Colaboraciones

Una cuenca herida

Por Hernán Sorhuet Gelós

Aunque el agua es un elemento natural esencial para la vida, seguimos menospreciándolo a la hora de relacionarnos con él.

El nivel de irresponsabilidad general se podría ejemplificar muy bien con lo que está ocurriendo en la cuenca del río Santa Lucía.

Poco ha importando que sea la fuente de abastecimiento de agua potable para más de la mitad de la población de Uruguay. Su actual grado de contaminación deja entrever una desidia asombrosa de parte de las autoridades y de un sector de la población directamente vinculado a sus cauces.

Tales urgencias derivaron en la preparación del Plan de Acción (2013) para dicha cuenca, a partir del diagnóstico realizado por los especialistas.

En él se plantean programas sectoriales, y varias medidas, directivas y exigencias, tendentes a revertir la situación de deterioro ambiental y a eliminar en la mayor proporción posible las fuentes de contaminación de toda la cuenca.

El reto en grande pues implica cambios importantes en las actividades de los tambos, la ganadería y agricultura, las curtiembres, industrias químicas, frigoríficas, textiles, de aceites, de alimentos y bebidas, así como de operadores de residuos y efluentes de centros urbanos.

El Plan de Acción incluye una serie de plazos otorgados a los distintos sectores para que tomen las medidas correctivas, recayendo en el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente la mayor responsabilidad en materia de fiscalización.

El Plan Sectorial creado para el área industrial tiene por objetivo reducir el impacto de las emisiones de vertidos líquidos industriales a la cuenca del río Santa Lucía. Exige modificaciones de la operativa de las diferentes plantas que deberán estar prontas y en funcionamiento para 2015.

En materia de vertimientos domésticos, el Programa Sectorial busca reducir el impacto negativo de ellos sobre la cuenca, con prioridad en bajar los niveles de fósforo y nitrógeno en Fray Marcos, Santa Lucía y San Ramón. El plazo máximo que da para tener operativo el saneamiento es a fines de 2015. Será difícil que se logre considerando que incluye centros urbanos populosos como Las Piedras, Florida, Canelones, San José y Minas.

Un sector particularmente complejo es el de los productores de leche, si se toma en cuenta que el área geográfica que estamos considerando, incluye de lleno a la cuenca lechera del país.

En la actualidad el funcionamiento de la mayoría de los tambos produce una elevada contaminación de los cursos de agua superficiales y las napas freáticas asociadas. Es un sector muy heterogéneo porque incluye pequeños y grandes productores. El Plan de Acción exige que estos establecimientos deban tratar sus efluentes, dándole plazo hasta diciembre de 2015 (con más de 500 vacas) y abril 2017 (con menos de 500).

También el Estado tiene sus plazos pues deberá dar solución definitiva a los lodos generados en la planta de tratamiento de agua potable de Aguas Corrientes de OSE —responsable del abastecimiento del 60 por ciento de la población del país—. Las obras deberán estar concluidas para fines del año entrante.

El Plan incluye otra serie de medidas ambiciosas para preservar la cuenca. En poco más de un año y medio veremos cuál ha sido el grado de cumplimiento. Aunque en este delicado tema debería estar especialmente claro para todos que el bien general está muy por encima del particular.

Fuente e imágen: El País

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