Colaboraciones

Cambio climático, principal enemigo del maíz transgénico

En las últimas décadas, el cambio climático ha ocasionado que los rendimientos de los cultivos tiendan a disminuir, por consecuencia, la seguridad alimentaria de millones de personas se encuentra en riesgo en muchas partes del mundo.

Adriana Estrada

En el caso de México los efectos del cambio climático están afectando a millones de personas que tienen al maíz como base de su dieta, ya que en nuestro país se consumen anualmente alrededor de 30 millones de toneladas de esta gramínea. Aunque empresas transnacionales aseguran que el maíz transgénico es la solución para el abasto de este grano en el país, los cambios ambientales que se padecen actualmente en todo el mundo han demostrado que ni siquiera los transgénicos están a salvo de sufrir sus efectos en los ecosistemas donde se cultivan.

Un ejemplo de los drásticos cambios de clima son las severas heladas que afectaron al noroeste de México a principios de febrero, con temperaturas de entre -2 y -6 grados Celsius y que terminaron dañando 720 mil hectáreas de cultivos de maíz y otros granos en los estados de Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua, Durango, Sonora, y más gravemente los de Sinaloa y Tamaulipas.

Ante esta situación, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) informó que fueron 500 mil hectáreas de cosechas dañadas y las pérdidas se ubicaron principalmente en el estado de Sinaloa, fuente de 80 por ciento del maíz de México en la temporada otoño-invierno, donde se siembran casi 600 mil hectáreas de este grano, donde más de la mitad, alrededor de 400 mil, fueron pérdidas totales.

“México es un lugar muy heterogéneo climáticamente aunado al cambio climático se vuelve un tanto impredecible lo que puede pasar en los cultivos”, destacó la doctora Isabel Saad, experta en biotecnología e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Los agricultores han optado por seguir sembrando las variedades de semillas que han desarrollo durante muchos siglos, ya que les resuelven sus problemas de abastecimiento, ante las condiciones climáticas tan complejas que presenta el país, destacó Saad.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), en México cada año se siembran aproximadamente ocho millones de hectáreas de maíz. Sin embargo, los fenómenos meteorológicos de los últimos años han puesto en riesgo los sembradíos.

En este sentido, Andrés Rebolledo Martínez, investigador del INIFAP, en un comunicado explicó que “sabemos que las condiciones climáticas son azarosas en el país, no sabemos en un momento dado qué puede pasar, como el caso concreto del año pasado, tuvimos agua en abundancia en el inicio y ahora tenemos tres meses de sequía, a esas condiciones debemos ajustar nuestras variedades criollas lo más que se pueda”.

Actualmente la Universidad del Estado de Ohio en Estados Unidos y la Universidad del Litoral en Argentina desarrollan proyectos para conseguir una semilla de maíz más resistente a los cambios climatológicos; por su parte, las empresas BASF y Monsanto, creadoras de diversas variedades de organismos genéticamente modificados (OGM), llevan ocho años trabajando sobre este tema y desde hace tres realizan siembras experimentales en Estados Unidos y Canadá; ambos corporativos han anunciado que próximamente esperan pasar a la siguiente etapa que es comercializar el maíz OGM en estas naciones.

Los expertos del clima han pronosticado que “las áreas que fueron alguna vez húmedas serán secas y calientes, no húmedas y frescas”, dijo a manera de ejemplo Rebolledo y añadió que “si eso es correcto, entonces necesitamos tener variedades de cultivos que crezcan en esas áreas y sean adaptables a los cambios del clima. Así que en realidad todo se reduce a que si no hacemos esto, podemos tener escasez de ciertos alimentos”.

La crisis del cambio climático plantea una serie de amenazas a la vida en este planeta. Una de las más serias es la que pone en riesgo a la producción agrícola, explicó Aleira Lara, coordinadora de la campaña de Agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace México.
Mucha de la siembra que se hace en el país es de las 59 razas nativas que existen en México, por lo que acabar con ellas y sembrar maíz transgénico significaría una producción de maíces nativos cercana a cero, advirtió la ambientalista y agregó que no habrá manera de detener el flujo genético de los maíces transgénicos, por lo que se extenderá a todo el territorio en un camino sin retorno.

La implementación de cultivos transgénicos bloquea el potencial con el que cuenta la diversidad de semillas nativas para hacerle frente a los extremos del clima. Por flujo génico los cultivos transgénicos han comenzado a contaminar variedades nativas y convencionales impidiendo así el proceso de adaptación de éstas a diferentes condiciones agronómicas.

Más de una década en la lucha

México fue de los pioneros en biotecnológica en la década de 1980, pero por razones políticas se fue retrasando la adopción, tal como ocurre con el algodón, el cual se siembra en el país desde hace 12 años y hoy abarca 144 mil hectáreas principalmente en las zonas del norte como Sonora, Baja California Sur, Chihuahua y la Comarca Lagunera, explicó Fabrice Salamanca, director general y presidente ejecutivo de Agrobio México.

