Ciencia y tecnología

Científicos en Islandia captan CO2 y lo solidifican para limpiar el aire

Se trata de un método que acelera un proceso que naturalmente toma millones de años

Teorema Ambiental/Redacción

Un grupo de científicos islandeses ideó un método para capturar el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, el principal causante del cambio climático, y lo inyectan en basalto, una roca porosa, donde se solidifica, como una medida para reducir las concentraciones de este gas en la atmósfera.

Esta técnica acelera un proceso natural que tarda millones de años: la mineralización del dióxido de carbono. La isla es particularmente sensible a este gas, debido a las altas concentraciones que se producen por las industrias del transporte, la manufactura y la actividad volcánica.

“Gracias a este método, cambiamos radicalmente la escala del tiempo”, explicó la geóloga Sandra Ósk Snaebjörnsdóttir, quien participa en el proyecto CarbFix, en coordinación con la compañía eléctrica Reykjavik Energy, del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), de la Universidad de Islandia y de la Columbia University.

El gas es captado en estructuras especiales y transportado desde la central geotérmica de Hellisheidi, donde se disuelve en agua y luego se inyecta a alta presión en la roca basáltica, a mil metros de profundidad.

“Lo único que hacemos es producir agua cargada de gas a partir del dióxido de carbono”, indica Edda Sif Aradóttir, jefa del proyecto. Esta solución penetra y se solidifica de manera natural al reaccionar con minerales como: calcio, magnesio y hierro contenidos en el basalto, bajo la forma de cristales calcáreos blancos.

“Casi todo el dióxido de carbono inyectado se mineralizó en dos años cuando hicimos una prueba piloto”, según Snaebjörnsdóttir. “Una vez petrificado, es difícil revertir el proceso. Por ejemplo, en caso de una erupción volcánica donde la roca se calienta a una temperatura muy alta, una parte del mineral se descompone”, mencionó Sigurdur Gislason, geoquímico de la Universidad de Islandia, “pero esta es la forma más estable y segura de almacenar dióxido de carbono”, asegura.

En Islandia, el país de los géiseres, los glaciares y los volcanes, al menos la mitad de la energía producida proviene de la geotermia, lo que facilitó la instalación de un laboratorio en la central de Hellisheidi, una de las más grandes de este tipo en el mundo. Está construida sobre roca basáltica y dispone de una cantidad de agua casi ilimitada.

Bombea agua caliente de las entrañas volcánicas, y una vez caliente, el vapor sube y mueve las seis turbinas generadoras de electricidad que alimentan a la capital, Reikiavik. Su operación reduce hasta 30 por ciento las emisiones de CO2 a la atmósfera de la central geotérmica y capta unas 12 mil toneladas de dióxido de carbono, por unos 25 dólares por tonelada. Sin embargo, los volcanes en la isla emiten anualmente entre uno y dos millones de toneladas de CO2.

Pero además, debe perfeccionarse pues consume grandes cantidades de agua, a razón de 25 toneladas de agua desalinizada por una de CO2, sin embargo, los científicos ya analizan si el sistema podría funcionar con agua marina.

Islandia se comprometió como el resto de la Unión Europea en reducir en un 40 por ciento antes de 2030 sus emisiones de gases de efecto invernadero con relación a 1990.

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