Colaboraciones

Cambio climático engorda la crisis alimentaria

Adriana Estrada

La población mundial sigue creciendo y de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), más de mil millones de personas pasan hambre en todo el mundo, por lo que el reto de los gobiernos es producir los alimentos necesarios para cubrir sus necesidades. Y todo esto sin contribuir a los efectos del cambio climático.

Se calcula que para 2050 en el mundo habrá tres mil millones de personas más de los seis mil millones que lo habitan actualmente y las posibilidades de alimentar a estos seres humanos son, cada vez, más complicadas; esto debido a que el impacto del cambio climático sobre la superficie cultivable y el incremento de la población mundial son factores determinantes que engordan la crisis alimentaria.

De acuerdo con la FAO, este crecimiento poblacional implica que para el año 2030 la demanda mundial de alimentos crecerá un 30 por ciento, y que para 2050 se duplique la necesidad de insumos en todo el mundo.
Los países más pobres serán los primeros en tener que duplicar su producción, según explica José Antonio Prado, director para América Latina de Conservación Forestal de la FAO. “Esto significa expandir la frontera agrícola actual, crear nuevos terrenos para la agricultura y producción animal a costa del impacto negativo que pueda tener en los ecosistemas”, comenta el especialista. Una paradoja que se antepone a los planes de reforestación global y que indica el funcionario internacional, se debe a que a mediados de este siglo se tendrá la encrucijada de reforestar para respirar o crear parcelas para comer.

En el caso de México, las áreas boscosas de la zona sureste del territorio se han visto afectadas por la remoción de grandes zonas de cobertura vegetal destinadas a producir alimentos. Actualmente, los estados más perturbados por la deforestación son Tabasco, Oaxaca y Chiapas, debido al avance de la transformación de zonas forestales a áreas agropecuarias, asegura Alejandro Flamenco Sandoval, del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Para el experto, la situación es grave, debido a que esto reduce la posibilidad de realizar un manejo sustentable de los recursos forestales, porque es un capital natural que puede brindar beneficios económicos y ecológicos.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México se deforestan casi 500 mil hectáreas de bosques y selvas cada año, debido principalmente al avance de la frontera agropecuaria, al crecimiento urbano y a la tala ilegal, lo cual contribuirá a agudizar muchos de los efectos del calentamiento global.

Al respecto, un nuevo informe de la FAO indica que la agricultura en los países en desarrollo debe hacerse “climáticamente inteligente” para hacer frente al doble desafío de alimentar a un planeta más caliente y más poblado.

Se espera que el cambio climático reduzca la productividad, estabilidad e ingresos agrícolas en muchas zonas que ya experimentan elevados niveles de inseguridad alimentaria. Por ello será necesario que la producción agrícola mundial aumente en más de 70 por ciento en las próximas cuatro décadas para que se satisfagan las necesidades alimentarias de la creciente población mundial, según datos del estudio realizado por FAO.

En opinión de la organización ambientalista Greenpeace, es necesario repensar el apoyo por parte de los gobiernos y las grandes empresas a las tecnologías que han permitido el fortalecimiento de monocultivos por medio de semillas transgénicas que avanzan a expensas de bosques y otros hábitats, ya que las prácticas actuales en el campo mexicano representan una fuente importante de vulnerabilidad al cambio climático.

“Esto significa que la superficie puede volverse altamente vulnerable a la invasión de plagas y enfermedades que interfieren en el control biológico al tiempo que carecen de mecanismos de resiliencia frente a los extremos del clima, como sequías o huracanes”, afirma Aleira Lara, coordinadora de la campaña de Agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace México.

Más tierras, más hambre

Michael Doane, director de Economía Agraria y Sostenibilidad de Monsanto, empresa líder en la comercialización de semillas a nivel global, asegura que harán falta 120 millones de hectáreas adicionales en los próximos 40 años para poder producir los alimentos necesarios y responder al incremento de la demanda por parte de la población mundial.

Precisa que mientras el crecimiento de la demanda de insumos es de entre 3 y 5 por ciento anual, el incremento de los rendimientos de los cultivos es cercano a 1 por ciento, por lo que considera clave que éstos aumenten su productividad para cubrir las carencias acumuladas.

Sin embargo estimaciones de la FAO indican que el campo genera, en promedio, 300 kilos de granos por habitante al año, suficiente para satisfacer el hambre de la población. Para este año, se esperan dos mil 250 millones de toneladas de cereales y la FAO indica que el problema del hambre, como fenómeno grave y generalizado, no se debe a la escasez de alimentos, sino a la pobreza de las poblaciones afectadas, la distribución humana y el destino de gran parte de los granos básicos para la subsistencia.

A su vez, Wulf Killman, presidente del grupo Interdepartamental de Trabajo sobre el Cambio Climático, propone que la gestión sostenible de los bosques y las plantaciones, así como la agricultura de conservación serían buenas posibilidades de secuestro de emisiones de CO2.

“La agricultura también tiene potencial para el secuestro de carbono”, dice. Actualmente se estima que aún hay más tierra de agricultura extensiva —17 por ciento— comparada con aquella de agricultura intensiva —10 por ciento—, además de una parte aún mayor ocupada por actividades pecuarias domésticas —40 por ciento.

La batalla entre la agricultura y la conservación forestal, actualmente tiene diversos campos de confrontación; por mencionar algunos estudios de la Unión Europea (UE), los actuales campos agrícolas del planeta bastan para producir los alimentos que demanda la humanidad, sin embargo, 70 por ciento de los granos que se cosechan en el mundo se destinan al ganado.

De esta forma es perceptible que los intereses económicos reinan sobre las necesidades humanas y ambientales, y el tan temido cambio climático pone en juego el abasto de comida en todo el mundo. México será uno de los principales afectados, y ya presenta 23 millones de personas con padecimientos de hambre. Según expertos en Europa, Canadá y Estados Unidos, los precios de los cereales seguirán elevados y aumentarán las presiones para extender cultivos en áreas no necesariamente aptas y ecológicamente vulnerables.

Hambre y ecocidio, futuro en ciernes

— El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) advierte de que el impacto que va a tener la crisis alimentaria en la sociedad va a ser “gigantesco y muy grave”.

— En 2003 unos 800 millones de personas se morían de hambre y mil millones no tenían acceso al agua. Se estima que en menos de 80 años habrá más de mil 200 millones de personas que pasarán hambre y un monto cercano a los tres mil millones sufrirán sed.

— Treinta millones de personas en México padecen pobreza alimentaria y en América Latina y el Caribe son 53 millones de habitantes quienes sufren hambre. Aunado a que 80 por ciento de los niños hambrientos viven en países con excedentes alimentarios.

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