Forestal

Leyendas de bosques en México

Algunas de las leyendas más representativas de los bosques

bosques-leyendasCiudad de México.— La historia de Xalitzintla, pueblo de unos dos mil habitantes en Puebla y emplazado a 12 kilómetros del volcán Popocatépetl (en lengua náhuatl significa “montaña que humea”), ha estado marcada por el coloso de cinco mil 452 metros de altura.

Los habitantes de alrededor del volcán no suelen llamarlo Popocatépetl, sino Popo y también suelen decirle Don Goyo, diminutivo de Gregorio.

Los Temperos del pueblo, una especie de sacerdote, dicen tener la facultad de comunicarse con el volcán en sueños. Según lo que platica la gente del lugar, Don Goyo es un diablillo o nahual surgido de las fogosas y no siempre dormidas entrañas del Popocatépetl, que acostumbra pasearse por los pueblos aledaños para advertir del peligro de erupción volcánica.

Cuenta la leyenda que si alguien lo encuentra, el diablillo, que también se manifiesta como un anciano, les contará historias llenas de moralejas y consejos.

El viejito tiene el pelo y la barba blancos hasta los pies y cuando tiene los ojos rojos es señal de que está enojado, es cuando ocurren las erupciones volcánicas.

San Luis Potosí: Un Valle de los Fantasmas

La sierra de Álvarez brinda diversos servicios ambientales al estado potosino: es un área de transición entre el semidesierto del centro y los bosques de pino y encino de la parte media.

Enclavada en ella se encuentra el Valle de los Fantasmas, lugar enigmático y misterioso que alberga una gran cantidad de formaciones de rocas basálticas esculpidas de forma natural por miles de años.

Durante las noches de luna llena se presentan figuras fantasmales monumentales apreciadas por los campistas recurrentes que, alrededor de sus fogatas, platican historias del más allá en un entorno ideal. Estas siluetas se manifiestan debido a las sombras que se producen sobre las formaciones rocosas grisáceas y blancas, en conjunto con la vegetación del lugar.

Dentro de las figuras fantasmales, las más populares han sido bautizadas por los lugareños y visitantes como, el soldado, el barco, los reyes, el monje, la tortuga, el rinoceronte y el elefante. Son testigos perennes del paso del tiempo y los viajeros.

Tamaulipas: La leyenda de Pancho Rojas y la cueva del oro

Se cuenta que Pancho Rojas, arriero tamaulipeco, pasaba de camino al trabajo por el Cerro Partido, en el municipio de Ocampo. Un día, ante el inclemente calor que sentía, decidió reposar un momento y empezó a recordar la leyenda que rodeaba la comunidad: había un inmenso tesoro en una de las cuevas del cerro, compuesto de joyas, doblones de oro español y demás riquezas.

Con la idea dándole vueltas en la cabeza, Pancho pensó que era buena idea salir a buscar aquella fortuna perdida. Por suerte (o desgracia), el arriero encontró la entrada de la cueva, guiado por el brillo del precioso metal que se desbordaba a la entrada del lugar.

De inmediato, Pancho se abalanzó para llenar unos costales con todos los tesoros que pudo cargar pero, al momento de salir de la cueva, la entrada se cerró abruptamente. Impactado, el hombrecillo escuchó una voz cavernosa que le susurró al oído: ¿Quieres el tesoro, hijo mío? Todo o nada, Panchito…

Asustado, el pobre arriero echó a andar con los costales cargados en el lomo de su burro, sin volver la mirada. Al llegar a casa y mostrar la riqueza a sus familiares, estos le aconsejaron que para ahuyentar el mal y agradecer a Dios, pagara una manda de oro a la Virgen del Contadero (que se encuentra al pie de la Sierra Madre Oriental) y que donara la mitad de su fortuna. Pero no lo hizo.

Cuando Pancho iba de camino a hacer compras con sus costales repletos de oro, pasó frente a la imagen de la Virgen. Recordó las palabras de aquella voz en la cueva y, de pronto, su tesoro se convirtió en piedra.

Pancho regresó al Cerro pero no encontró la cueva. Solo volvió a escuchar aquella tenebrosa voz y ante él apareció un viejo indio. En ese mismo instante, Pancho cayó muerto.

Veracruz: El árbol que maldijo Dios

En la región centro de Veracruz hay un árbol que traicionó a un hombre.

Cuentan que hace muchos años, las personas que ingresaban por la noche a los bosques tropicales de la región sentían la terrible presencia de alguien que les acechaba. No tenía una figura definida, algunas personas le describían como un charro negro, un catrín, un animal salvaje o simplemente una sombra. Decían que era el diablo en busca de almas.

