Cambio climático

Cambio climático: reto mundial para el siglo XXI

Cambios en los niveles de concentración de tres importantes gases invernadero (CO2, CH4, y N2O) de 20 mil años a la fecha, de acuerdo con mediciones realizadas en placas de hielo polares.

También se denota el valor de forzamiento radiactivo de cada componente, en el cual debemos entender que uno positivo (negativo) está asociado con calentamiento (enfriamiento) del sistema atmosférico. (Ver detalles en Solomon et al., 2007.)

No cabe duda de que el papel del hombre en relación con el clima ha cambiado radicalmente durante las últimas décadas. La historia nos menciona que en la antigüedad el hombre trataba de “interferir”, a su modo, en el advenimiento de fenómenos atmosféricos, celebrando rituales de adoración a diferentes deidades. Después, se fue comprendiendo la importancia de tomar registros de fenómenos meteorológicos (por ejemplo los huracanes), para después crear los primeros instrumentos de medición de variables meteorológicas, como el termómetro y el barómetro.

Sin embargo, a partir de la revolución industrial la influencia del hombre en la atmósfera comenzó a sentirse de una manera más sofisticada. El progreso industrial del hombre ha dejado su marca no sólo en la economía mundial, sino que también ha traído consigo su secuela ecológica. El hombre ha influido en al menos dos fenómenos actuales de escala global: el debilitamiento de la capa de ozono estratosférico, y el incremento en la temperatura media del mundo.

El primero se ha debido a la incorporación de clorofluorocarbonos (CFC) a la atmósfera. Se trata de productos netamente antropogénicos que se utilizaban como líquidos refrigerantes, agentes extintores y propelentes para aerosoles, y que tienen el potencial de destruir el ozono estratosférico, muy importante debido a que forma una capa que nos protege a los seres vivos de los dañinos rayos ultravioleta. La fabricación y el empleo de los CFC fueron prohibidos a raíz del Protocolo de Montreal, en 1987.

El segundo problema tema de este trabajo, se debe principalmente a la quema de combustibles fósiles a partir de la revolución industrial, lo que ha ocasionado un aumento considerable en las concentraciones de gases invernadero, tales como el bióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). Lo anterior ha producido ya sus efectos en el clima, en especial el aumento de la temperatura global media en aproximadamente 0.6°C a partir de la era preindustrial.

Antes de entrar a la discusión de este tema, parece conveniente precisar ciertos conceptos. El “clima”, como tal, suele definirse como el “estado medio del tiempo atmosférico” o, de manera más rigurosa, como una descripción estadística del tiempo en términos de valores medios y variabilidad de las cantidades pertinentes, durante periodos que pueden ir desde algunos meses a miles o millones de años. Por otro lado, “cambio climático” suele entenderse como “la variación estadísticamente significativa del estado medio del clima o de su variabilidad, que persiste durante un periodo prolongado (normalmente decenios o más)”.

El cambio climático se puede deber a procesos naturales internos (tales como erupciones volcánicas), o bien a forzamientos externos (como podrían ser cambios en la radiación solar media global que llega a la Tierra), o bien a actividades antropogénicas persistentes que tengan el potencial de cambiar la composición atmosférica o la vegetación.

El clima medio global terrestre está determinado por la energía entrante del Sol y por las propiedades de la Tierra y su atmósfera, llámense reflexión, absorción y emisión de energía dentro de la atmósfera y en la superficie. Sin embargo, a partir de los últimos 250 años ciertos cambios han ocurrido en varios aspectos de la atmósfera y la superficie terrestre, los cuales alteran el almacenamiento de energía global terrestre y, por lo tanto, pueden causar que el clima cambie.

Entre estas alteraciones se encuentra el incremento de la concentración de “gases invernadero” que, como su nombre lo indica, hacen el papel de un invernadero atrapando energía saliente de onda larga, contribuyendo con ello a aumentar de manera significativa la temperatura del planeta y, por lo tanto, el potencial de cambiar el clima en general. Es preciso hacer notar que el efecto invernadero como tal es un hecho benéfico para la vida en la Tierra, ya que de no ser por este efecto sería imposible tenerla en la forma en que actualmente la conocemos.

Sin la presencia de los gases invernadero en el planeta (el principal gas invernadero es el vapor de agua), la temperatura media de la superficie sería de menos 18°C, en vez de los agradables 15°C que tenemos. El problema radica en que la actual concentración de CO2 y CH4 excede ampliamente los niveles preindustriales encontrados en mediciones de placas de hielo polares que datan más allá de 650 mil años (Solomon et al., 2007). La figura 1 muestra únicamente los últimos 20 mil años, y en ella se puede observar claramente el incremento en las concentraciones de gases invernadero.

Dada la problemática anterior, el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (en adelante IPCC, por sus siglas en inglés) fue establecido en 1988 por dos entidades de las Naciones Unidas: la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Su misión es evaluar la información científica, técnica y socioeconómica relevante para el entendimiento del cambio climático, sus impactos potenciales y sus opciones de adaptación y mitigación.

Para su operación, el IPCC divide sus objetivos en tres grupos de trabajo principales: el Grupo I se dedica a trabajar con las bases físicas del cambio climático; el Grupo II trabaja con los impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático y, finalmente, el Grupo III se encarga de trabajar con la mitigación del cambio climático. Un punto muy importante es que cada uno de los resultados publicados por el IPCC es llevado a través del proceso formal de publicación en una revista científica indizada, revisada además con la lupa de diferentes “evaluadores” del propio IPCC expertos en el tema.

