Cambio climático

Biodiversidad, aliado contra el cambio climático

Actualmente los páramos representan el 2.5 % del territorio de Colombia y son responsables directos de la depuración del 70 % del agua que beben sus habitantes

bio-aliadoCiudad de México.— A largo plazo los ecosistemas y la biodiversidad deberían de ejercer una función importante para la adaptación a los efectos del cambio climático y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

ConexiónCOP y el Instituto Humboldt desarrollaron el diálogo virtual “La Biodiversidad como solución frente al cambio climático: El caso de Colombia”, que contó con la participación de Brigitte Baptiste, directora general del Instituto Humboldt, y Antonio Hill, director ejecutivo de Global Call for Climate Action.

Durante el encuentro digital cientos de asistentes de Latinoamérica resolvieron sus dudas sobre los temas de biodiversidad y cambio climático, además se conversó sobre el reto de enfrentar el calentamiento global y lograr la conservación de recursos, que implica cambios fundamentales y requiere el apoyo de todos los grupos de la sociedad.

Actualmente no existe suficiente investigación sobre el vínculo entre el uso sostenible de la biodiversidad y la facultad de adaptación a los efectos del cambio climático, sin embargo ya se pueden tomar acciones concretas para mejorar esa situación. Entre ellas, los expertos recomendaron desarrollar un vínculo más fuerte entre la Conferencia de la Convención de Diversidad Biológica de Naciones Unidas y la Conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, además de recoger la intención del Acuerdo de París alcanzado en diciembre del año pasado, para incorporar los ecosistemas en la gestión de la adaptación y volverlo un mandato en las negociaciones internacionales.

Entre los puntos más resaltantes, Brigitte Baptiste sostuvo que a largo plazo los ecosistemas y la biodiversidad deberían de ejercer una función clave para absorber los excesos de gases de efecto invernadero (GEI) producidos por las actividades humanas y responsables del cambio climático. Antonio Hill resaltó que el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) reconoce que la relación entre el uso sostenible de la biodiversidad y la adaptación al cambio climático es una donde más sinergias se encuentran para lograr prácticas que permitan un desarrollo sostenible.

Prácticas innovadoras para la adaptación al cambio climático

Los expertos resaltaron que en Colombia —uno de los países más megadiversos del mundo y también uno de los más vulnerables al cambio climático— y en muchos otros países ya existen numerosas prácticas basadas en biodiversidad, de las más simples y tradicionales a las más innovadoras, que se sabe son eficientes para adaptarse a los efectos del cambio climático.

Resaltaron como ejemplos el manejo sostenible de los suelos para la ganadería y la producción agrícola, el turismo basado en recursos ecológicos, o iniciativas de gestión de ecosistemas acuáticos en alianza con asociaciones de pescadores. Un caso concreto que se implementa actualmente en Colombia es el uso del vetiver, una hierba con raíces muy profundas, para evitar deslizamientos de suelos en la región andina, que se vuelven más frecuentes con la intensificación de las inundaciones por el cambio climático.

Frente a esta diversidad de soluciones existentes, Hill indicó que el reto reside principalmente en su implementación.

“La pregunta central es: ¿Cómo el Estado puede asegurar incentivos para el uso y la adopción a largo plazo de estas prácticas en la sociedad?”, demandó Hill.

Agua y biodiversidad, dos elementos inseparables

Durante el diálogo se abordó el tema del agua, que según los expertos es uno de los problemas centrales del cambio climático. Afirmaron que no se puede separar la gestión del agua de la gestión de la biodiversidad, y que particularmente en Colombia los dos campos deberían estar mucho más conectados. Baptiste explicó que numerosos organismos que constituyen la biodiversidad intervienen en la regulación hidrológica.

“Por ejemplo, en Colombia el 30 por ciento del agua que corre por la superficie proviene de bosques de montaña, que la capturan por medio de las lluvias, y cuyos suelos filtran el agua y la vuelven potable”, indicó Baptiste.

