Biodiversidad

Historias de delincuentes Traficantes, amenaza de la biodiversidad

Durante diez, años Víctor Duarte simuló el negocio perfecto: mientras sus empleados vendían zapatos a estudiantes y padres de familia, él comerciaba con pieles de tortuga y cocodrilo, especies en peligro de extinción.

Cuando la Procuraduría General de la República (PGR) lo arrestó, decomisaron de su almacén localizado en el centro de León, Guanajuato, 1,333 artículos de vestir elaborados con la piel de estos animales, que fueron valuados en un millón y medio de pesos.

A más de medio año de estos hechos, el que fuera un exitoso comerciante zapatero ahora se encuentra tras las rejas y sin derecho a fianza, ya que el delito que cometió, tráfico de especies, está tipificado como grave por las leyes ambientales mexicanas.

Víctor es tan sólo el eslabón de una “amplia cadena” delictiva que opera a lo largo de las costas del Pacífico mexicano y que abarca cinco estados del país, entre ellos Guerrero, Jalisco, Michoacán y Oaxaca.

La captura del comerciante inició tras la denuncia que interpuso la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ante la PGR en agosto de 2003. En ésta, las autoridades ambientales denunciaron la gravedad del problema y coincidieron en la necesidad de tomar cartas en el asunto.

Incluso, la dependencia entregó a la PGR un video en el que aparecen los rostros de varios sujetos robando grandes cantidades de huevos de tortuga en las playas de Oaxaca, producto que después se comercializaba de manera ilegal en mercados. Hasta ese momento se desconocía la ubicación de esta organización delictiva y las redes que mantenía, ya que también vendían las pieles de tortugas que capturaban.

No obstante, con los datos recabados, la Unidad Especializada para Delitos contra el Ambiente (Uedaple) de la PGR se dio a la tarea de investigar, abriéndose a su vez el expediente 18UEDAPLE/DA “A”2/2003.

Una vendedora los delató

Como primera acción, elementos encubiertos se dieron a la tarea de ubicar las playas donde operaba la organización criminal. La misión no fue fácil. Por mes y medio, los policías fueron ordenando las piezas del rompecabezas delictivo.

Para tal fin solicitaron información de la Procuraduría de Justicia de Oaxaca y de la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Pero fue una señora que vendía huevos de tortuga a las afueras de un mercado quien permitió que las indagatorias dieran un giro importante.

Empujando un pequeño carrito de supermercado, la mujer vendía los huevos de quelonios que sus proveedores le daban. La jornada para ella comen-zaba a las nueve de la mañana y finalizaba siete horas después. Caída la tarde, los distribuidores regresaban por las ganancias de la venta, que ascendian a 500 pesos diarios. Para la mujer los ingresos eran mínimos, apenas un 5 por ciento del total.

Con dos semanas de indagatorias, los agentes ubicaron también a las personas que a su vez entregaban el producto a los proveedores.

La investigación que había iniciado en agosto de 2003, poco a poco fue tomando forma. Después de reunir las partes del rompecabezas delictivo y tras seguir los pasos de la humilde vendedora, los policías federales llegaron a las playas donde se realizaba el robo de los huevos. No obstante, se encontraron con una nueva dificultad, ya que nadie en la zona quería denunciar a la organización delictiva por miedo a las represalias. Pese a la protección recibida, la PGR logró ubicar a la banda de Los Nejos, que aparecía en el video entregado por la Profepa.

También se identificó al jefe de la banda, Jaime Sarabia, (a) El Conejo, apodado así por la habilidad que tenía para atrapar a las tortugas y sus crías. En diciembre de 2003 la Uedaple consignó el expe-diente a un juez federal, quien giró una orden de aprehensión contra Sarabia, aún prófugo de la justicia. En las indagatorias, la PGR estableció que 30 personas operaban de manera directa con la banda.

Paralelamente, las investigaciones se exten-dieron a los estados de Jalisco, Guerrero, Michoa-cán y Guanajuato, ya que se concluyó que en esas entidades también se daba el fenómeno del consumo de pieles y huevos de tortuga, como ocurrió en el caso del empresario Víctor Duarte. De hecho, la banda de Los Nejos era una de las encargadas de surtir este tipo de productos a las entidades mencionadas.

Sin embargo, el negocio sucio aún no termina y la alerta continúa, pues la temporada de reproducción de la tortuga llegó de nueva cuenta y con ella la venta y robo de huevos, buscados por sus supuestas propiedades afrodisiacas, que en realidad son una alta fuente de colesterol para el orga-nismo humano.

Bajo protección federal

Debido a la importancia biológica de las tortugas y a su veda total decretada en 1990, del 8 al 16 de agosto, la PGR realizó una serie de operativos en las costas de Oaxacaen donde la dependencia evitó el saqueo de más de seis millones 900 mil huevos de tortuga.

Estas operaciones fueron realizadas en los municipios de Puerto Escondido, Santamaría Tonameca, San Pedro Huamelula y Santa Cruz Huatulco, y con ellas la Uedaple buscaba salvaguardar la integridad de las tortugas y sus nidos durante esta temporada de desove.

El trabajo consistió en recorridos cada hora y a lo largo de 16 kilómetros, toda vez que se contó con la participación del personal del Centro Mexicano de la Tortuga, de Mazunte, así como de inspectores de la Profepa en el estado, y de elementos de la Secretaría de Marina adscritos a la Décima Zona Naval con sede en Salina Cruz.
También, las autoridades practicaron ocho recorridos carreteros de revisión en el tramo de Puerto Escondido-Mazunte, ocho operativos móviles de vigilancia en terrenos aledaños y tres para exploración de embarcaciones.

En total, se efectuaron 167 recorridos de trayectoria fija en la playa La Escobilla a lo largo de 16 kilómetros; 32 recorridos de trayectoria móvil de vigilancia a lo largo y ancho de los 27 kilómetros cuadrados de revisión de los terrenos aledaños a la playa citada en brechas y accesos naturales; 460 vehículos revisados en los más de 2,300 kilómetros acumulados en recorridos en carretera y 40 embarcaciones menores revisadas en Puerto Escondido. Todo ello para evitar el tráfico de especies, en este caso, las tortugas marinas.

Significados en las diferentes culturas del país

En varios estados del norte del país es muy común que en la fiesta de una quinceañera o un bautizo se coma caldo de tortuga, lo cual da cierto estatus de abundancia.

Los vaqueros o rancheros utilizan zapatos o cintos de tortuga para tener un mejor estatus entre ellos mismos.

Hay etnias que sacrifican a la tortuga para celebrar una festividad al interior de la comunidad.

La supervivencia

De cada 100 huevos que deposita la tortuga, sólo dos alcanzan la edad madura de reproducción. Si los huevos son robados, se pone en peligro la especie.

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