Ciencia y tecnología

FMDR: combatir la pobreza sin paternalismo

Como una institución de apoyo empresarial que busca combatir la pobreza sin caer en relaciones paternalistas o de dependencia y convertir al campesino en protagonista de su propio desarrollo, define Alfredo Espinosa Jiménez a la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural (FMDR).

El director del organismo expone que «la única manera efectiva y sostenible de combatir a la pobreza rural es dotando a la gente del campo de capacidades para que ellos con su esfuerzo generen la riqueza que los va a sacar de pobres, por ello consideramos que ayudar no es dar sino enseñar a obtener».

La fundación tiene como principal objetivo subsidiar al sector rural para que pueda, en primer lugar, organizarse y posteriormente desarrollarse, considerando al productor como un microempresario. «Tratamos de que esta microempresa haga mejores negocios, haciendo más eficaz el uso de recursos y logrando que compren sus insumos más baratos para vender sus productos más caros, para ello buscamos que se organicen para transformarse en grupos de trabajo.»

Aproximadamente 60 por ciento de los recursos con que cuenta la FMDR proviene de donativos de empresas nacionales y algunas extranjeras. El resto se obtiene de la vinculación que se da con los programas y subsidios gubernamentales y con ciertos servicios que brinda el organismo en materia de capacitación y consultoría.

Espinosa Jiménez afirma que mediante una red de 31 centrales en 21 estados de la República se ubica a los campesinos que requieren asistencia financiera y por consiguiente se da un proceso de autoselección natural de acuerdo con un criterio específico basado en las posibilidades de los agricultores.

La fundación ha procurado fomentar a la empresa cooperativa con los servicios tradicionales de organización, asistencia técnica, créditos y capacitación; es una institución que busca el desarrollo empresarial proporcionando cursos de capacitación a las instituciones oficiales del gobierno federal y de los estados.

Uno de los proyectos interesantes es el encaminado a la creación de una nueva entidad financiera, regulada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, una sociedad financiera popular subsidiaria de la fundación que pueda captar ahorro.

La constitución de nuevas subsidiarias permite definir  un objeto social mucho más específico y tener la posibilidad de mejorar los servicios para los agricultores, comenta.

En el pasado se partió mucho del supuesto de que el campesino era incapaz y había que subsidiarlo; asimismo se aplicaron políticas erróneas para tratar de solucionar el problema del campo mexicano, expone.

«En épocas de Miguel de la Madrid se dan cuenta que están subsidiando de manera excesiva al campo sin lograr resultados y quitan todos los subsidios. Posteriormente se da la integración con el mercado americano a través del TLC y ahí es donde se enfrenta el grave problema: no podemos competir con nuestros socios comerciales, entonces siento que la situación es bastante crítica», recalca.

La opinión

Ingeniero mecánico electricista por la Universidad Nacional Autónoma de México, Alfredo Espinosa apunta que la propuesta de Procampo era buena como un apoyo a la reconversión pero en el sexenio de Ernesto Zedillo se confundió el concepto y se perdieron seis años de avance y sobre todo de apoyos financieros. Ahora ya hay poco tiempo y dinero, «no es que no exista una solución  pero sí traemos cargas históricas muy pesadas», subraya.

Uno de los problemas, explica, que requieren de atención es el relacionado con la tenencia de la tierra, ya que hasta que no se desarrolle un verdadero mercado por la tierra será muy difícil que se resuelva el problema de la pobreza rural.

La situación de los ejidos enfrenta serios problemas de enajenación de los terrenos, ya que los propietarios no pueden  obtener créditos porque la propiedad ejidal es inalienable y mientras no se resuelva este problema se tendrán situaciones en contra de proyectos de desarrollo que no puedan realizarse.

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