Especies

México cuenta con 4,500 especies de chinches

Existen algunas especies ampliamente conocidas por infestar árboles, otras por instalarse en nuestras camas para succionar nuestra sangre y algunas más por transmitirnos la enfermedad de Chagas

México, D.F.— Universidades y museos de todo el mundo envían cajas con pequeñas colecciones de chinches al doctor Harry Brailovsky del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien se ha dedicado a integrar un acervo de más de 1.5 millones de chinches, probablemente la colección más importante del mundo de insectos de este tipo.

Después de 45 años dedicados a la descripción, clasificación y estudio de la distribución de los heterópteros, como se les conoce científicamente, el investigador se ha convertido en una autoridad internacional y en una referencia obligada de este grupo de insectos de importancia agrícola y médica.

Existen algunas especies ampliamente conocidas por infestar árboles, otras por instalarse en nuestras camas para succionar nuestra sangre y algunas más por transmitirnos la enfermedad de Chagas.

“En el caso de mi grupo de especialidad, las chinches, a nivel global, se conocen alrededor de 30 mil especies y en nuestro país unas cuatro mil 500 especies.” Aunque esta cifra no está tan dispar con el total, el problema es que cuando se desciende en la escala de clasificación, que va de grupos generales de organismos hasta llegar a la especie, cada vez se sabe menos. “De los coreidos, conocidos popularmente como chinches patas de hoja, mi campo de mayor especialidad, se conocerán quizá unas 800 especies”, señaló el investigador Harry Brailovsky.

En México tenemos una gran riqueza biológica aún desconocida y existen pocos taxónomos especializados en colectar, preservar muestras, recabar información y analizar los datos para identificar correctamente las especies para saber, de entrada, en dónde viven. “La distribución de las especies de insectos la damos nosotros, no los insectos, porque no hay forma de saberlo si nadie va al campo a colectarlos”, agregó Brailovsky.

Luego que los insectos se colectan en el campo y se montan delicadamente en grandes repositorios, abunda el reconocido investigador, el siguiente paso depende de la habilidad para observar a través del microscopio y de la capacidad de describir detalladamente los ejemplares, esto con la ayuda de la literatura científica apropiada para ello.

“Este trabajo no se trata de contar pelos, patas ni uñas, sino de ver y comparar diminutas estructuras morfológicas externas e internas de los organismos. Para mí, esta labor ahora es relativamente sencilla, pero para el joven que empieza, resulta compleja y muy tardada”, enfatizó el investigador.

Fuente: Teorema Ambiental

imágenes: plagiser.com

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