Biodiversidad

Las delicadas riquezas del Mar de Cortés

Éste, el último territorio prístino de México, se empieza a poblar especialmente en sus hermosas costas del Mar de Cortés en donde abundan bahías e islas y la riqueza marina es única en el mundo. Aquí mismo tiene lugar uno de los mayores retos: lograr la sustentabilidad de sus ecosistemas, comunidades y proyectos productivos y de desarrollo.

Territorio rudo y escasamente poblado, la península de Baja California vio limitado su crecimiento poblacional y económico hasta la década de 1970, cuando el gobierno federal mexicano impulsó proyectos turísticos que se convirtieron en polos de crecimiento poblacional. Antes, apenas y se conocía la región por crónicas como la del escritor Fernando Jordán con su obra titulada El otro México.

Hoy día, la sentencia del literato sigue vigente: lo que sucede aquí es parte de “otro” México. Es el México que conserva una delicada y extraordinaria riqueza biológica en mares y desiertos que atrae a conservacionistas y científicos de diversos lugares del mundo; es el México en donde la moneda de cambio es el dólar estadounidense; el México de los extranjeros que poseen casas de playa, yates y campos de golf; pero también el México de las comunidades pobres que carecen de los servicios básicos de agua potable y electricidad.

Y fue precisamente en Santa Rosaliíta, un pequeño campamento pesquero permanentemente azotado por el viento del Pacífico, en donde cinco años atrás el proyecto Escalera Náutica impulsado por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) inició su marcha cuando fue anunciado como un megaproyecto turístico que traería desarro-llo y progreso a la región.

La señora Reyes Gaxiola vive en Santa Rosaliíta y comenta que desde que les fue anunciado el proyecto Escalera Náutica, la calma de su comunidad se terminó. Justo en este campamento pesquero, Fonatur construyó un malogrado puerto para yates que con el paso de los meses se llenó de sedimentos. Desde este puerto actualmente se construye una carretera que cruzará la península para llegar a Bahía de Los Ángeles, en el Mar de Cortés.

Pero en Santa Rosaliíta y otros pequeños poblados pesqueros el progreso no ha llegado, sólo la especulación por la tierra más cercana a las costas en donde se anuncia la construcción de nuevas marinas y grandes hoteles, los que han sido criticados por grupos conservacionistas pues se teme que dañarán los ecosistemas.

“Ya le tenemos miedo a nuestro propio gobierno porque lejos de brindarnos apoyo, como ellos dicen, nos están amenazando para que dejemos nuestra tierra”, señala Gaxiola.

Como ella y su comunidad pesquera, muchas localidades sufrirán grandes cambios en pocos años, con la llegada de grandes inversiones turísticas a las costas del golfo de California.

Riqueza biológica amenazada

“La riqueza biológica del golfo de California tiene que cuidarse a través del cambio de la conducta de los humanos”, opina Miguel Ángel Cisneros, un apasionado biólogo pesquero que trabaja para la organización conservacionista internacional Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).

Comenta que la sustentabilidad es un proceso lento por el que se tiene que caminar. Quizás, bromea, igual que la felicidad nunca podrá alcanzarse plenamente. Y es precisamente una sensación de felicidad y de bienestar la que siente el turista al entrar en contacto con la delicada y extraordinaria belleza de las playas peninsulares.

Ello es una buena razón para entender el fenómeno de migración que se está dando hacia esta zona. No son los migrantes agrícolas mexicanos que van en busca de jornales los que llegan acá. Son hordas de extranjeros retirados que buscan un pedazo de tranquilidad frente al Mar de Cortés, quienes están poblando sus playas y fomentando un creci-miento urbano y de infraestructura hotelera que avanza a un ritmo acelerado.

El municipio de Loreto, en la costa oriental de Baja California Sur, tiene el índice de crecimiento más alto del país. Aquí, un grupo de empresarios canadienses han desarrollado la primera etapa de un complejo turístico que tendrá seis mil casas. Otros planes de hoteles, marinas, campos de golf están en el papel a la espera de que los inversionistas desembolsen los recursos para iniciar la construcción.

De hecho con una población actual de aproximadamente 15 mil habitantes, Loreto podría convertirse en un populoso puerto de unos 240 mil habitantes, si se cumplen las proyecciones de los inversionistas para construir 12 mil nuevos cuartos de hotel y su infraestructura asociada. Parecería bueno, pero no lo es si se toma en cuenta que el agua dulce disponible en la región la provee el acuífero de San Juan Londó, la que sólo alcanzaría para 20 mil habitantes, esto de acuerdo al estudio Futuros Alternativos para la Región de Loreto, rea-lizado por académicos de centros de investigación regionales en colaboración con la Universidad de Harvard, el Instituto de Oceanografía Scripps de San Diego, y el municipio de Loreto.

El mismo estudio informa que las actividades de construcción y el cambio de uso de suelo producto del crecimiento urbano que implican los nuevos complejos turísticos tienen el potencial de causar daño severo a los ecosistemas marinos de la región de Loreto.

“No sólo los peces están en riesgo, sino la viabi-lidad económica de la pesca deportiva y el sector de pesca artesanal están en peligro”, cita el estudio.

