Colaboraciones

Votos blancos contra votos verdes: democracia y medio ambiente

Votos blancos contra votos verdes: democracia y medio ambiente
A veces omitimos el rol de la ciudadanía y el papel de la democracia. Para ser optimistas en este sentido debemos transformarnos en ciudadanos muy activos de nuestra democracia. Para resolver la crisis climática debemos solucionar el trance democrático
Carlos Mallén Rivera
“Digo ‘moderna’ y pienso en la formación partidista de un centro-izquierda socialdemócrata y de un centro-derecha democratacristiano. Ésta es la regla lógica y sería el partidismo para el siglo XXI. Deja que los extremos se manifiesten en los extremos pero que las posiciones centrales las ocupe la seriedad política, sujeta a la ley y a la alternancia. Las elecciones del 5 de julio demuestran lo lejos que México se encuentra todavía de esta regla de convivencia. El tripartidismo es confuso y estéril.”
Carlos Fuentes
La famosa monja y teóloga Karen Armstrong señala que la religión bien entendida no tiene que ver con la fe, sino con el comportamiento. Lo mismo debería decirse del optimismo. Mahatma Gandhi apunta: “Tú debes ser el cambio que deseas ver en el mundo.” Y el resultado sobre el cual anhelamos ser optimistas no podrá ser creado por la sola creencia, a menos que ese dogma genere un nuevo comportamiento. Pero la palabra comportamiento es muchas veces mal interpretada. Así como es importante cambiar las bombillas mucho más significativo es cambiar las leyes y los gobiernos.
A veces omitimos el rol de la ciudadanía y el papel de la democracia. Para ser optimistas en este sentido debemos transformarnos en ciudadanos muy activos de nuestra democracia. Para resolver la crisis climática debemos solucionar el trance democrático. La mayoría de los problemas ambientales son problemas locales.
Sin embargo, la crisis climática es un conflicto global que todo lo afecta y demanda una estrategia mundial para mover recursos, empero, antes se debe activar la voluntad política para poder contar con ellos. Para ello es menester un plan político de acción unificado; verbigracia, detener las emisiones de los países tiene una única solución muy simple: poner precio al carbón, fijar un impuesto al C02 de recaudación neutral para sustituir los impuestos sobre el empleo inventados por Bismark.
Lamentablemente en el ámbito político tenemos una cultura de la distracción que impide que ante esta emergencia planetaria que se traduce en urgencia nacional y contingencias regionales se infunda en las generaciones de hoy un sentido de misión generacional.
En una conferencia dictada en abril de 2008, Al Gore mostró datos sobre la cobertura de la contienda presidencial por parte de las cadenas de televisión más importantes de Estados Unidos. Los periodistas de la NBC formularon 956 preguntas en el año 2007 a los candidatos: dos de ellas eran sobre la crisis climática. ABC, 844 dudas, dos sobre el calentamiento global; de las 601 de Fox, sólo dos tenían un cariz ambiental; 481 de CNN, sólo dos sobre su postura ecologista, y de los 319 cuestionamientos de la CBS ninguna sobre el tema.
Volviendo a nuestra propia experiencia nacional, después de los 28 millones de anuncios publicitarios, de las banderolas, de los discursos, de las entrevistas y, por supuesto, de los consabidos mítines, ¿existió en algún candidato y en algún partido la intención de incluir el tema ambiental en su discurso? La vergonzosa e incongruente postura del Partido Verde, cuyas propuestas más populares eran regalar cursos y medicinas, así como la pena de muerte, por lo cual los partidos verdes europeos públicamente rompieron su alianza con el partido mexicano, fue su más lamentable ejemplo del desinterés de los políticos por el tema ambiental.
Algunas de las propuestas ambientales de los tres partidos mayoritarios con base en sus plataformas de campaña entregadas al Instituto Federal Electoral merecen una revisión:
Votos azules
Luego de escuchar algunas declaraciones poco afortunadas sobre la reforestación y el mantenimiento de los parques urbanos del candidato del PAN a la jefatura delegacional a la que pertenece la colonia Nápoles en la que vivo, me dispuse a buscarlo a través de su casa de campaña y explicarle sus equívocos. Jamás se me devolvieron mis insistentes llamadas, más que en una sola ocasión para invitarme a una concentración en un deportivo público para celebrar… el cumpleaños del candidato.
El Partido Acción Nacional en su plataforma cuenta con un apartado en especial para un “Medio ambiente sano”, dividida en una agenda internacional donde promete su respaldo desde el Congreso a todas las acciones que el gobierno federal emprenda para cumplir con los acuerdos entre naciones en materia de cambio climático y en la agenda nacional plantea una estrategia para garantizar el abasto, mejorar el uso y aprovechamiento de las aguas nacionales, así como los servicios de agua potable.
El desarrollo sustentable lo ubica como el eje de su acción a través de incentivos para conservar el medio y que por cierto no explica cuáles, pero eso sí, les queda muy claro que deben ser “instrumentos que permitan internalizar las externalidades ambientales tanto positivas como negativas”.
Señalan que pondrán énfasis en la promoción de una política que incentive a las empresas a utilizar empaques biodegradables y apuestan por una cultura del reciclaje, recolección y reutilización que además contribuya a su vez a generar una importante fuente de empleo que apoye al desarrollo sustentable de México. Esto cuando gobiernos como el del Distrito Federal ya reglamentan en esta materia.
