Cambio climático

México pone el ejemplo internacional como responsable ambiental

Los retos que se enfrentan en materia ambiental, no sólo en México sino en todo el mundo, consisten en la necesidad de ajustar las tareas de cuidado del medio ambiente a los marcos legales, administrativos y fiscales, para incorporarlos a los planes de desarrollo sectorial, además de dedicarle más tiempo y esfuerzo a la investigación sobre la relación existente entre procesos económicos, sociales y ambientales.

Los próximos seis años, el gobierno mexicano centrará sus esfuerzos en lograr consensos con todos los sectores sociales, para diseñar y poner en marcha una política ambiental que permita al país seguir creciendo sin degradar las fuentes de riqueza natural, así como para recuperar algo de lo perdido mediante programas de restauración de los ecosistemas.

Al señalar en diversos foros nacionales e internacionales que algunas de las prioridades de México que pueden garantizarle un desarrollo sustentable, consisten en establecer marcos regulatorios efectivos y coherentes, en evaluar a los actores externos, en ampliar la participación de la sociedad civil y en mejorar la coordinación sectorial, Víctor Lichtinger, titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), advirtió que muchos de los problemas ambientales son globales y por ello se requiere una mayor coordinación internacional.

Por ello, agregó, es indispensable definir políticas que reconozcan las asimetrías económicas, sociales y ambientales entre todos los países.

México se ha comprometido a reducir y eliminar contaminantes orgánicos persistentes (COP), los cuales afectan severamente a la salud humana y a la naturaleza. Por lo anterior, el reciente Acuerdo de Estocolmo que firmó nuestro país en mayo pasado, adquiere singular importancia por el esfuerzo de eliminar materiales como pesticidas, sustancias químicas industriales o subproductos de procesos industriales o de la combustión.

En materia ambiental, las autoridades mexicanas tienen una nueva filosofía en la que se están modificando estructuras de trabajo, como el trasladar pesca a la Secretaría de Agricultura. Mediante una visión sistémica, se trabaja en primer lugar en la planeación ambiental, después en el diseño de la política ambiental del país, en la elaboración de las normas y, por último, en fomentar todo lo que tenga que ver con el cuidado del ambiente.

Esto es muy importante porque se crean mercados secundarios gracias a los estímulos fiscales y a reglas legales claras, que permitan a la industria y otras actividades convertirse en sustantivamente verdes. Norma y estímulo van de la mano en esta nueva visión, señaló Cassio Luiselli Fernández, subsecretario de Fomento y Normatividad Ambiental.

El Instituto Nacional de Ecología (INE) deja de ser autoridad y se convierte en un organismo de análisis profundo de la realidad ambiental de México y se vincula aún más con la comunidad académica. Asimismo, con la creación de unidades de coordinación, se le pone especial interés a la transparencia gubernamental al darle mayor acceso al público hacia los organismos gubernamentales.

Los negocios verdes están prosperando en todo el mundo, creándose mercados para el manejo de residuos industriales, tóxicos, peligrosos, recolección de basura, equipos anticontaminantes de aire y agua, entre otros.

Al poner el ejemplo internamente, México muestra una preocupación global, ya que los COP tienen la característica de ser sumamente tóxicos, resistentes, bioacumulables y con un alto potencial de daño por su rango de movilidad, al transportarse a grandes distancias por medio del aire, el agua y especies migratorias. Entre los daños que provocan a la salud este tipo de tóxicos, Lichtinger mencionó el cáncer, alergias, hipersensibilidad, daño al sistema nervioso central y periféricos, desórdenes reproductivos del sistema inmunológico y hormonal. Estos compuestos se concentran en los organismos vivos mediante el proceso de bioacumulación, y son fácilmente absorbidos por los tejidos grasos de peces, aves depredadoras, mamíferos y del ser humano.

Debido a la persistencia y propensión de estos contaminantes para trasladarse más allá de las fronteras, es indispensable la cooperación internacional orientada a su reducción y eliminación.

En México ya está prohibida la fabricación, importación y comercialización del adrín, diedrín y mirex (plaguicidas organoclorados), mientras el resto se halla bajo estricta regulación para su manejo y disposición.

Solamente tres de los COP representan un reto para nuestro país: los PCB (bifenilos policlorados), las dioxinas y los rufanos, dado que estos tres están sujetos a acciones específicas dentro de los planes de acción regional de la Comisión de Cooperación de América del Norte, en donde se realizan tareas específicas orientadas a su eliminación en la región para el año 2008.

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