Ciencia y tecnología

Gestión de productos químicos con participación ciudadana

El 8 de febrero de 2006 en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, más de 140 delegados gubernamentales de los ministerios de Ambiente y de Salud adoptaron una serie de acuerdos para impulsar de manera voluntaria el llamado Enfoque Estratégico para la Gestión de Productos Químicos a Nivel Internacional (SAICM, por sus siglas en inglés), en el marco de la Conferencia Internacional sobre Gestión de Productos Químicos.

En la reunión de Dubai se alcanzó consenso final después de una difícil y tensa negociación, sujeta a fuertes presiones de la de-legación estadounidense por reducir el alcance de SAICM, debilitar la inclusión del enfoque precautorio y asegurar que los acuerdos alcanzados no puedan ser invocados en disputas comerciales ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y se conviertan en barreras co-merciales, defendiendo de este modo la agenda de la industria química transnacional.

Los acuerdos de SAICM logrados en la conferencia están contenidos en tres documentos: declaración ministerial de alto nivel, estrategia de política global y plan de acción mundial. Para dar seguimiento al SAICM se acordó establecer un secretariado, con sede en Ginebra, dentro del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Este organismo y la Organización Mundial de la Salud (OMS) asumirán un papel de liderazgo en sus áreas de competencia.

Como la próxima reunión internacional de SAICM será en 2009, se hace un llamado para que entre tanto los gobiernos nombren un punto focal, incluso a escala regional, como también los grupos de interés público y la industria. Estos puntos focales en su conjunto formarán un marco de consulta internacional del secretariado que podría incluir reuniones regionales.

Por otra parte, es importante señalar que en el plan de acción del SAICM se recomienda incluir a representantes de la sociedad civil en los comités gubernamentales que formulen, apliquen y supervisen la aplicación del enfoque estratégico.

Los acuerdos de SAICM se deben analizar en la perspectiva de impulsar un enfoque estratégico a escala internacional que permita lograr la meta para el año 2020: que las sustancias químicas se produzcan y usen de manera que se reduzcan significativamente los daños a la salud y el ambiente. Esta meta es un compromiso establecido en el Plan de Imple-mentación de Johannesburgo de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sustentable, realizada en Johannesburgo, Suráfrica, en 2002, relacionada con el llamado Cambio de los Patrones no Sostenibles de Producción y Consumo, en cumplimiento de lo trazado desde 1992 por la comunidad internacional en el capítulo 19 de la Agenda 21.

Plan de acción

El alcance del SAICM incluye aspectos ambientales, económicos, sociales, de salud y trabajo de la seguridad química, comprendiendo productos químicos usados en la agricultura y la industria, con la idea de promover el desarrollo sustentable y cubrir todas las etapas del ciclo de vida de las sustancias químicas. Esto comprende su uso en productos, aunque en un pie de página se aceptó que algunos países pueden exentar del alcance del SAICM algunos aspectos del sector farmacéutico y aditivos alimenticios.

El Plan de Acción Mundial del SAICM está estructurado en esferas de trabajo con actividades, metas e indicadores conexos que comprenden los plaguicidas, niños y seguridad química, las sustancias persistentes, bioacumulativas, tóxicas o Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), las que provocan cáncer y mutagénesis o efectos en el sistema endocrino, reproductivo, inmunológico o nervioso, a las cuales se deben buscar opciones para sustituirlas, entre otras actividades.

El plan también comprende esferas en materia de salud y seguridad en el trabajo, mercurio, registro de emisiones y transferencia de contaminantes, eva-luación, gestión y comunicación de riesgos, y etiquetado, entre otras.

En cuanto a plaguicidas, el Plan de Acción Mundial incluye actividades como la de basar las decisiones nacionales sobre los plaguicidas altamente tóxicos en una evaluación de sus peligros intrínsecos y exposición local prevista a ellos; sustituir los plaguicidas altamente tóxicos y promover el control eficaz por métodos no químicos; así como impartir capa-citación en prácticas agrícolas ecológicas, incluso las que no usan productos químicos. Esta última recoge parte de las propuestas hechas por la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina (RAPAL), aunque de las propuestas más fuertes donde no hubo consenso -como la de prohibir o restringir la disponibilidad y el uso de plaguicidas altamente tóxicos incluidos originalmente en el Anexo C- sólo se hace una referencia indirecta en el Plan Global de Acción para su consulta y discusión posterior por las partes interesadas. Esto se debe a la fuerte oposición de países como Estados Unidos y Canadá, apoyados por CropLife (asociación de la industria agroquímica).

Para apoyar a los países en desarrollo y con economías en transición a dar los primeros pasos de implementación del SAICM se acordó crear un fondo voluntario en un «Programa de Inicio Rápido», admi-nistrado por el PNUMA con aportes iniciales de 10 millones de dólares provenientes de los gobiernos de Noruega, Suecia, Suiza, Reino Unido, España y Suráfrica. Se podrán sumar otros donadores en los próximos cinco años, y el apoyo a los países se dará durante un periodo de siete años. Este fondo, que se reconoce insuficiente, se complementará con iniciativas en sociedad con gobiernos, organismos finan-cieros internacionales e industria privada.

Es indudable que si bien los países ricos deben cumplir con sus compromisos de ayuda a los países en desarrollo y con economías en transición, estos últimos tienen que incluir la agenda de seguridad química en la negociación de ayuda al desarrollo. Aunado a ello, al implementar los acuerdos del SAICM, nuestros países no pueden depender solamente del apoyo financiero externo, sino que deben evaluar diversos instrumentos económicos para que la industria contribuya a pagar el costo de la implementación, como también reevaluar el absurdo pago gubernamental a fondos de rescate bancario -como ocurre en México- o de otro tipo, resultado del fracaso de las políticas neoliberales.

Un paso adelante, pero limitado

Las discusiones y aprobación del SAICM se dan en un contexto de crecimiento y expansión global de la producción de sustancias químicas. Entre 70 mil y 100 mil sustancias químicas se encuentran actualmente en el mercado, y se calcula que cada año ingresan 1,500 más, sin contar con suficiente información sobre sus impactos en la salud y el ambiente. Se estima que en los próximos 15 años la producción global de sustancias químicas crecerá en 80 por ciento, sobre todo en los países en desarrollo y particularmente en los de Asia con menores exigencias en seguridad química. En los acuerdos del SAICM se destaca que la falta o insuficiencia de certeza científica no debe impedir adoptar medidas preventivas para proteger la salud humana o el ambiente, en caso de daño irreversible.

La Red Internacional de Eliminación de Contaminantes Orgánicos Persistentes (IPEN) lanzó la declaratoria «Por Un Futuro Libre de Tóxicos», que amplía su plataforma de trabajo, e hizo un llamado a las organizaciones ciudadanas a adherirse a la misma y a trabajar en conjunto para lograr cumplir la meta de 2020.

En la perspectiva de lograr la meta de 2020, los acuerdos del SAICM son un paso adelante, aunque limitado. Pueden servir para impulsar una mayor presión social de las organizaciones de interés público y organizaciones de trabajadores, de comunidades, mujeres y niños afectados en su salud y medio ambiente, para exigir cambios más profundos en materia de seguridad química, centrados en la prevención y en la sustitución de las sustancias tóxicas más dañinas -incluidos los agrotóxicos-, y en el cuestionamiento de los modelos de producción y consumo dominantes dentro de las estrategias de combate a la pobreza y desigualdad social.

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