Proponen programas para ampliar y mejorar los sistemas de monitoreo y control de la calidad del aire y suscriben que sus diputados insistirán en la consolidación de una política que, acorde con las recientes reformas en el sector energético, incluya el desarrollo de fuentes de energías renovables como la eólica, la solar, la hidráulica, la biomasa y la nuclear. Reformas que por señalamiento del propio Mario Molina no incluyeron decididamente estos acápites de energías alternativas.
Sobre reforestación marcan que Acción Nacional continuará fomentando procesos de reforestación, en particular en el seguimiento y perfeccionamiento del ProÁrbol, “fortaleciendo con ello no sólo la industria forestal responsable, sino también brindando oportunidades de trabajo para los dueños de bosques y selvas comprometidos con su preservación”. Seguramente mucho hubiese ayudado que el grupo parlamentario saliente se hubiese pronunciado en la defensa del director de la Conafor que fue destituido sin que hasta la fecha haya sido nombrado su reemplazo.
Sobre la educación para el medio ambiente los diputados de Acción Nacional impulsarán en el marco de una reforma educativa integral, en particular para la educación básica, la inclusión de la materia obligatoria de desarrollo humano sustentable en los programas y planes de estudio; para ello, me imagino, contarán con el respaldo de su alianza política con la profesora Elba Esther Gordillo. Y en el fomento a la investigación científica en materia ambiental buscarán destinar los recursos necesarios para el estudio y la difusión de líneas de investigación en universidades, centros de estudios, fundaciones y asociaciones en general relacionadas con el medio ambiente. Esto cuando la propia Academia Mexicana de las Ciencias categóricamente ha reclamado de los gobiernos panistas.
Votos rojos
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) señala que desde finales de la década de 1970 se empezaron a publicar estimaciones de la deforestación en México cuyo amplio rango va desde los 75 mil a casi dos millones de hectáreas por año; según la FAO, desde los ochenta han sido bastante consistentes con un rango entre 350 y 650 mil hectáreas por año. El inicio y los máximos grados de degradación de los ecosistemas han ocurrido bajo los regímenes del PRI en cuyo gobierno existió un Departamento Nacional de Desmontes cuyo eslogan era que “sólo los caminos queden sin sembrar”.
Ya escribía Carlos Fuentes que el PRI “trajo muchos bienes —educación, comunicaciones, reforma agraria, industrialización, política exterior— y también muchos males —cultura autoritaria, ausencia de democracia, corporativismo y, sobre todo, corrupción—”. Y agregaría la cultura de la simulación y el doble discurso. Ya en los noventa el secretario de Agricultura de Carlos Salinas en una reunión con campesinos los tranquilizaba cuando les dijo que el presidente hablaba mucho de ecología y medio ambiente por imagen internacional pero en realidad lo que le interesaba era la agricultura y la ganadería.
En “un ejercicio de congruencia con el presente y de responsabilidad con el futuro (y de oscurantismo de su pasado), los partidos políticos de la coalición PRI y PVEM asumen “el compromiso de vigilar y preservar nuestro entorno natural para las generaciones futuras de mexicanos”, esto reza la plataforma de dicha coalición en el quinto apartado “Los recursos del mañana” en cuyo acápite “Medio ambiente y equilibrio ecológico” señala que como mecanismos de regulación económica la coalición plantea una revisión del amplio régimen de concesiones, autorizaciones y permisos de las diversas actividades que pueden tener un impacto desfavorable sobre el medio ambiente; también implementar normas técnicas y ecológicas sobre actividades o uso y destino de bienes que causen o puedan causar desequilibrio ecológico, además de ejercer la facultad de vigilancia sobre actividades riesgosas para el ambiente e imponer medidas de control y seguridad” (sic).
Su propuesta, además de la pena de muerte, que me imagino suponen los verdes apoyaría la reducción de la explosión demográfica, se centra en el respeto, mediante la aplicación de la ley, del equilibrio ecológico; asegurar que aquellos que infrinjan la ley sean severamente castigados (esperamos incluso que también los hoteles que obtengan sus permisos fraudulentos con apoyo de presidentes municipales del PVEM).
Fortalecer la regulación en el manejo de desechos peligrosos por parte de las industrias; apoyar los proyectos en infraestructura y desarrollo tecnológico para asegurar la disponibilidad de agua en el futuro; revisar el marco jurídico para asegurar el cumplimiento de las normas vigentes para la calidad del aire y participar en los protocolos internacionales; actualizar la legislación para impulsar la reforestación urbana y rural y “el desarrollo de especies animales que hoy están en peligro de extinción por la deforestación” (¿cómo se desarrollan las especies?); legislar sobre el uso de fertilizantes orgánicos.
Apoyar la creación de un Fondo para Áreas Naturales Protegidas para su cuidado y preservación, así como atender los desastres ecológicos, fomentar la creación y desarrollo de viveros en las reservas ecológicas, que trabajen con especies nativas, con vigilancia del ingreso de especies y productos ajenos a las características propias de cada hábitat y legislar para incrementar el control sobre el destino de residuos tales como los procedentes de laboratorios del Sistema Nacional de Salud, los fotográficos, así como los medicamentos caducados no retirados de los laboratorios farmacéuticos.
Votos amarillos
