Especies

Dime cómo eres con los animales y te diré quién eres…

La osezna de Coahuila —torturada y exhibida por personal de protección civil del estado—, Pay de Limón —el perro mutilado por narcotraficantes—, Milo —el cachorro al que le partieron la cara con un machete—, Laurel, Lechuga, Sinforosa, Gala… La lista es interminable, tan interminable como las lagunas en legislación de protección a los derechos de los animales. Cada vez se conocen más casos de maltrato animal, cada vez la falta de respeto por la vida es más notoria y el castigo para los responsables, inexistente

Parte I

Alejandra Crail

“La cuestión no es ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?: Jeremy Bentham

“Cuando encontré a Sinforosa tirada en la banqueta pensé que estaba dormida”, así empieza su relato Paty Ruiz, creadora y fundadora de Milagros Caninos.

El escenario era cotidiano, un perro más recostado en la banqueta de la ciudad, en esta ocasión en la Delegación Xochimilco, sin embargo, Sinforosa no estaba dormida ni tomando el sol, la agresión que había sufrido la había dejado ahí, tirada, incapaz de moverse y con las mínimas fuerzas para tan sólo emitir unos cuantos gemidos de dolor.

El 15 de septiembre de 2005, día de fiesta nacional, de música, de baile, de comida, de convivencia, Sinforosa —sin saberlo— conoció el peligro que la ignorancia del hombre representa. De acuerdo con el testimonio de una vecina, dos niños de 11 y 12 años “festejaron muy a su manera”, tomaron a la perrita y la subieron a la azotea del edificio donde habitan, le amarraron cuetes entre los dedos de sus cuatro patas, los prendieron y la aventaron “a volar” desde el tercer piso del lugar.

El saldo: fracturas en la cadera, en sus cuatro patas y perdió las almohadillas que protegen a los canes al caminar.

Crimen sin castigo

Sinforosa es sólo una de los miles de animales que están en la lista de los que han sufrido algún tipo de maltrato por parte del hombre, ya sea premeditado o por descuido.

Según la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, éstos deben ser respetados, tienen derecho a la atención, cuidado y protección por parte de los seres humanos; y, como lo indica el artículo tercero de dicho documento, “ningún animal será sometido a malos tratos ni actos de crueldad”.

A pesar de esto, en México la situación para cualquier animal es compleja. Conforme lo señala la Asociación Cultural para Protección Animal (ACPA), los estados de Tabasco, Sonora, Sinaloa, Quintana Roo, Oaxaca y Durango son los únicos que aún no tienen leyes de protección; y, aunque son mayoría los que sí tienen establecidos los derechos, no hay una ley general que establezca sus privilegios ni las obligaciones del hombre para con ellos y, sobre todo, es casi imposible castigar a aquel que hace uso de su fuerza para causarles algún mal.

Mónica Pineda, presidenta y cofundadora de Gente por la Defensa Animal (Gepda), aseguró que la legislación que vela por el bienestar de los animales tiene igual cantidad de lagunas y de vacíos como las que velan por el bien del hombre.

“Para empezar no hay una legislación federal, en comparación con países del primer mundo como Estados Unidos o Inglaterra que tienen una legislación federal que se hacen valer sin importar en qué estado se haya dado el caso de maltrato”, señaló.

Asimismo, enfatizó que para hacer una denuncia el procedimiento varía de un estado a otro y que hay organismos que custodian especies específicas, de acuerdo a su rol; sin embargo, señaló que los animales domésticos o de compañía, principalmente perros o gatos, son los más desprotegidos pues “no hay ninguna instancia como tal que esté dedicada o creada exclusivamente para velar por su seguridad”.

El error es humano, el perdón canino

Hacinamiento, golpes, abandono, tortura, mala alimentación y vivir completamente en la intemperie dentro de los hogares son los daños más frecuentes que sufren las mascotas.

De acuerdo con la Brigada de Vigilancia Animal de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, organismo gubernamental que atiende denuncias de maltrato animal, 80 por ciento de los casos de maltrato doloso de animales domésticos engloban los tres puntos antes mencionados.

Sinforosa no murió, fue rescatada, pero no gracias a la denuncia de los que presenciaron el acto atroz. Fue mera casualidad que la encontraran, que notaran su estado y evitaran su muerte.

Mónica Pineda asegura que uno de los puntos que se deben cambiar es el hecho de poder hacer las denuncias de manera anónima, pues esto permite que las personas dejen de pensar en represalias antes que en el bienestar del animal y evitar que todos los que no tuvieron la fortuna de Sinforosa, pueda acceder a un rescate gracias a esto.

La perrita criolla necesitó varias cirugías para poder caminar, hidroterapias e incluso acupunturas, las almohadillas —después de siete años— aún no se le regeneran, pero lo que sí es que su confianza para con el ser humano volvió.

A base de terapias y convivencia conoció la otra cara de la moneda, un espacio en donde el respeto por la vida —independientemente de la raza, especie, color, condición— sí existe. A pesar del dolor, incomprensión, sufrimiento y complicada recuperación, la perrita de color miel le dio otra oportunidad al ser humano, volvió a jugar y a coexistir con él sin resentimientos. El error fue del hombre, el perdón lo dio el perro.

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