Sin embargo, a la vez que las amenazas del creci-miento acelerado y no sustentable se ciernen sobre la región, también se da una magnífica oportunidad para regular los proyectos y asegurar la conservación de la riqueza biológica, social y cultural.

“En la región del golfo de California tenemos una excelente oportunidad para tener un desarrollo sustentable de clase mundial, porque es el cuarto ecosistema más biodiverso a nivel mundial, por la flora y fauna endémica, por las 922 islas y porque el 40 por ciento de la áreas naturales de México se encuentran en esta región”, opina Sandra Guido, directora ejecutiva de la Alianza para Sustentabilidad del Noroeste Costero Mexicano (Alcosta), una red de 18 organizaciones conservacionistas ubicadas en los cinco estados que comparten el golfo de California y cuyo objetivo es que esta zona sea ejemplo para la humanidad en el uso de los recursos naturales.

Esto, explica Guido, sólo se podrá lograr con la construcción de una identidad socioambiental, y que además se brinden oportunidades de desarrollo para toda la población y se reconozca en la diversidad de recursos naturales su mayor riqueza. Resalta que su organización, no sólo persigue la conservación de la riqueza biológica sino que se busca el progreso económico, la equidad y la justicia social.

Pero el futuro se antoja difícil, acepta Guido, especialmente por la falta de agua en toda la región y por las características de los proyectos que implican la llegada de un turismo que puede tener fuertes impactos al medio ambiente.

Cita que hoy en día en la región del golfo de California hay 31 campos de golf en operación y se espera la inminente construcción de 45 más con la llegada de grandes complejos turísticos como Liberty Cove que planea un desarrollo con 24 kilómetros de costa, residencias, campos de golf, centros comerciales y una pista profesional para autos de carrera en las costas del estado de Sonora.

¡Tierra a la venta!

Hernán Cortés fracasó en su intento de establecer una colonia en el sur de la península de Baja California en 1535, pero hoy los desarrolladores turísticos de la zona le invitan a usted a adquirir un pedazo de este delicado desierto rodeado de mar con sólo hacer una llamada telefónica.

Muchas de las residencias recién construidas y ofrecidas a extranjeros, serán ocupadas pocas semanas del año por sus dueños, ya que ellos tienen otras casas en otros países lo que les posibilita a rentar sus propiedades en la península de Baja California. Tal es el caso del desarrollo turístico Marina Costa Baja en La Paz, que de entrada en su sitio de Internet menciona que “nosotros nos damos cuenta de que muchos compradores tendrán múltiples residencias en numerosas áreas del mundo… la habilidad de alquilar su residencia mientras ellos están lejos será un derecho importante de la propiedad”.

El sitio liveinbaja.com, abre con un lema: “Propiedades en Baja son una realidad”, que es ampliado con una explicación sobre la figura jurídica del fideicomiso, mecanismo por el cual los extranjeros pueden comprar propiedades con contratos de hasta 50 años de duración.

Esta nueva colonización por extranjeros remite a una forma de despojo que ya tuvo lugar, primero con su nombre, pues en el mundo a esta región ya no se le conoce como California, ya que el “estado dorado” ahora territorio de Estados Unidos ostenta hoy ese nombre. Sencillamente se le nombra “Baja” por sus nuevos colonos, principalmente viejos estadounidenses retirados que buscan la quietud de sus bahías y desiertos.

El investigador Felipe Cuamea, en la síntesis Región Golfo de California, publicada por la organización Conservación Internacional, sostiene que “el modelo convencional de desarrollo turístico de playa y sol presenta altos impactos físicos, visuales y ambientales, donde el objeto central de la promoción es la instalación turística misma”.

Este modelo de grandes hoteles con campos de golf, centros comerciales y piscinas son grandes consumidores de agua en una región que padece de un permanente estrés hídrico. A esto se suma que invaria-blemente los beneficios a la economía local son mínimos, y muy jugosos para las cadenas hoteleras.

Es claro para los activistas de Alcosta y otras organizaciones que esta carrera de desarrollo turístico se inició con el proyecto promovido por la administración del presidente Vicente Fox Quesada, la Escalera Náutica, que fue derrotado ante la opinión pública por sus dudas ambientales y la pobre captación de inversiones.

Pero el proyecto se levantó como el ave fénix, con el nuevo nombre de Proyecto Mar de Cortés, el que anuncia beneficios ambientales, económicos y sociales para la región.

El proyecto destaca que “parte de los ingresos derivados de los programas se destinará a la vigilancia, restauración y conservación de los recursos naturales”.

Hace un par de años, la construcción del puente terrestre para unir el Pacífico con el Mar de Cortés fue detenido por no contar con la Manifestación de Impacto Ambiental en la zona de la Reserva de la Biosfera del Vizcaíno. Lo que no evita que ahora la misma obra sea presentada como un esfuerzo para la “constitución del parque natural del Corredor Turístico Ecológico del Puente Terrestre”, lo que permitirá “la conservación de grandes espacios na-turales inalterados, su aprovechamiento turístico en algunos casos, así como la protección de las rutas de migración y de las zonas de alimentación y reproducción de numerosas especies de la fauna terrestre marítima”. Un cambio radical en el discurso… pero hay dudas si el cambio será también en los hechos.

