Cambio climático

“El Ártico está condenado por culpa del calentamiento global”

Chapin alerta del deshielo marino, pero señala también un fenómeno menos conocido, la pérdida de permafrost (el suelo helado de Siberia y Alaska), que, al fundirse, libera enormes cantidades de metano, un gas con 20 veces más poder de calentamiento que el dióxido de carbono, aunque permanece menos tiempo en la atmósfera. El experto, que salta del español al inglés durante la entrevista, visitó recientemente Madrid invitado por la Fundación BBVA. Hace 20 años ya estuvo en España. Ahora encuentra el país “muy cambiado, con muchas más grúas”.

“El metano liberado del permafrost puede calentar 20 veces más el planeta que el dióxido de carbono de la atmósfera.”

“La opinión pública en Alaska no tiene dudas, está convencida de que el clima está cambiando.”

—¿Por qué el cambio climático es tan importante en el Ártico?

—Todo está cambiando muy rápidamente, pero en el Ártico, mucho más. Conocerlo y ver cómo evoluciona es una oportunidad para saber lo que pasará en pocos años en el resto del planeta. Hay mamíferos que dependen del hielo marino y que, con su desaparición, no encuentran comida en el casquete y tienen que ir a tierra, donde hay predadores que acaban con ellos. Además, en algunas partes del interior de Alaska está bajando el permafrost, el suelo helado. Este permafrost almacena carbón en forma de metano, que sale de los lagos cuando el permafrost desaparece. Éste es un carbono que se almacenó allí en la última glaciación, hace 100 mil años. Y ahora se está liberando. Y, aunque dura mucho menos y su efecto es más localizado que el dióxido de carbono en la atmósfera, su capacidad para calentar el planeta es 20 veces mayor que el CO2. Hay enormes almacenamientos de carbono en el permafrost que al fundirse liberan mucho metano.

—¿Cómo de grandes?

—No lo sabemos con exactitud, pero sólo en Siberia hay más carbón almacenado en el permafrost que el de la atmósfera.

—Así que hay una gigantesca bolsa de carbono en el permafrost que se está fundiendo y del que casi no se habla.

—Sí, creo que se debe en parte a que los primeros estudios los hicimos en Escandinavia, donde no hay tanto carbono almacenado en forma de metano, pero en Siberia se ha acumulado carbón desde la última glaciación y ahora está ahí para ser liberado. El carbono queda atrapado en el permafrost durante el periodo glacial y en el interglaciar se libera. Ahora, con el calentamiento global se ha acelerado la liberación de metano, que ocurre más rápido, que calienta más el planeta y provoca más liberación de metano. El potencial para liberar carbón es enorme, aunque no lo conocemos exactamente.

—De la reducción del hielo marino, el retroceso de los glaciares y la pérdida de permafrost, ¿qué es lo más preocupante?

—Lo más preocupante es que los feedbacks [retroalimentaciones o círculos viciosos] positivos son mucho más fuertes que los negativos y están acelerando el proceso. Además, la larga duración del CO2 en la atmósfera significa que ya hemos condenado el Ártico para los próximos 50 años, que seguirá calentándose cuando vivan nuestros nietos debido a las emisiones de hoy. Por eso no podemos esperar 30 años para hacer los cambios en el consumo de combustibles.

—Además del círculo vicioso del metano, al fundirse el hielo marino, el mar absorbe más calor y funde más hielo marino. Con todas estas retroalimentaciones en marcha, ¿es posible frenar el cambio en el Ártico?

—También hay algunas retroalimentaciones negativas, que enfrían el clima, como la formación de nubes, aunque parecen menos importantes que la desaparición del hielo. Hay más incendios, que enfrían la superficie porque los bosques son reemplazados por la nieve, que refleja la luz y absorbe menos calor. Así enfría localmente el clima, aunque no lo suficiente para contrarrestar los otros efectos, como el de la pérdida de hielo marino.

—¿Tanto han aumentado los incendios?

—Sí, porque aunque la temperatura media no aumente tanto, hay muchísimos días anormalmente cálidos en verano, y en estos bosques se multiplica la probabilidad de incendios. Tenemos el doble de días cálidos de los que teníamos hace 10 años, y el área quemada es el doble de lo que era hace 40 años.

—Usted vive en Fairbanks, Alaska; ¿qué cambios se notan en el día a día?

—En gran parte de Estados Unidos la gente no tiene claro si el clima está cambiando, pero en Alaska la gente no tiene esas dudas, la opinión pública está convencida de que es así. Allí la pregunta es cómo va a afectar a la ecología y la economía, qué va a pasar con el oleoducto y si va a tener problemas. Desde los años sesenta, el deshielo se ha adelantado unos dos días cada década. Los indígenas son los que están más preocupados, ya que tienen una implicación con la tierra más estrecha que la gente de las ciudades. Para ellos es un problema tremendo. El hielo en los ríos es fino, no soporta las máquinas de nieve y muere mucha gente.

—Antes se solía preguntar a los expertos si pensaban que el calentamiento se debía a la acción del hombre. ¿Ya no hay dudas de que el calentamiento se deba a los gases de efecto invernadero?

—Siempre hay una combinación y siempre hay ciclos naturales en el clima. Pero ahora, la mayoría de la comunidad científica está de acuerdo en que el hombre está teniendo un gran efecto, y muy peligroso, sobre el clima.

—¿Sobre el actual y sobre el clima futuro?

—Exacto. La quema de combustibles fósiles ahora determinará el clima del Ártico en 50 años. El Ártico está condenado. Los cazadores están estudiando a los caribúes porque temen que en unos años no puedan acceder a las focas y las morsas.

Fuente: El País

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