Ave marina regordeta y de alas anchas que en el vuelo se le observa pesada con movimientos lentos y dificultosos, y que alcanza un peso promedio de 744 gramos y un largo de 48 centímetros. Su plumaje es café grisáceo en las partes superiores, blanco manchado en el vientre, veteado en el interior de las alas y oscuro en la cabeza.
Esta especie migratoria que cruza cuencas oceánicas y hemisferios, se distribuye a lo largo del Pacífico oriental. Sus sitios de anidación se localizan en las islas Mocha, Robinson Crusoe y Santa Clara, de la costa chilena; luego de su reproducción se dispersa hacia el norte a lo largo de la costa occidental de América del Sur y América del Norte. Entre los meses de abril y mayo la presencia de la pardela pata rosada se hace evidente en el golfo de California en México, hasta Columbia Británica, en Canadá.
La especie enfrenta amenazas potenciales tanto en sus colonias de reproducción como en el mar; las principales son la explotación y destrucción de su hábitat, además de ataques efectuados por especies predadoras introducidas como gatos y coatíes. También la contaminación marina producida por productos derivados del petróleo, ya que los derrames de este combustible pueden provocar su muerte al afectar su hábitat y fuentes de alimento como el pescado y calamar.
Otro factor de peligro es la ingestión de plásticos debido a que las aves engullen este material que confunden con alimento.
Esta situación dio lugar a que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la clasifique como especie “vulnerable”, y que el Comité sobre el Estado de la Vida Silvestre Amenazada en Canadá, la haya incluido en la lista de especies “amenazadas”.
Actualmente en las costas chilenas se realizan trabajos de monitoreo para su conservación, mientras que Estados Unidos y México todavía no ponen en marcha acciones orientadas a la supervivencia de esta especie, señala Manuel Grosselet, subdirector de especies prioritarias de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