Páramos y humedales le hacen frente al cambio climático

Actualmente los páramos representan el 2.5 por ciento del territorio de Colombia y son responsables directos de la depuración del 70 por ciento del agua que beben sus habitantes. Por su lado, los humedales cumplen una función crítica en la regulación de los ciclos de inundaciones y sequías. En ese contexto Baptiste resaltó que es indudable que estos ecosistemas cumplen una función preventiva clave del deterioro ambiental que causa el calentamiento global.

Precisó que preservar manglares en buen estado es fundamental, ya que según recientes estudios, los manglares de buena calidad son grandes capturadores de dióxido de carbono (CO2), mientras que los que se encuentran en estado de deterioro emiten más metano (un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global 20 veces mayor al del CO2) que el carbono que capturan.

Hill resaltó que uno de los mayores retos para la protección de la biodiversidad se relaciona con la forma de delinear la propiedad, lo cual implica la necesidad de realizar ajustes en el marco jurídico colombiano.

“Una de las 10 acciones que propuso Colombia en su compromiso climático fue la delimitación y protección de los 36 complejos de páramos que presenta el país”, precisó.

Áreas protegidas y el rol de las comunidades indígenas

Durante el diálogo virtual, los especialistas indicaron que las áreas protegidas juegan un papel importante en la protección de la biodiversidad y la generación de servicios ecosistémicos, así como en la absorción de GEI, pero que en Colombia todavía no están siendo suficientemente efectivas y que se necesita una revisión profunda de su manejo.

La mayoría de las áreas protegidas del país se concentran en la región amazónica, y no incluyen a áreas muy ricas en ecosistemas de la zona andina o del Caribe, según indicó Baptiste. Hill agregó que las áreas protegidas siguen siendo fuentes de emisiones en vez de ser amortiguadores, y resaltó que el compromiso climático de Colombia propuso aumentar en más de 2.5 millones de hectáreas la cobertura de nuevas áreas protegidas, pero no indicó acciones para invertir en las áreas protegidas ya implementadas.

Los expertos resaltaron que es imprescindible trabajar para buscar nuevos mecanismos de conservación con actores muy concretos como las comunidades. Se sabe además que la tercera parte del territorio de Colombia se encuentra en formas de propiedad colectiva tanto de pueblos indígenas como de comunidades afrocolombianas, que por sus formas de manejo de los ecosistemas han permitido la supervivencia de la biodiversidad, pero afrontan numerosos retos, como la pérdida de sus conocimientos tradicionales. Se necesita fortalecer a los pueblos para darle cumplimiento a los compromisos internacionales, respetando a sus plenos derechos.

El reto de enfrentar el cambio climático es tan grande que implica cambios fundamentales y requiere el apoyo de todos. “Los líderes indígenas tienen autoridad moral para hacer sus reclamos, no sólo frente al cambio climático, sino también en conservación”, fue una de las ideas principales durante el encuentro.

Un nuevo modelo económico para Colombia

Las economías modernas favorecen a la concentración del capital, de poder, y de riesgo hacia una economía insostenible, por ello Brigitte Baptiste sostuvo que se necesita intervenir el modelo actual para orientarse hacia una economía que sea más sostenible.

“Es importante que el Estado de Colombia recupere parte de su papel regulador y también promueva la participación activa de las comunidades rurales como promotores de soluciones, e incentive de manera financiera, porque hay buena ciencia y buenos conocimientos para hacerle frente al cambio climático”, indicó Baptiste.

En su turno Hill resaltó que hace falta una economía guiada por el bienestar de la vida e hizo un llamado con respecto a la importancia de la participación ciudadana.

“Las soluciones existen para lograr una mejora sustancial en la vida humana. Con el Acuerdo de París hay oportunidades muy grandes, que además se anexa con los intereses de los ciudadanos. Por ejemplo en Bogotá se puede evitar el transporte individual, se debe invertir masivamente en transporte público usando energías renovables, y ello es una solución con convergencia para el bienestar humano y para hacerle frente al cambio climático”, finalizó.

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