Biodiversidad

Estudian fósil de ballena en 4 patas hallado en Sudamérica

Los restos fueron localizados en la costa sur de Perú y es el primer esqueleto bien preservado de un cetáceo de cuatro patas hallado en el Pacífico

Teorema Ambiental/Redacción

Lima, Perú, 2 de enero de 2020.— En el Museo de Historia Natural de Lima, Perú, se encuentra un interesante resto fósil que vivió hace 42 millones de años, el cual todavía se está investigando. Se trata de una ballena anfibia descubierta en 2011 en la costa sur de Perú por el paleontólogo Mario Urbina.

La especie fue llamada Peregocetus pacificus, que proviene del latín pereger (viajero) y cetus (ballena).

“Este fósil es el único resto de una ballena de cuatro patas o protocétido descubierto en Sudamérica hasta la fecha”, explicó Rodolfo Salas-Gismondi, del Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural de Lima. “Es el primer esqueleto bien preservado de un cetáceo de cuatro patas de toda la región del Pacífico”, señaló Olivier Lambert, investigador del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales que lideró los estudios.

Estos restos ayudaron a los científicos a comprender cómo evolucionaron las ballenas desde sus orígenes en Asia hace más de 50 millones de años, ya que fueron halladas ambas mandíbulas, gran parte de la columna vertebral, incluyendo la cola, numerosas costillas, la pelvis y las patas. Fue localizado en las rocas de la Formación Yumaque, en la zona desértica frente a la Playa Media Luna, en la costa sur del Perú.

Además, su conservación se dio bajo circunstancias extraordinarias, ya que “las condiciones fueron favorables en ese lugar para que su fosilización se diera porque sus restos se enterraban rápidamente o porque la descomposición y desmembramiento ocurría lentamente”, explicó Salas-Gismondi.

Luego de que los restos se enterraron y fosilizaron, y que los sedimentos que cubrieron los restos se convirtieron en estratos de roca sedimentaria, toda esta zona subacuática debió emerger, gracias a los movimientos tectónicos ligados al nacimiento de los Andes hasta ubicarlos en la superficie del desierto. Actualmente este espacio es uno de los yacimientos paleontológicos más importantes del mundo para estudiar la evolución de los ecosistemas marinos.

“Los fósiles más antiguos de cetáceos son provenientes de la India y Pakistán, no tenían muchas adaptaciones al ambiente acuático y eran relativamente pequeños, del tamaño de un perro”, explicó Lambert. Agregó que algunas especies se adaptaron a la vida en el agua, pero retuvieron las extremidades y comenzaron a dispersarse.

Primero migraron hacia las costas del norte y este de África. Y posteriormente cruzaron el Atlántico hasta llegar a América.

“El fósil de Perú indica que las ballenas de cuatro patas cruzaron el Atlántico sur desde África a Sudamérica, antes de migrar hacia el norte”, agregó Salas-Gismondi y señaló que este hallazgo les permitió determinar que estos cetáceos arcaicos habían habitado Sudamérica, abundó y mencionó que hace 42 millones de años Sudamérica era un continente-isla y la única forma de llegar a él era a través del océano.

“Es sorprendente que un cetáceo arcaico, no totalmente desligado de la vida en tierra, haya atravesado grandes distancias en el océano, aun cuando podían nadar.

“Los cetáceos tienen un ancestro totalmente terrestre, de un grupo extinto de mamíferos con patas entre los artiodáctilos, el gran grupo que incluye ahora a los hipopótamos, ciervos, vacas y llamas”, puntualizó. Esta capacidad de mantener las patas les permitía regresar a tierra firme a descansar, dar a luz, y otras actividades más.

Pero cuando algunas ballenas comenzaron a desarrollar su cola para nadar, las patas pudieron convertirse en un obstáculo para movimientos más eficientes. “En este punto los cetáceos ya no podían volver a tierra y tenían que dar a luz en el agua”, señaló.

“En los próximos meses empezará una investigación minuciosa sobre la anatomía funcional del Peregocetus”, señaló Salas-Gismondi.

“Se estudiará cada hueso del esqueleto poscraneano para entender cómo se movía, la forma en que usaba sus patas durante el nado o eventualmente cuando estaba en tierra. Ya demostramos que el Peregocetus tenía una pelvis y patas traseras lo suficientemente fuertes como para soportar su propio peso en tierra”, afirmó Lambert.

Finalmente, indicaron que compararán estos resultados con mamíferos semiacuáticos modernos, como las nutrias, para probar diferentes hipótesis sobre el uso de la cola durante el nado.

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