Biodiversidad

La crisis de la vida en la Tierra

El consumo insostenible en muchos países del hemisferio norte y la pobreza aplastante en los trópicos, están destruyendo la naturaleza. El desarrollo agrícola, la producción industrial y la urbanización están fragmentando y destruyendo los ecosistemas naturales; la introducción accidental y deliberada de especies exóticas está causando estragos en las comunidades nativas; la contaminación del suelo, el aire y el agua está alterando complejos ciclos biogeoquímicos y climáticos, y la cacería, el comercio y la sobrepesca están diezmando las últimas poblaciones de especies de grandes vertebrados, esto de acuerdo con un estudio de Conservación Internacional.

La extinción es el aspecto más grave de la crisis de biodiversidad, pues es irreversible. Si bien la extinción es un proceso normal y forma parte de la historia natural de este planeta, el registro fósil indica que, en ausencia de humanos, la duración promedio de las especies es de un millón de años. Sin embargo, las actividades humanas han aumentado al menos de un millar de veces el ritmo de extinción de las especies respecto a la tasa natural, indica el reporte de la organización.

Las extinciones masivas de esta magnitud sólo han ocurrido cinco veces en la historia de nuestro planeta; la última de ellas, que probablemente se debió al impacto catastrófico de un asteroide hace 65 millones de años, puso fin a la era de los dinosaurios. La consecuencia más obvia con la extinción catastrófica de otras especies es quizá la pérdida de opciones futuras en cuanto al uso de recursos naturales, ya que los científicos han identificado sólo entre 1 y 10 por ciento de las especies con las que compartimos el planeta y conocen la biología de un número mucho menor.
22 de abril, día de la tierra
De hecho, la extinción de las especies representa un peligro para la humanidad. Como ejemplo, la destrucción de los bosques de la alta montaña da origen con mayor frecuencia a deslaves catastróficos que cobran un alto precio en vidas humanas, como las trágicas avalanchas de lodo que en 1998 mataron a 10 mil personas en Honduras como secuela del huracán Mitch; también la epidemia del síndrome agudo respiratorio severo (SARS) en el Lejano Oriente que fue vinculada directamente con el comercio de vida silvestre para consumo humano.

Ante este panorama, la humanidad enfrenta una paradoja al tratar de decidir cómo incorporar las amenazas, los costos y las oportunidades en las prioridades de conservación. El estudio de la organización propone una estrategia de conservación doble en la que siempre se dé prioridad a las áreas más ricas en endemismo y se asegure la protección de los lugares más amenazados, cuyas especies se perderían si no se emprenden acciones de conservación. La otra estrategia es salvaguardar de manera simultánea y prioritaria los lugares, igualmente únicos, que aún no están sujetos a amenazas extremas.

Fuente: Conservación Internacional

Suscríbete al Boletín

PAÍSES QUE NOS ESTÁN VIENDO