Especies

“Dime cómo eres con los animales y te diré quién eres…” Parte III

La osezna de Coahuila —torturada y exhibida por personal de protección civil del estado—, Pay de Limón —el perro mutilado por narcotraficantes—, Milo —el cachorro al que le partieron la cara con un machete—, Laurel, Lechuga, Sinforosa, Gala… La lista es interminable, tan interminable como las lagunas en legislación de protección a los derechos de los animales. Cada vez se conocen más casos de maltrato animal, cada vez la falta de respeto por la vida es más notoria y el castigo para los responsables, inexistente

Parte III

Alejandra Crail

México, D.F.— “En la actualidad los animales (en México) tienen el mismo estatus que una cosa” y no, no sólo es la opinión de José Luis Carranza, abogado especialista en defensa animal, las historias de tortura en nuestro país son tantas que es imposible negarlo.

No todos los animales que han sufrido maltrato tienen la suerte de ser rescatados con vida, no son Laurel —el perrito al que le amarraron la mandíbula a la defensa de un coche y prácticamente se la arrancaron—, no son Lechuga —la perrita miniatura violada y golpeada por su dueño—, ni Consomé —al que un golpe lo dejó cuadripléjico—, todos ellos se han recuperado, ahora conocen el lado amable del ser humano, pero muchos no corren con esa suerte.

El doctor Albert Schweitzer dijo alguna vez: “Cualquiera que esté acostumbrado a menospreciar la vida de cualquier ser viviente, está en peligro de menospreciar también la vida humana”.

Los animales tienen derechos inalienables, al igual que el hombre, la diferencia es que este último tiene la capacidad de abogar por ellos y procurarlos, los seres sin voz, no.

La ausencia de leyes y penas duras para todo aquel que atente contra sus derechos no sólo representa un atentado contra la vida en sí misma, trae consigo consecuencias sociales graves y que nos atañen a todos.

“Hemos visto en los últimos años del país, todos esos sicarios que están a lo largo de la República. No son sicarios de a gratis, seguramente la mayoría tienen antecedentes de maltrato animal. Comenzaron torturando y matando animales, después ya les dio lo mismo seguirse con personas”, asegura Carranza.

De acuerdo con estudios realizados por psicólogos y criminólogos, los individuos que cometen este tipo de abusos con los animales no se detienen allí, muchos de ellos continúan con los humanos. Incluso el FBI determinó que el maltrato a los animales es una característica común en violadores y asesinos, sobre todo en la infancia.

En la opinión de José Luis, proteger la vida de los animales y su trato digno, “es también proteger a la sociedad”.

La falta de humanidad, de respeto, de empatía, solidaridad, de valores en sí, es el eje central de la decadencia social que se vive en México.

Los activistas ven el ingreso de castigos contra el maltrato animal en el Código Penal como una herramienta para contrarrestar la violencia que se desencadena desde edades tempranas, estipular con penas fuertes que si atentas contra una vida, por pequeña que ésta sea, hay un castigo grave podría ser equiparable con el daño que se le ha causado al ser viviente.

En la actualidad, incluso en un lugar como el Distrito Federal que es considerado como el estado con la ley más avanzada de protección animal, las penas son únicamente de carácter administrativo.

De acuerdo con el abogado animalista, Carranza, las sanciones que se aplican son arrestos máximos de 36 horas y multas hasta de 300 días de salario mínimo —DF—. “Por lo general se terminan aplicando las mínimas. Un salario mínimo que no llega ni a los 63 pesos, lo que es de risa porque los infractores salen a maltratar, torturar o asesinar más animales.”

Ignorancia, la rama más torcida

“Hay un principio de derecho que dice que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento pero desafortunadamente en la práctica se ve que resulta lo contrario, parece que la ignorancia exenta de responsabilidad a los maltratadores de animales”, comenta Carranza.

El juez cívico es la primera instancia a la que se acude con una denuncia de maltrato animal, “desafortunadamente”, la mayoría desconoce la Ley de Protección a los Animales. “Si ellos desconocen la ley, menos van a conocer que ellos están facultados para aplicar las sanciones que se indican.”

José Luis comenta con ironía que 99.9 por ciento de los casos que se presentan ante el juzgado cívico se tienen que presentar con la ley en mano, para mostrarle al juez que sí existe y que él es el responsable de hacerla cumplir.

Además, recalca, la ignorancia lleva a que ni 5 por ciento de las denuncias presentadas procedan, pues el juez prefiere “evitarse problemas y lograr una conciliación entre el agresor y el denunciante”. “La mayoría de los casos terminan en conciliación obligada por la propia autoridad.”

La propuesta de los activistas, presentada en la ciudad de México desde hace ya varios años y que estuvo a punto de aprobarse en febrero de este año, deja esas “penas de risa” y propone fianzas de hasta 12 mil pesos para cumplir el proceso afuera, penas mínimas de 30 días de salario mínimo y de tres meses de prisión, así como un máximo de 500 días de salario mínimo y prisión de hasta cuatro años de acuerdo a la gravedad del delito.

El país del “no pasa nada”

“El problema es la falta de interés de las personas, pérdida de valores y respeto a la vida, que es consecuencia de la falta de valor para denunciar, la ignorancia de la gente que prefiere ‘evitar problemas’ y la impunidad que origina que la delincuencia siga creciendo”, enfatiza Carranza.

“No pasa nada. No pasa nada si ahorcas a un perro, si lo torturas.(…) La gente no mide lo que es hacer eso porque creen que no pasa nada, pero sí pasa. Es un círculo de violencia que no se va a detener si sigue pasando nada.”

Carranza asegura que se ha planteado a las autoridades que hacer una Ley Nacional de Protección Animal e incluirla en el Código Penal es una forma de proteger a la sociedad, que velar por los derechos de los animales va a hacer una convivencia más sana y que el crecimiento de la delincuencia y la violencia se prevendría desde la raíz.

“La calidad de vida, que es de lo que carecemos en este momento y que nos va a beneficiar como sociedad, es el respeto de cualquier vida y que generará armonía a todos los que aquí habitamos”, resaltó.

Los derechos existen, sólo hay que reconocerlos y protegerlos. Existen varias organizaciones encargadas de velar por los derechos de los animales, rescatarlos y otorgarles una vida más digna, sin embargo, la responsabilidad no es únicamente de ellos, la responsabilidad es de todos. Y en un país tan caótico, con el tipo de titulares que leemos en los periódicos, lleno de indiferencia ante el dolor humano, la muerte trágica y cruel, lo mejor que podemos hacer es comenzar por lo más básico: el reconocimiento del derecho a la vida digna de cualquier ser viviente que habite en el orbe.

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