Contaminación

Coprocesamiento práctica sustentable

En México, se calcula que anualmente se producen más de 11 millones de toneladas de residuos peligrosos, de los cuales cerca de 1.1 millones de toneladas (11 por ciento) poseen excelentes características para ser aprovechados como combustibles alternos. Este volumen es tal, que permitiría rellenar en dos años el lago de Chapala.

Por desgracia, no existe en el país la infraestructura necesaria para un adecuado manejo de los residuos peligrosos, lo que provoca que se produzcan graves impactos al ambiente y a la salud de la población en general.

México tiene únicamente infraestructura autorizada para el manejo del 13 por ciento del volumen de los residuos peligrosos que se generan cada año.

La industria cementera representa una alternativa en el manejo de los residuos por el número de plantas cementeras distribuidas en la República Mexicana, por lo que representa una excelente opción para contribuir a resolver el problema de los residuos industriales, al mismo tiempo que se podría reducir en más de un 88 por ciento su transporte y los riesgos de derrames y fugas por accidentes.

Esto también representaría no consumir 340 mil barriles de gasolina al año, lo que equivale a la energía utilizada por el parque vehicular de la ciudad de Monterrey en un mes.

Así, por su tecnología y distribución geográfica, la industria cementera puede colaborar de manera muy eficaz en el coprocesamiento de un gran volumen de residuos combustibles, contribuyendo al desarrollo sustentable del país, a la vez que fomenta el uso racional de los recursos no renovables.

El concepto de coprocesamiento se refiere a la integración ambientalmente segura de los residuos generados por una industria o una fuente conocida, a otro proceso productivo. La industria cementera realiza el coprocesamiento para recuperar la energía contenida en algunos residuos y utilizarla en el proceso productivo del cemento.

El ecobalance resultante de la utilización de combustibles alternos en los hornos cementeros, comparado con otros métodos de disposición, es muy favorable porque no aumenta las emisiones a la atmósfera, disminuye las emisiones globales de CO2, no se generan cenizas, se ahorran combustibles fósiles y se produce un insumo importante para la actividad económica (cemento).

El coprocesamiento de residuos en hornos cementeros evita también la disposición inadecuada en tiraderos clandestinos, tabiqueras, rellenos sanitarios, drenajes y cuerpos de agua, disminuye la utilización de los confinamientos y las prácticas de incineración sin recuperación de energía.

Alta capacidad de recepción

Existe una gran diversidad de residuos que son susceptibles de incorporarse al proceso cementero y se requiere de una infraestructura adecuada, tanto para su almacenamiento y preparación, como para la alimentación a los hornos de fabricación de cemento.
Algunos de los residuos que por su naturaleza pueden ser incorporados son llantas, aceites gastados y sólidos impregnados con los mismos. Existen materias primas y materiales correctivos que pueden ser sustituidos por materiales originados de fuentes industriales no fósiles y éstos se manejan en patios designados para tal efecto.

Ejemplos de lo anterior son la ceniza volante de plantas termoeléctricas, arena de fundición, lodos de plantas de tratamiento y catalizadores utilizados en la refinación del petróleo. Fundamentalmente, deben tener composiciones de CaO, SiO2, Fe2O3, AI2O3 y SO3.

La industria cementera tiene la capacidad de recibir una variedad muy importante de materiales, pero éstos deben tener las siguientes características: que no pongan en riesgo la integridad física de los trabajadores, que sean compatibles con el proceso, que no afecten las emisiones y que no afecten la calidad de los productos.

El coprocesamiento es una práctica segura desde el punto de vista económico porque aprovecha la infraestructura existente, incrementa la competitividad/costo de los energéticos y apoya la competitividad de una industria nacional. Es segura ambientalmente porque conserva combustibles no renovables, no genera cenizas ni subproductos, reduce problemas de residuos y se generan las mismas emisiones que al usar combustibles convencionales (los principales residuos a utilizar son aceites y grasas, lubricantes gastados, estopas, llantas y solventes no clorados).

Desde el punto de vista social, el coprocesamiento es seguro porque disminuye un pasivo social como es la contaminación por residuos y reduce el manejo regional de residuos, lo que disminuye riesgos y costos.

Existen importantes evidencias técnicas de que el contenido de metales pesados en las emisiones de los hornos de cemento que utilizan combustibles alternos, es significativamente menor que las emisiones que se producen en los incineradores, toda vez que son encapsulados en el clínker en forma de cristales (óxidos de metales atrapados en forma inerte).

Los hornos no generan cenizas, a diferencia de los incineradores, que deben ser manejados en muchas ocasiones como residuos tóxicos que tienen que ser confinados. No existe evidencia de casos de afectación de la integridad o durabilidad del cemento producido en hornos que queman combustibles alternos, aun cuando en Estados Unidos y varios países de Europa se sigue esta práctica desde hace más de 25 años, por lo que es un proceso muy estudiado y seguro.

Por último, la utilización de combustibles alternos no afecta la calidad del cemento, la salud de los trabajadores ni la de los consumidores y no hay riesgo de lixiviación o toxicidad potencial del mismo.

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