De hecho, es diferente a la mayoría de los sismos grandes que ocurren en el país
Teorema Ambiental/Redacción
Más allá de los recuerdos negativos que dejara el terremoto de 7.1 grados ocurrido hace once meses en la Ciudad de México, en el que al menos 40 edificios colapsaron y más de 300 personas murieron, el hecho de que se haya repetido justo el mismo día, 32 años después que el de 1985, dejó marcados a los capitalinos.
Sin embargo, el de 2017 será profundamente estudiado por los sismólogos, debido a que se trató de un fenómeno “atípico”, pues el epicentro no fue en una zona de convergencia de dos placas tectónicas, como habitualmente ocurre, sino literalmente debajo de la tierra en una zona aparentemente estable.
Por ello, un grupo de investigadores publicó un estudio en la revista Geophysical Research Letters donde expuso algunos de sus descubrimientos.
“Ahora, como sismólogos, hemos descubierto que el sismo de 2017, llamado de Puebla-Morelos, es fundamentalmente distinto al del 85. De hecho, es diferente a la mayoría de los sismos grandes que ocurren en el país. Estos suceden típicamente frente a las costas del Pacífico mexicano donde chocan dos placas tectónicas”, indica la investigación.
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