La naturaleza ayudaba a quienes andaban entre sus caminos: los árboles se abrían para dar cobijo y escondite hasta que pasara el peligro.

En una ocasión, un hombre corría despavorido del diablo y se acercó a un árbol para pedirle que lo ayudara. Esa noche el árbol lo ignoró y el diablo se llevó el alma de aquel desdichado. Dios, molesto con el árbol por negarle la ayuda a aquel paseante, lo maldijo quitándole su corteza dura.

Desde entonces su corteza es lisa, rojiza, escuálida y se despega en jirones. El sol que cae por las tardes le ilumina y brilla con un rojo intenso que pareciera fuego. Se le conoce de muchos nombres, pero por tener la piel tan delgada como un papel, en muchos lugares le llaman papelillo.

Yucatán: La leyenda de la Xtabay

Esta es la historia de dos hermanas de gran belleza. Una de ellas era Xtabay, conocida como Xkeban (la pecadora), porque se entregaba al amor. Las personas del pueblo la despreciaban y la veían como alguien desagradable. Aunque su cuerpo y su pasión la maldecían, su corazón la redimía pues curaba a los enfermos, amparaba a los desprotegidos y amaba a los animales.

Su hermana, conocida como Utz-Colel (mujer buena), era todo lo contrario: pura, justa y jamás había hecho algo malo que disgustara al pueblo. Pero en su interior era rígida, envidiosa y dura de corazón, incapaz de amar a sus semejantes por considerarlos inferiores y a los enfermos los consideraba repugnantes.

Un mal día la gente no vio salir a la Xkeban de casa. Así pasaron días. Los pobladores acudieron a su casa de la cual salía un aroma agradable. Descubrieron su cuerpo sin vida, el cual aún se conservaba gracias a los animales de la selva que la velaban.

Utz-Colel, lejos de sentir dolor, pensó que era un acto diabólico que el cadáver de una pecadora desprendiera aromas agradables. Entonces su cuerpo debería destilar un perfume mucho más agradable.

Al entierro solo fueron los enfermos que había sanado Xkeban. Al día siguiente, su tumba amaneció cubierta de flores hermosas llenas de color y suave aroma.

Al poco tiempo falleció Utz-Colel. Aún virgen, seguro alcanzaría la gracia de Dios. Tan rápido como falleció su cuerpo empezó a desprender un olor fétido. En seguida la enterraron y todo el pueblo estuvo presente. Le adornaron la tumba con hermosas flores que al amanecer se marchitaron. Los pobladores dijeron: esto es cosa del diablo.

En la tumba de la Xkeban brota una hermosa flor llamada Flor de Xtabentun. Su néctar embriaga dulcemente como una vez lo hizo su amor y su pasión. Mientras que en la tumba de Utz-Colel brotó la Flor de Tzacam, la cual es un cactus con espinas y del cual brota una flor hermosa pero sin perfume, así como fue en vida, una hermosa mujer sin alma, sin esencia.

Tal era el odio de Utz-Colel hacia su hermana que después de muerta logró regresar con la ayuda de los malos espíritus, enfadada por el desigual destino que habían tenido.

Utz-Colel se convirtió en la mala Xtabay, la cual surge del Tzacam para imitar a su hermana en vida, ofreciendo su mundano amor a los hombres a quienes aguarda en las ceibas, peinando su larga cabellera con un trozo del cactus lleno de púas. Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos y los asesina en el frenesí de un amor mortal.

Zacatecas: Los guardianes de la Barranca El Campanario

Cuentan que en la comunidad de Los Sedanos, municipio de Tlaltenango, existe un lugar con una energía muy particular. La Barranca El Campanario recibió este nombre por las formaciones rocosas que simulan precisamente un campanario.

En el lugar también hay dos grandes rocas que los lugareños llaman Los Guardianes, a quienes si deseas entrar a la barranca se les hace una ceremonia en la que se les pide permiso para visitarla, con la promesa de cuidar la naturaleza, de no cazar ni cortar plantas.

Cuentan los habitantes de la comunidad que cuando las personas no hacen la ceremonia y entran sin permiso o no cumplen su promesa, algo muy malo les pasa durante la visita, pues ya se cuentan experiencias de personas que tuvieron algún incidente: una caída o un encuentro con animales peligrosos.

Otra de las leyendas que se cuentan es la de un área que parece una puerta. Si esta puerta es atravesada en Semana Santa, se escuchan campanas y se ven personas vestidas con ropajes de otro tiempo; hay párrocos que ofrecen misa en latín y cuando se logra salir de este lugar, ya han pasado varios días, meses o hasta años.

Fuente: Conafor

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