Guillermo Acosta, gerente de Servicios Turísticos de Singlar, la empresa de gobierno ligada a Fonatur responsable de la construcción y operación de las 27 escalas náuticas para yates, asevera que los proyectos de construcción o ampliación de las marinas en el Pacífico o Mar de Cortés no traen consigo un desarrollo inmobiliario… pero acepta que otras empresas desarrollan y proyectan un acelerado crecimiento urbano alrededor de estos puertos.

Recalca que el turismo náutico tiene un alto nivel adquisitivo, una alta conciencia ecológica y no es masivo. Serán, dice, seis mil embarcaciones en promedio anual, las que pasearán en las aguas del golfo de California.

Las cuatro primeras escalas náuticas que están operando desde mayo de este año son Puerto Peñasco, Sonora; Santa Rosalía, Puerto Escondido y La Paz, en Baja California Sur. Al final de este año, el proyecto habrá desembolsado 1,600 millones de pesos para atraer al turismo a esta región.

Balandra, paraíso en peligro

La bahía de Balandra, ubicada a 22 kilómetros al norte de La Paz, Baja California Sur, es uno de los lugares más bellos del mundo. Así lo dicen los surca-lifornianos que acostumbran a ir de paseo para admirar el extraordinario paisaje semidesértico, definido por la relación entre cielo, mar y tierra.

Motivado por la importancia biológica y cultural de la bahía, el municipio de La Paz la decretó como Área Natural Protegida Municipal con categoría de Zona de Conservación Ecológica, el 19 de julio de 2004. El decreto contempló un área de 1,917 hectáreas, y estableció que sólo se podrán realizar actividades de bajo impacto.

Pero uno de los propietarios de los terrenos adya-centes a la bahía, el empresario inmobiliario Miguel Alemán Magnani —hijo del ex gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Velasco— obtuvo un amparo contra el decreto que afectaba a su proyecto de desarrollo turístico para la zona que incluye hoteles cinco estrellas, villas, condominios, residencias, campos de golf y una marina.

Al caminar por la playa Balandra, uno experimenta una sensación de paz y tranquilidad, lo que sería imposible de lograr teniendo a lado un desarrollo turístico con capacidad para miles de personas, como se plantea por los empresarios.

De hecho, el arquitecto chileno Mathias Klotz, quien fue convocado a un concurso para el proyecto de bahía Balandra, explicó que el principal patrimonio del lugar es su paisaje impresionante y frágil que sería perturbado con el proyecto.

“En la visita al terreno, el primer impulso fue el de pensar que lo mejor en este lugar era no hacer nada, dejándolo en su estado original”, narra en su sitio de Internet.

Por su parte, la directora de Desarrollo Urbano y Ecología del municipio de La Paz, Bertha Montaño, sostiene que se han entablado negociaciones con los tres propietarios de los terrenos que rodean la bahía para hacerles saber que se tiene la intención de lograr el decreto de área natural protegida. Se muestra confiada a llegar un acuerdo que permita el decreto, pero también la construcción de desarrollo sin afectar al área de la bahía principal.

“En términos generales los conflictos en el entorno natural y económicos son muy fuertes especialmente en la zonas costeras en donde se tienen zonas prístinas con muy poca incidencia de impacto del hombre sobre ellas”, dice, y subraya que en el municipio de La Paz ya se han desarrollado proyectos que han afectado enormemente el equilibrio natural de los ecosistemas.

La funcionaria municipal explica que la comunidad ha mostrado su interés en que este lugar sea mantenido como un área natural sin influencia de la industria turística.

En opinión de Óscar Manguy Chávez, quien es instructor de la Escuela Nacional de Liderazgo al Aire Libre de los Estados Unidos (NOLS, en inglés), el reciente boom del desarrollo turístico en la región presenta situaciones nada sustentables como la cons-trucción de campos de golf en medio de desierto y agrega que actualmente quienes están disfrutando de los extraordinarios paisajes naturales terrestres y marinos son los extranjeros, por ello invita a los mexi-canos residentes de esta región a que revaloren su patrimonio natural y lo disfruten con respeto.

“Tenemos que estar conscientes de que el impacto que causamos en un ambiente desértico como el de la península tardará muchos años en regenerarse”, explica.

Su escuela, comenta, tiene un programa educativo llamado “No deje rastro” que se desarrolla en las costas de la península y con el que se enseña a los estudiantes los principios básicos para respetar la naturaleza y dejando un impacto mínimo.

Este tipo de turismo, dice, el que camina por las playas sin pisar ni levantar una concha, es el que necesita bahía Balandra para seguir siendo un lugar natural extraordinario, como lo ha sido durante miles de años.

Y mientras la lucha por mantener a este paraíso natural a salvo sigue, las quietas y cristalinas aguas de bahía Balandra se ven perturbadas por un jetsky, y al centro de la bahía varios yates reposan y sus tripulantes observan ésta, la que hasta hoy es quizá la playa más bella del mundo.

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