Ciencia y tecnología

En crisis ciencia en Siberia

La falta de recursos económicos hace peligrar la permanencia de la base científica en Siberia, consideran investigadores

Novosibirsk, Rusia.- Construida hace medio siglo en pleno bosque siberiano, cerca de Novossobirsk, Akademgorodok es una ciudad dedicada a los investigadores y un ejemplo de la encrucijada en la que se encuentra hoy en día la ciencia en Rusia, oscilante entre el mercado y la investigación básica.

A lo largo de los dos kilómetros de la única avenida de la ciudad, llamada Mijail Laventrev en honor de su fundador, se encuentran más de 40 institutos dedicados a un amplio abanico de especialidades: matemáticas, informática, física nuclear, hidrodinámica, química o geología.

El hundimiento de la URSS en 1991 puso fin a la financiación estatal sin límites en esta prestigiosa ciudad, visitada por numerosos jefes de Estado, desde el general De Gaulle a Bill Clinton.

«En los 15 últimos años, el Estado ha invertido muy poco en ciencia. En el Instituto de Física Nuclear, el 22 por ciento de los fondos son públicos y debemos conseguir el resto por nosotros mismos», explica a la AFP su director adjunto, Guennedi Kulipanov.

Así, este instituto vende al extranjero aceleradores de partículas de uso científico o industrial. Desde 1990, ha fabricado un centenar, aunque sólo seis se vendieron en Rusia: el resto fueron enviados a China -principal cliente-, Corea del Sur, Japón, India, Estados Unidos o Alemania.

«Es la paradoja de Rusia; todo el mundo dice ‘Rusia es rica, tenéis mucho oro, petróleo’ y yo respondo, ‘consideraré que somos ricos cuando financiemos la ciencia», comenta Kulipanov.

Los investigadores de su instituto, que colabora principalmente con instituciones de Francia y Suiza, perciben entre 500 y mil dólares al mes.

«Pero lo más importante es organizar un trabajo interesante» para que los jóvenes investigadores no se vayan, recalca.

Su colega Renad Sagdeev dirige un instituto mucho más reciente, el Centro de Tomografía (escáneres médicos), creado por él mismo a principios de los 90 apostando por el mercado y el autofinanciamiento.

Su obra le llevó tres años: «Quise crear un instituto autónomo que gane dinero por sí mismo», confiesa.

Para ello, se asoció con la compañía alemana Bruker, a la que proporciona el servicio de aparatos de escáneres médicos en el mercado ruso, para financiar la investigación básica de sus colaboradores, como la microtomografía, que estudia la estructura y las reacciones químicas de la materia inerte.

Uno de los investigadores en este ámbito, Igor Koptiug, se queja amargamente de la falta de financiación para la investigación básica y de la «escasa visión en favor de la investigación aplicada».

«Se ha hecho demasiado evidente que hay mucho dinero en este país», asegura, calificando de «justa» la decisión de la asociación europea INTAS de no financiar la investigación rusa a partir de 2007.

Akademgorodok ha planeado, para afrontar el futuro, la creación de un parque tecnológico de 100 mil metros cuadrados donde se instalarán empresas innovadoras, además de un vasto centro de congresos.

A la vez, la Academia de las Ciencias rusa, de la que forma parte la ciudad, prevé reducir en tres años el número de institutos y disminuir en un 20 por ciento los puestos de trabajo fijos.

Fuente: El Norte

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