Colaboraciones

Gestión de recursos mancomunados

Por Edmundo García Moya* y Martín Alfonso Mendoza Briseño**

Los usos en común siguen hoy siendo parte fundamental de la vida diaria

gestion-mancomunadosEl problema de los comunes en el contexto de la ganadería de pastoreo puede explicarse como un potrero con acceso libre que sufre de sobrepastoreo, debido a que cada ganadero incrementa tantas unidades animales como le sea posible. La tragedia está en que los costos del derecho de usufructo del zacate son compartidos por todos sus pares, pero las ganancias son para sí.

Cuando George Hardin habla de tragedia en el uso en común de la tierra y otros recursos —sobre todo el recurso de reproducción en la especie humana—, el término tragedia tiene una connotación teatral en cuanto a un drama donde los involucrados voluntaria e involuntariamente encauzan su destino sin que nadie pueda tener control de ello.

Los usos en común siguen hoy siendo parte fundamental de la vida diaria. Estructuras, restos y artefactos de civilizaciones antiguas han sido designados como herencia cultural de la humanidad por la UNESCO. Podemos pensar en ellos en cuanto a “comunes modernos”, que se suman a expresiones culturales actuales como los servicios públicos de salud, educación e información (internet).

Para imaginar salidas a las complicaciones de los recursos de uso compartido habría que mirar primero los detalles de su naturaleza. Ciriacy-Wantrup y Bishop califican a los recursos mancomunados de la siguiente manera:

a) recursos sin dueño, res nullius;

b) recursos comunes, res comunes, que son elementos imprescindibles, pero para los cuales la exclusión es difícil;

c) recursos de usufructo compartido, los que al usarlos una persona resta bienestar a la siguiente y, en consecuencia, pueden ser potencialmente objeto de saturación, desgaste y deterioro;

d) recursos públicos, res publica; recursos que, por lo general, son administrados por el propio Estado o por sus agentes.

Al margen de la situación técnica, ha sucedido que el público expresa opiniones de profunda lamentación por la imaginaria percepción de haber tolerado decisiones irracionales en algún punto clave de la cadena de eventos que terminó en el agotamiento de un recurso en común, o en el sufrimiento de impactos y costos sociales por el abuso en su utilización. Este sentimiento de confusión es la fuente central de combustible para la verbalmente incendiaria Tragedia de los Comunes y es también el motivo de atención de este ensayo.

Retomemos el ejemplo ganadero. Si consideráramos al potrero como un recurso de acceso libre, res nullius, pareciera lógico que cada ganadero trate de apropiarse tantas hectáreas de potrero como le sea permitido.

Como seres racionales, si los ganaderos lo fueran, cada uno se preguntaría: ¿Cuál es la utilidad adicional de agregar un animal a mi hato? La decisión de aumentar la escala de producción de un productor en lo individual es alentada por la posibilidad de un incremento en la utilidad, mientras no se llegue al tramo de escala de producción donde cesan los rendimientos marginales favorables.

La decisión también está teñida de los temores de que mientras haya forraje sin usar, esta situación podría atraer productores adicionales interesados en aprovechar estas oportunidades. Estos otros ganaderos imitarán la conducta del primero, con lo que capturan capacidades productivas que ya no estarán disponibles para el primer ganadero.

En este segundo escenario también se detendrá el crecimiento de los hatos en el mismo punto donde termina la capacidad de sustentación del territorio. Salvo pequeñas diferencias por el efecto de posibles economías de escala, el hato del ganadero solitario sería del mismo tamaño que el del grupo de ganaderos en común, y nadie más trataría de usar más tierra para fines pecuarios porque una vaca adicional no significaría beneficio para su dueño.

Un caso donde una sociedad ha cedido a la tentación de restringir las libertades de uso de recursos en común es el de las tribus nómadas del noreste africano. Los espacios de apacentamiento en esta zona han quedado sujetos a condicionantes avaladas por un Consejo de Ancianos. Se tienen previstas sanciones para los infractores, las cuales pueden ser hasta la muerte.

Después de analizar en imágenes de percepción remota, los resultados de la condición de los potreros de Mongolia, donde el ganado ha apacentado por siglos mediante nomadismo e itinerancia, se consigna un 10 por ciento de deterioro en los potreros de Mongolia. Esta cifra moderada contrasta con lo ocurrido en China y Rusia con una gestión centralizada, res publica. En ambos casos, y después de su privatización, en China, los resultados de degradación fueron de alrededor de un tercio y tres cuartos, respectivamente. Este es un extraño caso, pues la teoría indicaría que un gobierno socialista estaría regido por racionalidad y fundamentos científicos.

Las propuestas a nuestro alcance van en el sentido de que la privatización es la solución al deterioro. En contraposición, hay quienes plantean que una buena gestión a partir de la organización interna de los usufructuarios sería la solución al problema.

Una mirada en busca de sensatez

Si los comunes son una opción más, sus posibilidades de éxito serían en función de que el uso en común aporte beneficios privados importantes que la sociedad considere que compensan que el conjunto de la población deba sufrir los costos que el uso privado les transfiere.

La posibilidad de deterioro de la tierra en uso común no es una amenaza ni necesitamos evitarla o responder ante este fenómeno. Lo importante es que el deterioro sea razonable y en proporción a los beneficios sociales que el uso común genera, relativo a la eficacia y costo social de privatizar, expropiar, concesionar la tierra o respecto al costo normativo de regular su uso. La pérdida irreversible del recurso y otros daños irreparables causados al usarlo son sólo escenarios extremos, pero que también podrían tener justificación en el beneficio generado y en la transformación de capital natural en otras formas de riqueza social.

No es la pérdida del recurso la tragedia. Sólo hay motivo real de lamentación cuando esa pérdida no causa un beneficio comparable; dicho de otra manera más dramática: la tragedia absurda sería que el uso sustentable y persistente de recursos en común obligara a que la sociedad reciba montos reducidos o incluso negativos de ese valor que posee y que definió usar en común. El miedo a perder un recurso es un camino seguro hacia una vida miserable.

En todo caso, para situaciones donde hay interferencia, por ejemplo, cuando un usuario de terrenos comunes acapara más tierra que los otros usuarios que también demandan tal recurso, las instituciones públicas y de cultura podrían servir como facilitadoras de negociación que conduzca a conductas de cooperación voluntaria entre todos los productores. Todo productor racional, aunque no tenga derechos de propiedad plena sobre la tierra, la usará sólo hasta el punto donde él mismo tiene beneficio, pero si la tierra llega a un punto más allá de su capacidad de carga, ningún productor se beneficiará de tener un animal más; es por esto que conviene a todos los productores en ese territorio el cooperar en lugar de competir. El papel del Estado puede ser tan simple como el facilitar los canales para la cooperación y el aportar la información de los mecanismos de seguimiento del estado de la tierra.

Profesor Investigador Emérito. Colegio de Postgraduados, Campus Montecillo.
* Profesor Investigador Adjunto. Colegio de Postgraduados, Campus Veracruz, martinmendoza@yahoo.com
** Profesor Investigador Adjunto. Colegio de Postgraduados, Campus Veracruz, martinmendoza@yahoo.com

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