Ciencia y tecnología

INAH comenzará estudio en yacimientos de mamut en Santa Lucía y Tultepec

Se trata de una investigación arqueológica y paleontológica para lograr un mejor entendimiento de los sitios. Iniciará en el segundo semestre de 2020, en Santa Lucía

Teorema Ambiental/Redacción

Zumpango, Estado de México, 9 de junio de 2020.— El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) designó a dos arqueólogos y dos paleontólogos para que a partir del segundo semestre del año, encabecen el estudio multidisciplinario de los yacimientos de fósiles descubiertos en los terrenos donde se construye el Aeropuerto Internacional de Santa Lucía y que se extenderá a Tultepec II, ubicado en San Antonio Xahuento, Estado de México, ambos se hallan a 14 kilómetros de distancia uno del otro.

Su objetivo es documentar la vida hace 20 mil años en la región noroeste de la Cuenca de México, en lo que eran las orillas del lago Xaltocan y las posibles interacciones de la fauna del Pleistoceno Tardío, hace por lo menos diez mil años, cuando aparecieron las primeras poblaciones humanas en esa región lacustre.

Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología, y Felisa Aguilar Arellano, presidenta del Consejo de Paleontología, ambas instancias del INAH, detallaron que el proyecto se denominará “La prehistoria y paleoambiente del noroeste de la Cuenca de México”, que será coordinado por los biólogos Joaquín Arroyo Cabrales y Eduardo Corona Martínez, investigadores del INAH especializados en megafauna. También participarán los arqueólogos Rubén Manzanilla López y Luis Córdoba Barradas.

Los especialistas trabajarán de manera conjunta, entre arqueología y paleontología para lograr un mejor entendimiento de lo sucedido en términos paleoambientales, mediante el análisis de la evidencia fósil, además de la información vinculada a la posible asociación humana.

Mediante el proyecto se busca obtener la mayor cantidad de información del contexto paleontológico, con la intervención de un equipo inter y multidisciplinario, el cual tomará muestras de polen, sedimentos, rocas y huesos, entre otros, para su análisis en laboratorio y posteriormente revisar la información obtenida en las excavaciones con los fósiles asociados a estos contextos.

Mientras que el análisis morfológico y métrico de las osamentas permitirá comparar los diferentes hallazgos aislados en el resto del país, puesto que esta colección es la que cuenta con más elementos representados.

Sánchez Nava señaló que el INAH busca ver de forma multidisciplinaria un contexto con abundantes restos de paleofauna, principalmente de mamuts, que contará con expertos en: arqueología, paleontología, química, física, geología, antropología física, entre otras, para entender por qué esta fauna quedó depositada ahí.

Los paleontólogos Joaquín Arroyo Cabrales, de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico, y Eduardo Corona Martínez, del Centro INAH Morelos, explican que la investigación en el noroeste de la Cuenca de México realizará análisis desde varias áreas del estudio paleoambiental, para llegar a una reconstrucción completa de cómo fue la zona en el Pleistoceno Tardío.

Los paleontólogos estiman que es muy probable que los vestigios daten de entre 10 mil y 20 mil años. Mientras que los estudios morfológicos y taxonómicos corroborarán las especies halladas.

En la zona tropical de América se han localizado muy pocas poblaciones de mamuts, por lo general, ejemplares aislados. Los mayores descubrimientos se han dado en lugares como Alaska, EEUU, y el territorio de Yukón, en Canadá, por lo que el descubrimiento en Santa Lucía ha sido de gran relevancia para el mundo, pues abre una nueva ventana para conocer más sobre los mamuts y su relación con los humanos.

Además en la Cuenca del Valle de México siempre ha sido difícil mantener in situ los ejemplares del Pleistoceno, dado que el nivel freático dificulta y encarece su conservación. Por ello, normalmente los materiales son trasladados a un lugar diferente para conservarse.

“Tan pronto como se descubre el material óseo, los huesos comienzan un proceso de desecado y deterioro, por lo que es necesario un tratamiento que evite un daño fuerte que comienza a pulverizarlos”, explica el paleontólogo, pero dadas las cantidades y dimensiones del material han tenido que mudarse tres veces de espacio para almacenar los restos. Si bien, al construir la terminal aérea siempre se contempló la posibilidad de encontrar megafauna, hallada desde trabajos arqueológicos anteriores, no se sospechó que hubiera tantos restos.

En este momento, el proyecto tendrá como meta obtener un mejor conocimiento de qué es lo que se encontró. Una vez que se haga la investigación, el INAH estaría en posibilidades de presentar una propuesta de contenidos para un museo, y de indicar qué materiales serían factibles de mostrarse al público, explican los paleontólogos.

“Los restos recuperados en la Base Aérea de Santa Lucía han superado cualquier expectativa sobre la cantidad, entonces sería conveniente mostrarlos a toda la sociedad mexicana; sería importante que en el aeropuerto pueda contarse con un museo que nos permita explicar a la gente lo que se encontró durante los trabajos de construcción, como ocurre en otros sitios donde se ha hecho obra pública”, señaló la paleontóloga Felisa Aguilar.

Desde la década de 1950, con la construcción de presas, el salvamento arqueológico ha sido aplicado por el INAH como una herramienta de investigación para avanzar en el conocimiento de espacios donde el desarrollo no se puede detener, como en la Ciudad de México y su área conurbada. Ejemplos destacados son los salvamentos realizados durante la construcción de las líneas del Sistema de Transporte Colectivo Metro, así como el Proyecto de Arqueología Urbana (PAU) en torno al Templo Mayor de Tenochtitlan.

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