Cabe destacar la formación de humo, a causa del poliestireno, especialmente.»

Según este dictamen oficial el accidente fue debido al uso de un revestimiento inadecuado en el techo, descartando al PVC como causante de la propagación del fuego y sus consecuencias tóxicas.

…y la décima, que dicen: «Exijamos la eliminación del PVC: Dejar de consumir es por consiguiente dejar de fabricar.»

Esta última afirmación, tan totalitaria, sólo puede entenderse como la expresión de un grupo de personas, con turbios intereses, que como muy bien decía Salvador Millet «…en lugar de hacer de la ecología una ciencia, hacen de ella una religión cuyo dios es el medio ambiente. Una religión naturista, fundamentalista, mística, radical, igualitaria, vengativa, sedienta de sacrificios. A su dios, el medio ambiente, hay que sacrificarlo todo: el progreso, la civilización, la técnica, la industria…»; y sigue diciendo:

«El grupo de ecologistas a los que me refiero se caracteriza también por su catastrofismo. A base de anunciar día tras día y año tras año la inminencia de la catástrofe ecológica, consiguen asustar y ganar para sus causas miles de ciudadanos incautos, de los que consiguen ayuda física, moral y financiera…», esto apareció en un artículo de La Vanguardia del 6 de febrero de 1997.

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