Hoy en día, debido a ese intenso proceso de evaluación de los trabajos, y de la confirmación “observacional” de varios de sus resultados relevantes, la trascendencia del IPCC ha crecido tanto que sus resultados son ya una referencia obligada en prácticamente cualquier discusión seria sobre este tema.

Durante las últimas dos décadas, el IPCC ha trabajado arduamente en generar lo que se conocen como “Reportes de Evaluación” sobre el cambio climático. El Primer Reporte de Evaluación salió a la luz en 1990, el Segundo en 1995, el Tercero en 2001, y actualmente el IPCC está en el proceso de publicar los resultados completos del Cuarto Reporte de Evaluación. Mencionaremos sólo algunos de los resultados encontrados en las bases de datos históricas y recientemente publicados por el IPCC (Solomon et al., 2007):

Las temperaturas medias globales en superficie continúan incrementándose. Once de los últimos 12 años fueron los más calurosos registrados desde 1850.

Se han encontrado incrementos en eventos de precipitación intensa.

Desde 1970 las sequías se han vuelto más comunes, especialmente en los trópicos y subtrópicos.

La cantidad de hielo en la Tierra está decreciendo. Se han encontrado evidencias de un retroceso en los glaciares de montaña desde finales del siglo XIX. La razón de pérdida de masa en los glaciares y en la cubierta de hielo de Groenlandia se está incrementando. En relación con esto, un estudio reciente encuentra que esta razón de pérdida de masa de los glaciares va más rápido que la pronosticada por cualquier modelo climático global.

El promedio global del nivel del mar se elevó durante el siglo XX. De 1993 a 2003 se elevó más rápidamente que durante el periodo 1963 a 2003, etcétera.

Por otro lado, se estima que para las décadas subsecuentes, según los modelos climáticos globales, la temperatura de la superficie media global habrá aumentado entre 1.8 y 4ºC para la década de 2090-2099, en comparación con la década 1980-1989 (figura 2). Se espera que el nivel medio del mar aumente entre 0.18 y 0.59 metros durante los periodos mencionados con anterioridad. Un estudio reciente menciona que la tasa actual de descongelamiento del océano Glacial Ártico sobrepasa las estimaciones hechas por medio de todos los modelos climáticos.

Figura 2. Cambios en la temperatura de la superficie terrestre proyectados para dos periodos del presente siglo, relativos al ciclo 1980-1999. Las imágenes muestran el promedio total de todos los modelos climáticos globales que participaron en el Cuarto Reporte de Evaluación del IPCC, para tres escenarios de emisiones de gases invernadero. Las de la parte superior corresponden al escenario de emisiones B1 (emisiones bajas), las de en medio al escenario A1B (emisiones medias) y las de abajo al escenario A2 (emisiones altas). (Ver detalles en Solomon et al., 2007.)

En cuanto a México, el panorama del cambio climático no resulta más alentador. Basándose en las estimaciones de los modelos climáticos globales que participaron para este Cuarto Reporte de Evaluación del IPCC, al menos dos estudios recientes (Giorgi y Bi, 2005; Seager et. al., 2007) encuentran que las condiciones previstas para nuestro país durante el presente siglo señalan un aumento en la aridez, especialmente en la zona norte.

Los resultados anteriores han traído como consecuencia que el hombre esté cada día más consciente de la problemática que se avecina en los siguientes años en relación al cambio climático. Prácticamente, todos los países del mundo están comenzando a trabajar en establecer los mecanismos de adaptación más viables para su región. Se busca así encontrar alternativas de energía más limpias, para que en un futuro no muy lejano sustituyan la quema de combustibles fósiles, que es todavía la principal fuente de energía en la actualidad.

Por lo anterior el cambio climático representa todo un reto por vencer para la humanidad en el presente siglo, en el que serán factores fundamentales las políticas que se tomen a escala internacional y, sobre todo, el respeto a las mismas con la finalidad de que salgamos lo mejor librados de esta problemática mundial.

Articulista: Martín José Montero Martínez

Referencias
Giorgi, F. y X. Bi, “Updated regional precipitation and temperature changes for the 21st century from ensembles of recent AOGCM simulations”, Geophys. Res. Lett., 32, L21715, doi:10.1029/2005GL024288, 2005.

Seager, R., Ting, M., Held I., Kushnir, Y., Lu, J., Vecchi, G., Huang, H., Harnik, N., Leetmaa, A., Lau, N., Li, C., Velez, J., y N. Naik, “Model Projections of an Imminent Transition to a More Arid Climate in Southwestern North America”, Published Online April 5”, Science DOI: 10.1126/science.1139601, 2007.

Solomon, S., D. Qin, M. Manning, R.B. Alley, T. Berntsen, N.L. Bindoff, Z. Chen, A. Chidthaisong, J.M. Gregory, G.C. Hegerl, M. Heimann, B. Hewitson, B.J. Hoskins, F. Joos, J. Jouzel, V. Kattsov, U. Lohmann, T. Matsuno, M. Molina, N. Nicholls, J. Overpeck, G. Raga, V. Ramaswamy, J. Ren, M. Rusticucci, R. Somerville, T.F. Stocker, P. Whetton, R.A. Wood y D. Wratt, “Technical Summary, Climate Change 2007: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change, Solomon, S., D. Qin, M. Manning, Z. Chen, M. Marquis, K.B. Averyt, M. Tignor y H.L. Miller (eds.), Cambridge University Press, Cambridge y Nueva York, 2007.

Fuente: IMTA

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