Ciencia y tecnología

Descubren formaciones rocosas más antiguas de la Tierra

Las pruebas más antiguas de vida sobre la Tierra son formaciones de rocas de 3,400 millones de años descubiertas en Australia, concluyó un equipo de investigadores australianos y canadienses, según su artículo que se publica este jueves en la revista científica británica Nature.

Los estromatolitos son estructuras de forma irregular constituidas por microorganismos primitivos y, por lo tanto, tienen origen biológico, indican Abigail Allwood y colegas de la Universidad Macquarie, de Australia.

En zonas costeras de escasa profundidad, los microorganismos participaron en la formación de una especie de arrecifes primitivos.

Los estromatolitos de la región de Pilbara en el oeste de Australia fueron descritos por primera vez hace unos 30 años como “con posiblemente un origen microbiológico”, y desde entonces son motivo de discusiones, ya que algunos expertos creen que las formaciones rocosas sólo surgieron por procesos químicos.

Para poner fin al debate, los expertos encabezados por Allwood investigaron nuevamente un estrato rocoso de más de 10 kilómetros de largo, rico en estramotolitos bien conservados.

En total, los científicos describieron en el estrato siete formaciones de estromatolitos con aspectos diferentes (entre ellos cónicos y ovalados).

La complejidad de las formas indica que tuvo un origen biológico, señalaron los científicos. Las estructuras diferentes con formas regulares no pueden ser explicadas por procesos de sedimentación. No se conocen en la naturaleza, y más bien son improbables los procesos químicos que hayan podido originar ese tipo de formas, añadieron.

Según los expertos, lo más plausible es que las estructuras se hayan formado por el crecimiento de microorganismos en condiciones ambientales muy diferentes.

Por otra parte, fósiles hallados en una cantera en Harz, en Alemania, corresponden a un género hasta ahora desconocido de minidinosaurios, señala otro de los artículos publicados en Nature.

Estos herbívoros vivieron hace 150 millones de años y su tamaño y peso no superaría al de un automóvil, informó hoy el paleontólogo alemán Martin Sander, de la Universidad de Bonn, en el Parque de los Dinosaurios, en Muenchehagen. Como máximo medían seis metros de largo y pesaban una tonelada.

El fósil bautizado Hanna desciende de la especie de dinosaurios gigantes. En comparación: el familiar más cercano de ese animal, el braquiosaurio, podía llegar a medir hasta 45 metros de largo y pesar 80 toneladas.

Los huesos de Hanna y sus congéneres hallados hace ocho años eran considerados hasta ahora como restos de ejemplares jóvenes. Pero un análisis de la estructura ósea determinó que con gran seguridad pertenecen a dinosaurios adultos.

La nueva especie, descubierta es, en comparación con los restantes dinosaurios gigantes, enana, dijo Sander.

El nombre científico de Hanna es Europasaurus holgeri, en honor a su descubridor Holger Luedtke.

En los huesos fósiles del dinosaurio de la cantera en el límite norte del Harz, cerca de la localidad de Oker, los paleontólogos descubrieron marcas de crecimiento similares a los anillos en los troncos de los árboles.

En los animales jóvenes, que tienen un crecimiento mayor, estas marcas están muy separadas, según los científicos. Cuando el dinosaurio alcanzó su tamaño máximo, están muy juntas. “Y justamente hallamos marcas juntas apenas por debajo de la superficie de los huesos fósiles”, dijo Sander.

Estos fósiles de dinosaurios pertenecen, según los paleontólogos, a un nuevo “género de dinosaurios insulares”, único en el mundo.

En esa época, grandes zonas de Alemania estaban bajo el agua, explicó la Universidad de Bonn. Sólo unas pocas islas, entre ellas la región alrededor de Oker, permanecían sobre el nivel del líquido.

Mientras que el agua subía, escaseaba el alimento para los dinosaurios. Los animales más pequeños, que necesitaban menos alimentos, tenían mayores probabilidades de supervivencia.

Los científicos sostienen que por esta presión evolutiva surgieron los minidinosaurios.

Fuente: La Jornada

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