De camino a los Viveros de Coyoacán en el metrobús detecté que todos los árboles que flanquean el Parque Hundido en su acera sobre la avenida de los Insurgentes estaban o bien tapizados o sostenían banderines, pancartas y mantas de candidato a jefe delegacional y diputados locales y federales del PRD, lo cual contraviene la reglamentación al respecto que prohíbe usar del arbolado para sostener propaganda. También pensé que es una metáfora perfecta del tratamiento de la izquierda para con el ambiente, que en general no le interesa más que como un estandarte más de lucha e incluso cae en severas contradicciones cuando lo combina con sus otras causas como la miseria, el rechazo a la biotecnología y la gratuidad de los recursos naturales.
El Partido de la Revolución Democrática es el más confuso en sus planteamientos ambientales, en su plataforma, que en general carece de un esquema lógico y sistematizado, no cuenta con un apartado específico para tratar el ambiente; sólo algunos comentarios redactados en puntos como sustentabilidad donde manifiesta que “México está obligado a contribuir con propuestas específicas y acciones efectivas a la lucha de la comunidad internacional contra los efectos del calentamiento global asumiendo sus responsabilidades y exigiendo el cumplimiento de los compromisos en la materia que han contraído las economías más contaminantes”.
Proponen fomentar pequeñas y medianas industrias no contaminantes y generadoras de empleo (que por cierto son las que menos invierten en tecnología de punta); impulsar una legislación especial que regule el monitoreo, manejo, reciclaje y disposición final de sustancias y residuos peligrosos; así como impulsar tecnologías de reciclaje de desechos sólidos y combatir la cultura del desperdicio (aun cuando en el DF que gobierna el PRD esta legislación de hecho es letra muerta ya que no se aplica por incapacidad de los servicios urbanos y lo obsoleto de los sistemas de recolecta de desperdicios); fomento del uso de vehículos de cero o muy baja contaminación, como bicicletas y motocicletas; con el agua, buscarán proteger las reservas naturales; diseñar y aplicar tecnologías en todos los sectores usuarios del recurso; tratar y reciclar las aguas de uso doméstico y municipal.
Un desafío a la propia lógica izquierdista será promover la modernización de los sistemas de riego del país, que representan el 85 por ciento del consumo del agua nacional, para esto forzosamente deberán retirar el privilegio de desperdicio del líquido por parte de los campesinos siempre protegidos por los partidos políticos para mantener su agricultura insostenible y, sobre todo, apoyar a la agricultura comercial que está en posibilidad de invertir y de hecho lo hace en sistemas modernos y tecnificados para el ahorro del líquido.
Se pronuncian que con el fin de fortalecer nuestra soberanía y la independencia, lucharán por mantener la propiedad y exclusividad de la nación sobre las industrias petroleras y eléctricas. Especialmente, promoverán prohibir la asignación, en exclusiva, de áreas y bloques del territorio nacional para exploración y extracción de hidrocarburos a ningún contratista, todo queda en manos de un Estado que ha derrochado el resto de sus recursos naturales.
Para el desarrollo global sustentable buscarán que la producción, la distribución y el consumo de los agentes económicos se realicen conservando la reserva de la biosfera para las siguientes generaciones; elaborar inventarios de recursos naturales no renovables, cuyas reservas tienen un tiempo acotado de existencia y de especies animales en extinción.
Para el PRD, “un primer paso es preparar un documento ejecutivo para recomendar a la población, a las organizaciones no gubernamentales mexicanas y extranjeras en materia ecológica, a los organismos internacionales de ecología, la realización de un proceso abierto para influenciar en la política ecológica del gobierno sobre especies en extinción”.
Votos útiles
Falta en esta somera revisión de lo que proponen en materia ambiental los tres grandes partidos —por cierto, dos de ellos ya no tan grandes— analizar lo que también formulan amplia y decisoriamente en otros rubros que son los que ya por tradición han afectado al entorno, el constante apoyo a una agricultura subsidiada, improductiva, clientelar, contaminante, depredadora de tierras forestales; una industria ineficiente, corrupta, proteccionista, que no invierte en ciencia y tecnología; una urbanización voraz, consumista, desordenada e imparable.
El problema, como escribe Enrique Krauze, es que no tenemos tiempo que perder: en términos políticos seguimos siendo un país marcadamente subdesarrollado. Por eso debemos comenzar a madurar ahora mismo. Hay cinco grandes agentes de alta responsabilidad: los candidatos, los partidos, el gobierno, los medios y la sociedad civil.
Hacia el final de su conferencia Gore se sinceraba con el público: Soy optimista porque creo que tenemos la capacidad en momentos muy difíciles de dejar de lado las distracciones y enfrentar el desafío que la historia nos presenta. A veces la gente reacciona ante los alarmantes datos diciendo el terrible problema que tenemos.
Reformulemos, ¿cuántas generaciones en la historia de la humanidad han tenido la oportunidad de aceptar un desafío que exija el máximo esfuerzo y saque de nosotros más de lo que creíamos que podíamos dar? Deberíamos enfrentar este reto con un sentido de profunda alegría y con gratitud por ser una generación que dentro de mil años será recordada por orquestas filarmónicas, poetas y cantantes, por ser los héroes que encontraron la manera de resolver la crisis y sentar las bases de un futuro brillante para la humanidad. Quizá y hasta nuestros nombres sean inscritos en letras de oro en el Palacio Legislativo de San Lázaro, ¿o no?

