Biodiversidad

Mariposa Monarca / Danaus plexippus

El viento sopla meciendo la copa de los árboles en el bosque de oyamel. Las hojas verdes contrastan con el naranja ocre de las mariposas monarca que revolotean, incesantes, de arriba abajo para después postrarse entre las ramas.

El bosque las acoge como suyas, mientras que se mimetizan en él para engañar a cualquier ojo atento. Están agotadas, regresan de un largo viaje que emprendieron desde el sureste de Canadá y el este de Estados Unidos para refugiarse entre los bosques del centro de México.

Su tamaño es de 11 centímetros con sus alas abiertas, y su peso no va más allá de un gramo; con su frágil estructura recorren entre 4,500 y cinco mil kilómetros de distancia, con el objetivo de refugiarse de las grandes heladas del norte.

Comienzan su viaje migratorio hacia el sur a principios de septiembre, a través de Norteamérica, orientadas por la trayectoria del sol. Las primeras mariposas monarca llegan a México por los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, en el norte del país.

En su trayectoria pasan por Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes, Querétaro, Guanajuato y Jalisco para establecerse finalmente, después de dos largos meses de viaje, en las montañas del centro de México, en los límites de los estados de México y Michoacán, con una altitud superior a los 2,800 metros de altitud.

Es en estos bosques donde hibernarán apiñadas entre las copas de los árboles y permanecerán en reposo durante enero, febrero y marzo, cuando aumentará la temperatura. En las áreas de hibernación esperan 12 colonias que cubren una superficie de aproximadamente 5.92 hectáreas para la temporada 2006-07.

La monarca de generación migratoria contiene bajas cantidades de hormonas sexuales por lo que sus órganos reproductivos no se desarrollan de inmediato y se mantienen en condiciones no reproductivas hasta que aumenta la temperatura.

Es decir, al término de la temporada de hibernación interrumpen la diapausa reproductiva para madurar sexualmente y comenzar a aparearse antes de emprender el viaje de regreso.

En tiempos del equinoccio de primavera las hembras de esta generación pueden aparearse hasta 10 veces y después de haber comenzado su fase reproductiva, la generación productiva sale del refugio invernal, en la tercera semana de marzo, rumbo a su hábitat en el norte del continente, para depositar sus larvas, generalmente en la zona centro-sureste de Estados Unidos.

La monarca migratoria: Generación Matusalén

El secreto de la vida longeva del lepidóptero monarca reside en su información genética. Las mariposas comunes o reproductivas viven de tres a cuatro sema-nas; sin embargo, en un proceso que le ha tomado millones de años, este insecto se ha adaptado para que la quinta generación viva siete u ocho meses.

A la generación especial de las mariposas migratorias se le llama “Generación Matusalén” y está programada genéticamente para vivir hasta siete u ocho meses, equivalente a que una generación de humanos viva 525 años.

“En cuanto nace tiene un frenesí alimenticio y comienza a alimentarse del néctar de 27especies de algodoncillo (alclepias), que es su hierba preferida para ganar energía y proteínas y así comenzar su viaje”, señala el director de la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, Concepción Miguel Martínez, quien además comenta que es en esta ge-neración donde recae el peso de la sobrevivencia de la especie.

Este fenómeno natural es compartido por Canadá, Estados Unidos y México y a pesar de que se puede hallar al lepidóptero como especie en Australia, África, Cuba, Europa, entre otras regiones, es tan sólo en los primeros tres países en donde se da el fenómeno migratorio. Sin embargo es en nuestro país en donde se da la concentración masiva, agrega Miguel Martínez.

El territorio de la monarca

Debido a la creciente pérdida de los bosques, la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca fue declarada, a partir de noviembre de 2000 , Área Natural Protegida. Localizada en el Eje Neovocánico mexicano, incluye cuatro municipios del Estado de México (Donato Guerra, Villa de Allende, San José del Rincón y Temascalcingo) y seis de Michoacán (Zitácuaro, Ocampo, Aporo, Angangueo, Senguio, Contepec).

Actualmente, la reserva cubre una superficie total de 56,259 hectáreas y está conformada por la “zona núcleo”, que es el bosque donde hiberna la monarca, y la “zona de amortiguamiento”, en donde puede haber aprovechamiento forestal sostenible y cuyo objetivo es disminuir los impactos antropogénicos sobre el hábitat de hibernación del lepidóptero.

Sin embargo, el informe Pérdida y Deterioro de los Bosques en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca 2005-2006, presentado por Fondo Mundial para Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), junto con el análisis efectuado por el Instituto de Geografía de la UNAM, evidencian una tendencia alarmante de pérdida de los bosques de hibernación.

Los resultados indican que en dicho periodo se perdieron o deterioraron 576.4 hectáreas, equivalente a un incremento de 140 por ciento con respecto a las hectáreas perdidas durante 2005.

El informe indica que la mayor pérdida del territorio se registra en el estado de Michoacán, en los predios de Crecencio Morales y en la Comunidad indígena de Nicolás Romero. Sumado a ello, los resultados de este análisis presentan como uno de los principales problemas la tala ilegal y el deterioro forestal crítico no obstante la reciente creación del Cuerpo de Policía Forestal Estatal de Michoacán.

Sin embargo, la reserva tiene una población rural de 500 mil personas que ejercen una fuerte actividad forestal “ya que cuando no es temporada de turismo esta población regresa al bosque o tiene que migrar”, denuncia el director de la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca.

A pesar de que se estableció el Fideicomiso para la Conservación de la Mariposa Monarca, el “Fondo Monarca”, que ofrece incentivos para la conservación del bosque, no es suficiente para los dueños de los predios, agrega Martínez.

Protección para el territorio monarca

Ente las recomendaciones presentadas en el informe de la WWF destacan: establecer retenes permanentes en puntos estratégicos; organizar una campaña de educación ambiental dirigida a los pobladores para concientizarlos sobre la importancia de la conservación del bosque y analizar las causas subyacentes de la tala ilegal.

No obstante, es prioritario incrementar esfuerzos para proteger el territorio perteneciente a esos pequeños y frágiles seres de alas luminosas que recorren miles y miles de kilómetros con la firme promesa de preservar su especie.

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