Cambio climático

Casquete polar ártico alcanza su segunda área más baja en 42 años

En el verano, una parte se derrite, también de manera natural, pero debido al cambio climático, los volúmenes de hielo son cada vez menores

Teorema Ambiental/Redacción

Nueva York, EEUU, 29 de septiembre de 2020.— El casquete polar ártico registró durante este verano su segunda menor superficie desde que comenzó a medirse su extensión de hielo, hace 42 años. La superficie mínima se encontró el 15 de septiembre, con 3.74 millones de kilómetros cuadrados, según el Centro Nacional de Nieve y Hielo (NSIDC, por sus siglas en inglés) de la universidad de Colorado Boulder.

El casquete polar ártico se forma de manera natural en el Polo Norte cada invierno, y en el verano una parte se derrite, también de manera natural; pero debido al cambio climático, los volúmenes de hielo son cada vez menores. Los satélites observan estas áreas con mucha precisión desde 1979 y han confirmado que la tendencia a la baja es clara.

Además, se han presentado olas históricas de calor e incendios forestales en la región de Siberia, que normalmente está cubierta de hielo, afirmó Mark Serreze, director del NSIDC y advirtió que “Nos enfilamos hacia un océano Ártico sin hielo estacional”, sostuvo.

Agregó que Groenlandia se calienta dos veces más rápido que el resto del planeta. Si bien el deshielo no contribuye directamente al aumento del nivel del mar, debido a que el hielo ya está en el agua, su ausencia sí provoca graves problemas al tema del calentamiento global, debido a que refleja los rayos solares y con un volumen menor, estos rayos son absorbidos por el agua oceánica y aumentan su temperatura.

“Tiene un impacto en el sistema climático”, explicó Claire Parkinson, meteoróloga de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), cuyos satélites miden el hielo en los polos.

Los científicos explicaron que hay una “innegable acumulación de evidencias sobre la disminución de la capa de hielo, tanto en superficie como en espesor, en tierra, mar y glaciares, en el Ártico y en la Antártida, aun si el ritmo difiere de un lugar a otro”.

El hielo marino de la Antártida se derritió rápidamente durante tres años hasta 2017, pero en los años pasados se ha recuperado un poco, sin tener claros los motivos. Mientras que en el Ártico, la reducción ha sido más marcada desde 1996, con variaciones anuales. De hecho, algunos expertos señalan que el casquete del norte podría desaparecer más rápido de lo que predicen los modelos climáticos.

Además, el derretimiento del ecosistema polar acabará con la vida de animales como los osos, que dependen de la capa de hielo para atrapar focas, y el modo de vida de los esquimales. Los osos sin alimento podrían extinguirse hacia fines de siglo.

Si el océano absorbe más calor, todos terminaremos expuestos a los efectos devastadores del cambio climático, estimó Laura Meller, de Greenpeace.

La extensión de la banquisa ha disminuido el 14 por ciento en una década desde 1979 y se estima que el Ártico viva su primer verano sin hielo a partir de 2035, según la revista Nature Climate Change.

La diferencia entre el mínimo promedio de la capa de hielo desde 1979 hasta 1990 y el punto bajo señalado hoy, más de tres millones de kilómetros cuadrados, es el doble de Francia, Alemania y España juntos. Los océanos han absorbido ya el 90 por ciento del exceso de calor generado por los gases de efecto invernadero, a cambio se alteran fenómenos como la química del océano, olas de calor marino masivas y arrecifes de coral moribundos.

En el complejo sistema climático de la Tierra se incluyen corrientes oceánicas vinculadas entre ellas, impulsadas por el viento, las mareas y algo denominado circulación termohalina, que está impulsada simultáneamente por cambios de temperatura (termo) y concentración de sal (“haline”).

“Un cambio en la banquisa podría interrumpir esta especie de ‘gran cinta transportadora’, como se la conoce, de tal forma que tendría importantes consecuencias en el clima de Europa.” Hace casi 13 mil años, cuando la Tierra transitó de una era glacial al periodo interglacial, permitió que nuestra especie se desarrollara, las temperaturas globales cayeron abruptamente varios grados centígrados y aumentaron unos mil años más tarde.

“El agua dulce del derretimiento de la banquisa y del hielo en tierra en Groenlandia perturba y debilita a la corriente del golfo”, una parte de la cinta transportadora que fluye en el Atlántico, señaló Xavier Fettweis, investigador de la universidad de Lieja, Bélgica. “Es esto lo que permite que Europa occidental tenga un clima templado si se compara con la misma latitud de América del Norte”.

La enorme capa de hielo sobre la masa terrestre de Groenlandia perdió más de medio billón de toneladas el año pasado por las temperaturas del aire más cálidas, que han aumentado dos veces más rápido en el Ártico que en el resto del planeta, pero también por un cambio en los patrones climáticos, sobre todo por un aumento de los días soleados en verano.

“Hay estudios que sugieren que este aumento de las condiciones anticiclónicas en el Ártico durante el verano se debe a la falta de hielo polar.”

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