A veces omitimos el rol de la ciudadanía y el papel de la democracia. Para ser optimistas en este sentido debemos transformarnos en ciudadanos muy activos de nuestra democracia. Para resolver la crisis climática debemos solucionar el trance democrático

Carlos Mallén Rivera

“Digo ‘moderna’ y pienso en la formación partidista de un centro-izquierda socialdemócrata y de un centro-derecha democratacristiano. Ésta es la regla lógica y sería el partidismo para el siglo XXI. Deja que los extremos se manifiesten en los extremos pero que las posiciones centrales las ocupe la seriedad política, sujeta a la ley y a la alternancia. Las elecciones del 5 de julio demuestran lo lejos que México se encuentra todavía de esta regla de convivencia. El tripartidismo es confuso y estéril.”

Carlos Fuentes

VotoVerde01La famosa monja y teóloga Karen Armstrong señala que la religión bien entendida no tiene que ver con la fe, sino con el comportamiento. Lo mismo debería decirse del optimismo. Mahatma Gandhi apunta: “Tú debes ser el cambio que deseas ver en el mundo.” Y el resultado sobre el cual anhelamos ser optimistas no podrá ser creado por la sola creencia, a menos que ese dogma genere un nuevo comportamiento. Pero la palabra comportamiento es muchas veces mal interpretada. Así como es importante cambiar las bombillas mucho más significativo es cambiar las leyes y los gobiernos.

A veces omitimos el rol de la ciudadanía y el papel de la democracia. Para ser optimistas en este sentido debemos transformarnos en ciudadanos muy activos de nuestra democracia. Para resolver la crisis climática debemos solucionar el trance democrático. La mayoría de los problemas ambientales son problemas locales.

Sin embargo, la crisis climática es un conflicto global que todo lo afecta y demanda una estrategia mundial para mover recursos, empero, antes se debe activar la voluntad política para poder contar con ellos. Para ello es menester un plan político de acción unificado; verbigracia, detener las emisiones de los países tiene una única solución muy simple: poner precio al carbón, fijar un impuesto al C02 de recaudación neutral para sustituir los impuestos sobre el empleo inventados por Bismark.

Lamentablemente en el ámbito político tenemos una cultura de la distracción que impide que ante esta emergencia planetaria que se traduce en urgencia nacional y contingencias regionales se infunda en las generaciones de hoy un sentido de misión generacional.

