Contaminación

Calidad del agua y aire en México, se desplomó en sexenio de Peña

Según la OCDE, México avanzó en reducir sus emisiones de carbono, pero decreció en la calidad del agua y del aire durante la administración anterior

Teorema Ambiental/Redacción

La calidad del medio ambiente en México durante el sexenio pasado experimentó resultados contrastantes, lo que derivó en un estancamiento en su evaluación promedio y resultados negativos en la calidad del aire y el agua potable.

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), aunque “México ha dado grandes pasos [en los últimos años] para fortalecer su política ambiental y desarrollar un enfoque coherente para múltiples problemas ambientales, aún tiene un ‘importante’ reto para ‘descarbonizar’ gran parte de sus sectores productivos”.

Por ejemplo, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) informó en su penúltimo informe de calidad ambiental que la huella ecológica estimada de los mexicanos, correspondiente a 2015, que el país “pasó de tener un crédito ecológico de alrededor de dos hectáreas globales” en 1961, a tener “un déficit de 1.6 hectáreas globales” en 2012.

Con estas cifras, en 50 años los requerimientos de los habitantes excedieron la capacidad de sus recursos materiales para satisfacerlos, así como absorber los desechos resultantes de su consumo.

Bajo la dirección de Juan José Guerra Abud (del 1 de diciembre de 2012 al 27 de agosto de 2015) y Rafael Pacchiano Alamán (del 27 de agosto de 2015 al 30 de noviembre de 2018) —ambos ingenieros industriales afiliados al Partido Verde Ecologista de México (PVEM)—, la calidad del agua y del aire no mejoró para dar los resultados “visibles y medibles” que presumió el entonces presidente Enrique Peña Nieto en su Sexto Informe de Gobierno de 2018.

En el caso del agua, entre los sexenios de Vicente Fox y Peña Nieto las aguas de “excelente” y “buena” calidades sufrieron un ligero retroceso de 1.6 y 0.8 puntos porcentuales, respectivamente. Asimismo, la cantidad de agua “fuertemente contaminada” fue a la baja en casi tres puntos y el agua contaminada se mantuvo prácticamente igual (+0.1 %). Por su parte, las aguas de “aceptable calidad” repuntaron en 5.1 puntos porcentuales.

De este modo, la tendencia general indica que la calidad del agua en México ha ido en retroceso, aunque los grados de contaminación de las mismas también. Esto implica que, en 17 años hubo un estancamiento por el descuido de las aguas de mayor calidad, con reducción de las aguas más contaminadas.

Según la OCDE, “en las próximas dos décadas México tendrá que proveer de agua potable a 36 millones de personas adicionales”, cuando en México la cantidad y calidad del líquido es “vulnerable”, en un entorno de cambio climático en que “la vulnerabilidad crecerá, siendo las regiones hidrológico-administrativas más afectadas la Noroeste y Río Bravo, seguidas de Cuencas Centrales del Norte, Baja California y Valle de México”.

“En México el 68 por ciento de los habitantes dicen estar satisfechos con la calidad del agua, cifra menor que el promedio de la OCDE de 81 por ciento”, de acuerdo con el índice “Mejor Vida” 2018.

Los indicadores de calidad del aire en México, señalan que entre el 1 de enero y el 21 de mayo de 2019, cuatro de cada diez días tuvieron bajos índices de contaminación aérea en el ámbito nacional.

A pesar de que esta proporción ha mejorado en los últimos cuatro años, es 6.6 puntos porcentuales menor al promedio nacional durante el mismo periodo de 2015. Además, la calidad del aire en México es prácticamente la misma (a escala nacional) que en 2008, según los registros de “Imeca Máximos Diarios” de la Secretaría del Medio Ambiente capitalina (Sedema).

De hecho, la OCDE asegura que los niveles actuales de partículas PM2.5 —que son las más cancerígenas y peligrosas para el ser humano— “son de 15.6 microgramos por metro cúbico”, cifra mayor que el promedio de la OCDE de 13.9 microgramos por metro cúbico, y mayor que el límite anual recomendado de diez microgramos por metro cúbico establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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