Biodiversidad

Flotando en la “Puerta del Cielo”

La riqueza de esta reserva se encuentra en sus ríos subterráneos, sus 23 sitios arqueológicos y en una biodiversidad de más de tres mil 900 especies de flora y fauna

La Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, en el sureste de México fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1987.

Miles de años atrás, los mayas se asentaron al sur de Quintana Roo, y decidieron que esas tierras eran un “regalo del cielo”.

Su significado en maya: “La Puerta del Cielo”. Reserva de la Biosfera desde 1987, estas 650 mil hectáreas en la costa del mar Caribe se ubican dentro de lo que fueron los cacicazgos de Cohuah y Uaymil, durante los periodos Preclásico y Clásico maya (2000 a.C.-900 d.C.), y donde se han descubierto entierros humanos y materiales de unos dos mil 300 años de antigüedad.

En manos de México en un 99%, la riqueza especial de esta reserva se encuentra en sus ríos subterráneos, los más grandes del mundo, en sus 23 sitios arqueológicos y en una biodiversidad de más de tres mil 900 especies de flora y fauna, con animales como el jaguar, el puma, el mono araña, el tapir o el manatí, además de poseer nueve ecosistemas.

Entre ellos surge la selva mediana; el manglar, la planta que más carbono absorbe y que ayuda a frenar el cambio climático y las mareas; y el arrecife coralino, que forma parte de la barrera arrecifal mesoamericana, la segunda más grande del mundo con más de mil kilómetros.

El negocio

Pero no hay que olvidar el factor estético, que atrae a 100 mil personas cada año y genera “un ingreso económico muy importante, simplemente porque esto existe y a la gente le gusta”, explica Olmo Torres-Talamante, socio fundador de Razonatura, organización que apuesta por el desarrollo sostenible y conservar la biodiversidad.

“Lo que un hotel en Cancún vende al turista es el azul turquesa del mar, que utiliza para hacer negocio, pero en ello no estás en ningún momento destinando parte de tu ganancia a reinvertir en ese capital original natural”, comenta a bordo de una lancha este biólogo especialista en cenotes y ríos subterráneos.

“Éste es uno de los grandes problemas del capitalismo y del sistema de producción en el que vivimos: no está integrado en el ciclo económico que tú reinviertas en la naturaleza”, critica Torres-Talamante, que pide medidas como programas de conservación, o que la industria turística destine parte de sus fondos.

Esos atractivos los podrá disfrutar quien realice un paseo a nado por el canal de 24 kilómetros, construido por los mayas como ruta comercial, dejándose llevar por la corriente y rodeado de largas raíces que serpentean hasta tocar el fondo y plantas epifitas —que crecen unas sobre otras— como orquídeas y bromelias.

O quien atraviese luego, en lancha, el sistema lagunar, observando una vegetación que sólo se encuentra en la península de Yucatán y Florida (sureste de México y Estados Unidos, respectivamente) y peces como el pargo, sábalo o palometa, en una transición de agua dulce a salada hasta desembocar en el mar Caribe.

Protección

Este turismo está en manos de las cooperativas, unión de organizaciones y pescadores que buscan para esta Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an y Patrimonio Mundial, un turismo responsable alejado del de sol y playa.

El presidente de esta reserva manejada por la Comisión Nacional de Áreas Nacionales Protegidas (Conanp), dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), aclara a la agencia Efe que estas áreas “tienen que ser un sitio donde se desarrollen actividades económicas que beneficien a las comunidades, sin dañar a los ecosistemas”.

Además, Ángel Omar Ortiz Moreno destaca en el pueblo pesquero de Punta Allen que “los principales aliados en su conservación son los propios pescadores, que se dedican al ecoturismo, la pesca deportiva de captura y liberación y la de la langosta, en un modelo sostenible con refugios pesqueros”.

Estas son zonas que, de forma voluntaria, las cooperativas deciden dejar tranquilas, sin pesca, para que el mar descanse y se recupere la biodiversidad.

Una biodiversidad bien conservada es uno de los requisitos para que un área natural protegida sea considerada reserva de la biosfera, como también que existan poblaciones humanas viviendo y haciendo uso de los recursos naturales dentro del área protegida, y que los ecosistemas no hayan sido alterados por el ser humano.

Con información de EFE

Teorema Ambiental

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