En una conferencia dictada en abril de 2008, Al Gore mostró datos sobre la cobertura de la contienda presidencial por parte de las cadenas de televisión más importantes de Estados Unidos. Los periodistas de la NBC formularon 956 preguntas en el año 2007 a los candidatos: dos de ellas eran sobre la crisis climática. ABC, 844 dudas, dos sobre el calentamiento global; de las 601 de Fox, sólo dos tenían un cariz ambiental; 481 de CNN, sólo dos sobre su postura ecologista, y de los 319 cuestionamientos de la CBS ninguna sobre el tema.

Volviendo a nuestra propia experiencia nacional, después de los 28 millones de anuncios publicitarios, de las banderolas, de los discursos, de las entrevistas y, por supuesto, de los consabidos mítines, ¿existió en algún candidato y en algún partido la intención de incluir el tema ambiental en su discurso? La vergonzosa e incongruente postura del Partido Verde, cuyas propuestas más populares eran regalar cursos y medicinas, así como la pena de muerte, por lo cual los partidos verdes europeos públicamente rompieron su alianza con el partido mexicano, fue su más lamentable ejemplo del desinterés de los políticos por el tema ambiental.

Algunas de las propuestas ambientales de los tres partidos mayoritarios con base en sus plataformas de campaña entregadas al Instituto Federal Electoral merecen una revisión:

Votos azules

Luego de escuchar algunas declaraciones poco afortunadas sobre la reforestación y el mantenimiento de los parques urbanos del candidato del PAN a la jefatura delegacional a la que pertenece la colonia Nápoles en la que vivo, me dispuse a buscarlo a través de su casa de campaña y explicarle sus equívocos. Jamás se me devolvieron mis insistentes llamadas, más que en una sola ocasión para invitarme a una concentración en un deportivo público para celebrar… el cumpleaños del candidato.

El Partido Acción Nacional en su plataforma cuenta con un apartado en especial para un “Medio ambiente sano”, dividida en una agenda internacional donde promete su respaldo desde el Congreso a todas las acciones que el gobierno federal emprenda para cumplir con los acuerdos entre naciones en materia de cambio climático y en la agenda nacional plantea una estrategia para garantizar el abasto, mejorar el uso y aprovechamiento de las aguas nacionales, así como los servicios de agua potable.

El desarrollo sustentable lo ubica como el eje de su acción a través de incentivos para conservar el medio y que por cierto no explica cuáles, pero eso sí, les queda muy claro que deben ser “instrumentos que permitan internalizar las externalidades ambientales tanto positivas como negativas”.

Señalan que pondrán énfasis en la promoción de una política que incentive a las empresas a utilizar empaques biodegradables y apuestan por una cultura del reciclaje, recolección y reutilización que además contribuya a su vez a generar una importante fuente de empleo que apoye al desarrollo sustentable de México. Esto cuando gobiernos como el del Distrito Federal ya reglamentan en esta materia.

Proponen programas para ampliar y mejorar los sistemas de monitoreo y control de la calidad del aire y suscriben que sus diputados insistirán en la consolidación de una política que, acorde con las recientes reformas en el sector energético, incluya el desarrollo de fuentes de energías renovables como la eólica, la solar, la hidráulica, la biomasa y la nuclear. Reformas que por señalamiento del propio Mario Molina no incluyeron decididamente estos acápites de energías alternativas.

Sobre reforestación marcan que Acción Nacional continuará fomentando procesos de reforestación, en particular en el seguimiento y perfeccionamiento del ProÁrbol, “fortaleciendo con ello no sólo la industria forestal responsable, sino también brindando oportunidades de trabajo para los dueños de bosques y selvas comprometidos con su preservación”. Seguramente mucho hubiese ayudado que el grupo parlamentario saliente se hubiese pronunciado en la defensa del director de la Conafor que fue destituido sin que hasta la fecha haya sido nombrado su reemplazo.

Sobre la educación para el medio ambiente los diputados de Acción Nacional impulsarán en el marco de una reforma educativa integral, en particular para la educación básica, la inclusión de la materia obligatoria de desarrollo humano sustentable en los programas y planes de estudio; para ello, me imagino, contarán con el respaldo de su alianza política con la profesora Elba Esther Gordillo. Y en el fomento a la investigación científica en materia ambiental buscarán destinar los recursos necesarios para el estudio y la difusión de líneas de investigación en universidades, centros de estudios, fundaciones y asociaciones en general relacionadas con el medio ambiente. Esto cuando la propia Academia Mexicana de las Ciencias categóricamente ha reclamado de los gobiernos panistas.

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