Biodiversidad

Planes de reforestación prolongan agonía de bosques

Cerca del 85 por ciento de las áreas boscosas del Valle de México ha desaparecido y en el plano nacional sobreviven no más de 400 mil kilómetros cuadrados de bosques. Según cifras oficiales, anualmente se pierden hasta 12 mil kilómetros cuadrados y los cálculos de las Naciones Unidas son más optimistas: diez mil kilómetros cuadrados.

Mientras esto ocurre en México, en Chile, Costa Rica, Sudáfrica, Jordania, Israel, Canadá y Estados Unidos sus bosques se incrementan cada año a razón de 20 mil kilómetros.

Chile tiene una sola especie de pinos, la cual no es nativa del lugar y además se exporta a México, país que cuenta con más de cien especies y no exporta productos forestales que valgan la pena. Otro país: Finlandia, al explotar sus bosques logra crecimientos de entre 20 a 25 centímetros por año.

México importa cerca de seis mil millones de dólares en productos forestales, cantidad que equivale a las remesas que los mexicanos radicados en el extranjero envían hacia nuestro país. Gran parte del territorio nacional, que es tan extenso como toda Europa, tiene una marcada vocación forestal. Incluso, su accidentada topografía no es apta para la agricultura, pero sí para el bosque. En pocas palabras, México debería ser una potencia forestal mundial.

Esta problemática fue planteada por Ernesto S. Maurer, durante la exposición sobre medio ambiente denominada EnviroPro, que se realiza en el World Trade Center de la ciudad de México cada año. En su opinión, el gobierno invierte 500 millones de pesos en la reforestación de 1,700 kilómetros cuadrados, al plantar unos 200 millones de árboles, mientras que se pierden entre diez mil y 12 mil kilómetros cuadrados.

Es evidente que estas medidas no son suficientes. La supervivencia de lo plantado es, en el mejor de los casos, de un 50 por ciento. Esto quiere decir que la reforestación efectiva en 2003 fue de alrededor de 850 kilómetros cuadrados, sólo una doceava parte de lo que se pierde. Maurer concluye que los planes de reforestación del gobierno lo único que hacen es prolongar la agonía de los bosques, no resuelven el problema.

Maurer calcula que para por lo menos compensar la pérdida anual de bosques, habría que multiplicar por 12 la inversión para llegar a seis mil millones de pesos y plantar 2,400 millones de árboles. Para ello, se necesitaría una mano de obra de aproximadamente 12 millones de hombres por día, durante los dos meses del año que se puede plantar.

¿Por qué se pierden bosques?

Una parte del problema se genera por los llamados talamontes, mafias difíciles de combatir y que depredan los bosques mexicanos, pero otra parte está la extracción “hormiga”, que realizan individuos a lomo de burro (o mula), que se utiliza para consumo doméstico como combustible. La madera de los árboles también se utiliza para la elaboración de carbón vegetal o para postes de cerca.

Otro fenómeno que afecta a los bosques es el cambio de uso de suelo, que es cuando el campesino destruye las zonas boscosas con hacha y fuego para sustituirlas por sembradíos o para propiciar el retoño de pasto para el pastoreo. Esto ocurre porque un gran número de campesinos prefieren destruir el bosque y sembrar algo que les resulte redituable económicamente.

A diferencia del campesino mexicano, el finlandés, chileno, jordano, canadiense o neozelandés, siembra y cuida el bosque porque le genera ingresos para mantener a su familia. En México, se debe modificar la tónica de las leyes y la burocracia que se enfoca a vigilancia y castigo, no así hacia una orientación clara de apoyo, como el enseñarle al campesino a sacar provecho del bosque.

Se debe eliminar también la idea muy arraigada en la sociedad mexicana de que el árbol es intocable y sagrado. Maurer propuso desarrollar una silvicultura no solamente sustentable, sino también sustentante, es decir, que sostenga al ser humano. Descubrir que el bosque es una fuente cada día más productiva de sustento del hombre y no sólo de sustentabilidad para el bosque.

Si no se deja atrás la idea del árbol sagrado, intocable, México estará perdiendo la maravillosa oportunidad de aprovechar sus bosques y, al mismo tiempo, acabar con la pobreza en el campo y convertir al país en una potencia mundial silvícola. Según Maurer, los bosques de México podrían producir 28 millones de metros cúbicos para aserrío en forma permanente, sustentable.

Romper con lo asfixiante

La Ley forestal ya no habla de vedas para explotar el bosque, sino de la importancia de las plantaciones forestales comerciales. Incluso, el gobierno subsidia el establecimiento de tales plantaciones y ya se han plantado 1,300 kilómetros. En Campeche se busca tener plantaciones por cerca de dos mil kilómetros más.

El Prodeplan es la institución gubernamental encargada de fomentar el establecimiento de plantaciones y se están logrando resultados en grandes extensiones de bosques naturales, mediante manejos productivos. Las autoridades muestran energía a favor de desregular, combatir la corrupción y promover lo que ya se conoce como negocio limpio del bosque.

Sin embargo, según Maurer lo que más se necesita es eliminar el absurdo y asfixiante exceso de reglamentaciones y la corrupción.

La Comisión Nacional Forestal ha propuesto la idea de pagar al campesino una especie de compensación por fabricar agua y capturar carbono en su bosque. La magnitud del beneficio sería mayor si el campesino explotara el bosque.

En opinión de Maurer, entre 60 a 80 por ciento de las áreas boscosas se compone de predios comunales o ejidales y este tipo de propiedad sufre un proceso de degradación acelerado. Citó al economista Garret Harding, quien en la década de 1960 dijo que la propiedad colectiva tiende a destruirse y sólo cuando la propiedad es privada, ésta tiende a mejorarse. A este fenómeno lo calificó como el efecto de lo común.

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