Ciencia y tecnología

Acolchados contra enfermedades

En los últimos 10 o 15 años, la popularidad de los acolchados plásticos de colores se ha incrementado de manera significativa en varios países, debido a que aportan diversos beneficios a los cultivos de hortalizas, entre ellos el incremento en los rendimientos, la obtención de cosechas más tempranas, el control de malezas y el aumento de la eficiencia en el uso del agua de riego y de los fertilizantes.

Otras ventajas son la reducción de las poblaciones de insectos transmisores de enfermedades virales, como los trips, mosquitas blancas y pulgonas (áfidos) en cultivos producidos con acolchado metalizado (plateado).

Los acolchados plásticos afectan el microclima en torno a la planta y modifican la temperatura de la zona radical, como consecuencia inciden en el crecimiento y rendimiento de los cultivos, explicó Juan Carlos Díaz, especialista de la Universidad de Georgia, Estados Unidos.

Durante el Simposio Internacional 2004 Tecnologías Agrícolas con Plásticos, realizado en Puebla, expuso que los múltiples estudios en zonas de clima templado indican que la capacidad de los acolchados de aumentar la temperatura del suelo ha sido una de las razones que favorecen el desarrollo de las plantas. Sin embargo, matizó, no siempre ocurre así en cultivos de zonas tropicales y subtropicales.

En cultivos producidos en presencia de altas temperaturas, el uso de acolchados puede llegar a repercutir negativamente en el crecimiento y rendimiento del chile y jitomate, aclaró Carlos Díaz, y agregó que los resultados de los estudios señalan que la temperatura del suelo depende del color del acolchado utilizado.

El especialista manifestó que se ha encontrado que la temperatura de suelo óptima para el cultivo del jitomate es de aproximadamente 26 grados centígrados y de 26 a 27 para chile dulce.

Respecto de la marchitez manchada, enfermedad que ataca a los cultivos, mencionó que su control es difícil debido a que existen pocas variedades resistentes y porque el control químico de los trips mediante pesticidas es a menudo poco efectivo. “Nuestros resultados muestran que es posible reducir su incidencia y severidad (de la enfermedad) en jitomate y chile mediante la utilización de acolchados metalizados o plateados”, remarcó.

Los especialistas advierten que el control de la enfermedad es difícil, ya que aun cuando el control de los trips es factible, el mal puede seguir ocurriendo en razón de que grandes poblaciones de trips pueden estar llegando con el viento a los lotes donde se aplicó insecticida. Además, mientras el insecticida alcanza todo su poder de acción, el insecto puede seguir transmitiendo la enfermedad, porque el virus es del tipo persistente.

La eliminación de plantas enfermas es una práctica sanitaria recomendable, así como el control de malezas hospederas. La rotación de cultivos con plantas no hospederas es otro método utilizado contra esta enfermedad. El uso de acolchados reflejantes ha mostrado efectividad para reducir las infecciones de trips y, consecuentemente, la incidencia de los virus. En invernaderos el uso de cubiertas en puertas y ventanas impide la entrada de los insectos vectores.

Marchitez manchada, severo mal

Una de las enfermedades más severas para cultivos como tomate, chile, lechuga, frijol, brócoli, coliflor, papa, cacahuate, plantas ornamentales, malezas y ocasionalmente vid, piña y tabaco, es la marchitez manchada, diseminada por todo el planeta.

Este mal se manifiesta en el follaje, pero se distingue más en los frutos.

Especialistas de la Universidad de Sonora refieren que uno de sus síntomas es que las hojas infectadas se tornan de color bronceado y presentan numerosas manchas pequeñas de color oscuro. En general el follaje presenta mosaicos, anillos concéntricos y distorsiones. Los brotes terminales se pueden secar observándose estrías de color oscuro o negro y cuando los brotes nuevos se desarrollan, éstos crecen distorsionados.

Explican que tanto los frutos verdes como los maduros se pueden infectar. En frutos verdes aparecen manchas claras, las cuales afectan la calidad de los frutos. En frutos rojos aparecen áreas claras circulares generalmente elevadas, las cuales posteriormente se tornan de color oscuro. En algunas variedades, las terminales se secan y las hojas se caen. Si la infección ocurre en plantas jóvenes, no hay formación de frutos. Si ésta ocurre después de la floración, los frutos aparecen con manchas anulares cloróticas o con estrías oscuras y con elevaciones o deformaciones.

Rápida transmisión

El virus se disemina por medio de trips, de los cuales se identifican nueve especies transmisoras en forma permanente, ya que una vez que los insectos adquieren el virus, lo pueden transmitir durante toda su vida. Entre las especies más importantes se conocen Thrips tabaci, Frankliniella occidentalis y Frankliniella fusca.

El virus persiste de un ciclo a otro en los trips y en plantas hospederas, además de que el calor y poblaciones elevadas de trips favorecen una incidencia y severidad de la enfermedad.

Los trips pueden adquirir el virus durante su estado larvario y se vuelven infecciosos durante la edad adulta. Los insectos necesitan alimentarse durante 15 minutos y una vez adquirido el virus se necesita un periodo de incubación de cuatro días para que pueda ser infeccioso. La transmisión por semilla está reportada en tomate, pero el virus se aloja en la testa y no en el embrión.

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