Después de una década de discusiones político-legales, en 2009 México completó un paquete de leyes para permitir la siembra experimental con semillas genéticamente modificadas, actualmente también existen autoridades reguladoras como Sagarpa, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, (Semarnat), el Instituto Nacional de Ecología (INE), la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio), que se encargan que los transgénicos cumplan con una serie de requisitos y mecanismos de vigilancia que garantizan su seguridad y evitan cualquier riesgo.

El presidente ejecutivo de Agrobio México consideró que para garantizar la seguridad alimentaria y combatir el cambio climático se necesita de todas las tecnologías disponibles, ya que ninguna tecnología por sí sola resuelve el problema y los agricultores necesitan nuevas herramientas. “La tercera parte de lo que hoy consumimos es de maíz transgénico, lo que representa unas diez millones de toneladas, equivalente a una fuga de divisas por más de tres millones de dólares que van a manos de agricultores de Estados Unidos, en lugar de pagarlos a los mexicanos.”

Los países exportadores como Estados Unidos, Canadá, Brasil, India, China, Australia utilizan la biotecnología porque les representa mayor producción y menos costo. La producción de alimentos ya es de por sí insuficiente en el país, ya no es como hace 20 años donde había autosuficiencia y se exportaba, abundó.

No obstante, los defensores del maíz criollo enfatizan que aquí no van a prosperar los transgénicos, ya que “el 75 por ciento de las tierras se siembra de la semilla que el agricultor toma de su parcela y la mayoría no están dispuestos a comprar semilla patentada, además que al maíz nativo tiene muchas variedades que se adaptan a los cambios climáticos”, dijo Antonio Serratos, miembro del Consejo Directivo de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS).

“Los transgénicos no rinden más que un maíz criollo, ya que un OGM tiene entre uno o cinco genes mientras que el nativo tiene 35 mil genes, lo que provoca que rinda una planta”, agregó el experto.

Pero no todos opinan lo mismo. Según la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM) en conferencia de prensa declaró que se necesita sembrar al menos 700 mil hectáreas adicionales con maíz para garantizar el abasto a futuro, por lo que consideraron irresponsable que las secretarías de Medio Ambiente y Agricultura no se den cuenta de la urgencia de avanzar en las tecnologías que permitan ser más productivos.

De acuerdo con estas agrupaciones, los maíces genéticamente modificados “son una alternativa viable”, pues en “muchas regiones del país como en el norte y en el sureste, pueden representar una alternativa para disminuir los costos de producción derivados del uso de plaguicidas y disminuir las pérdidas en las cosechas por plagas de insectos, maleza o cambio climático”.

Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) calculan que el impacto de la productividad de los diferentes cultivos se va a reducir entre 10 y 30 por ciento, por los extremos climáticos como sequías, lluvias y heladas; por lo que los países que estén mejor preparados para enfrentar este fenómeno son los que tendrán éxito.

Y por fin se dio el sí

Al iniciar el año, la Sagarpa había negado a Monsanto los permisos de una siembra piloto de maíz transgénico en Sinaloa; sin embargo, el pasado 8 marzo la dependencia autorizó la siembra piloto en una superficie menor a una hectárea en el estado de Tamaulipas y será para el actual ciclo agrícola en una variedad resistente a un herbicida.

El actual permiso para la siembra piloto de maíz transgénico originó que organizaciones ambientalistas como Greenpeace reprobaran la decisión de la dependencia y aseguraron que viola disposiciones de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados.
El permiso “abre la puerta a siembras masivas de maíz transgénico en México, poniendo en riesgo la alimentación de todos los mexicanos y la agricultura nacional”, dijeron en un comunicado más de 300 organizaciones sociales, incluida Greenpeace, que forman parte de la campaña “Sin maíz no hay país”.

Según información de la Sagarpa, actualmente existen 67 permisos para siembra experimental de maíz genéticamente modificado en el país, que ha abarcado casi 70 hectáreas en Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila y Durango. El permiso anunciado en marzo para la siembra de maíz transgénico es el primero para la siembra piloto, la etapa posterior a la experimental y la previa a la siembra con fines de comercialización.

Hasta la fecha autoridades y expertos han dicho que no hay tiempos estimados para pasar de una etapa a otra debido a que hay que observar las condiciones que se desarrollan en cada una de ellas, por lo que la siembra con fines comerciales podría tardar años.

Mientras tanto, el cambio climático, uno de los principales enemigos de la producción de alimentos, avanza en ganar la batalla y deja fuera de discusión que los OGM pueden sobrevivir a este fenómeno climático, que pone a prueba a los cultivos con sequías, huracanes e inundaciones. Si es así, la seguridad alimentaria de muchos lugares del mundo no estaría resuelta, sino todo lo contrario. La naturaleza es y seguirá siendo más fuerte que el hombre.

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