Ciencia y tecnología

Máquina acolchadora de plástico, optimiza recursos naturales y económicos

La máquina acolchadora de plástico desarrollada por el INIFAP permite mecanizar la formación de camas, colocación de película plástica, aplicar fertilizantes y el tendido de la cinta de riego en una sola operación.

En otros países, el incremento de la productividad y la calidad en los cultivos hortícolas producidos con técnicas de acolchado con polietileno, son significativos.

Entre sus principales ventajas destaca que evita la evaporación de la humedad del suelo, lo que aunado a un sistema de aplicación controlado de agua permite mantener un suministro óptimo del líquido y fertilizantes al cultivo. También disminuye la utilización de mano de obra y los costos por el uso de maquinaria para controlar las malezas, además de que influye en el control de insectos transmisores de enfermedades como parte de un manejo integrado de plagas.

La problemática en el país es que no existe maquinaria de fabricación nacional para realizar el acolchado plástico y, con frecuencia, las máquinas importadas son incompatibles con las condiciones locales de producción, lo cual impide el uso general del sistema.

De hecho, alrededor de cinco mil 600 hectáreas producen hortalizas con sistemas de acolchado plástico, pero esta cantidad es mínima si se considera, por ejemplo, que sólo con cultivo de chiles se establece un total de 80 mil hectáreas.

Con el sistema de acolchado la mecanización es un factor importante y en esto habrá que destacar el colocado del plástico, el uso de fertilizantes y la aplicación de la cinta de riego, en comparación con lo ineficiente y costoso que resultaría llevarlo a cabo con mano de obra.

La máquina acolchadora del INIFAP es un equipo que se acopla al tractor y para su operación requiere una potencia mínima de 50 kilovatios a la barra de tiro, pues lo que demanda es tracción para la formación de las camas.

Así, el equipo permite mecanizar cuatro operaciones a la vez: formación de camas, colocación de la película plástica, aplicación de fertilizante y colocación de la cinta de riego. Las ventajas de este equipo es que en un solo paso realiza las cuatro operaciones, lo cual repercute en mayor productividad y reducción de costos.

En cuanto a la capacidad efectiva de la máquina acolchadora, ésta depende del ancho de la cama, así como de la calidad previa de la preparación del terreno, dando un rendimiento promedio de cuatro a seis horas por hectárea acolchada.

Según los ensayos realizados por el INIFAP, este equipo se puede emplear en cualquier terreno donde se siembren hortalizas que utilizan el sistema de acolchado. El único requisito es que el terreno haya sido bien preparado para facilitar su acondicionamiento y el tendido del acolchado. Por otro lado, es importante que la humedad del suelo se encuentre en su punto de capacidad de campo.

En marcha la mecanización del campo mexicano: INIFAP

Con el apoyo de países como Japón el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) desarrolla tecnologías que tienen el propósito de mejorar la productividad de las pequeñas unidades de producción del campo mexicano e incrementar la eficiencia de las fuentes de potencia. Mediante acciones directas a lo que es la labranza, el plan pretende efectuar reestructuraciones a la maquinaria ya existente, así como crear nuevas herramientas.

Según Jaime Piña Razo, director de productos básicos del INIFAP, entre las mejoras tecnológicas al equipo utilizado en las actividades agrícolas habrá que mencionar el “yunticultor”, el cual incrementa la eficiencia de la mano de obra en cerca de 42 horas-hombre/hectárea, si se compara con el sistema tradicional. El yunticultor es una barra porta implementos de tracción animal, que consiste en un chasís sostenido por dos ruedas, y cada una de ellas cuenta con un sistema de ajuste individual que permite nivelar el equipo, así como regular la profundidad de trabajo.

El productor va sentado sobre el chasís del yunticultor, lo que le permite dirigir las operaciones de la yunta y supervisar la correcta operación de los implementos, los cuales se acoplan sobre el chasís porta herramientas.

La “araña”, es otro ejemplo de una máquina que, por una parte, aplica algunos productos químicos a los cultivos, y por otra, está diseñada de un tamaño mayor (en altura) a otros tractores, con el propósito de no dañar el campo y para permitir una siembra más eficiente.

Los trabajos del INIFAP toman en cuenta la realidad del país, ya que más de la mitad de las 3.79 millones de unidades de producción agrícola en México utilizan la tracción animal y la fuerza humana como fuente de potencia. Según el VII Censo Agrícola Ganadero de 1991, la tracción animal desempeña un papel importante en la agricultura mexicana, ya que sólo 21.1 por ciento de las unidades de producción agrícolas usan el tractor como fuente única de potencia.

Cerca de 27.2 por ciento de dichas unidades utiliza el tractor y el animal de tiro como fuentes combinadas de potencia, y el restante 51.7 por ciento usa como fuente de potencia animales de trabajo y la energía humana de manera exclusiva. Habrá que destacar que en el sistema actual de producción con tracción animal-energía humana, se requieren hasta 75 horas hombre por hectárea para la labranza y siembra-fertilización al establecer cultivos como maíz y frijol, lo que se refleja en una baja productividad.

Con base en estos aspectos, el INIFAP está desarrollando cinco tipos de maquinaria dirigida fundamentalmente a los pequeños productores y considerando también las diferencias que existen en los suelos, terrenos y tipo de tierra del país.

Con el apoyo del Centro Nacional de Estandarización de Maquinaria Agrícola (Cenema), se corrobora la eficiencia de la nueva maquinaria, así como sus implementos o herramientas utilizadas mediante pruebas físicas en los lugares de trabajo.

Los equipos e implementos en los que se está trabajando son tractores (la araña), la incorporación de plásticos al suelo, acciones de roturación, sembradoras, y aperos de tracción animal.

La maquinaria es probada en lugares como Cotaxtla, Veracruz; Aguascalientes, Aguascalientes, y el Valle de México, como un plan que en territorio nacional tiene como propósito que los proyectos de mecanización se pongan en marcha en módulos de entre 20 a 30 hectáreas, validándose al mismo tiempo el tipo de maquinaria para los diferentes tipos de cultivo y para las variadas regiones del país.

Las acciones emprendidas permiten a su vez ir reestructurando el tipo de implementos adecuados y eliminar la maquinaria inapropiada para el agricultor mexicano o para las diferentes zonas. Es decir, los diseños son perfectamente adaptados a la realidad del país, sobre todo porque las innovaciones tecnológicas las realizan técnicos y agricultores mexicanos.

El capital proviene tanto de los gobiernos de los estados como del propio INIFAP, así como los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) y empresas privadas como Maseca.

Según Piña, esta última empresa organiza un programa dirigido al cultivo del maíz denominado “El agricultor empresario”, en el cual el instituto a su cargo ofrece asesoría técnica, recaba información y gracias a la participación directa del agricultor, éste es capaz de entender los procesos y percatarse cuando se hace un mal uso de las herramientas o de los sistemas de cultivo.

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