Biodiversidad

El reino de la impunidad

El efecto más devastador del tráfico ilegal de flora y fauna es la pérdida de biodiversidad. Plantas y animales están bajo amenaza de desaparecer para siempre ante la depredación del mercado ilegal de especies, que encuentra un campo fértil en México, un país megadiverso que cuenta con al menos un 10 por ciento de la diversidad de especies terrestres de todo el planeta.

Así, los traficantes de plantas y animales atentan contra las especies más cotizadas económicamente entre las 26 mil plantas, 282 anfibios, 707 reptiles y 439 mamíferos que posee nuestro país, muchas de ellas únicas en esta región. Y a pesar de que leyes y tratados internacionales protegen a la flora y fauna, en México esta actividad está lejos de ser erra-dicada, a causa de diversos factores como las enormes ganancias económicas que reditúa, la insuficiente capacidad de respuesta de las autoridades, la falta de cultura ecológica de los compradores de especies y lo extenso de las cadenas y redes de este comercio ilegal.

Se trata de una compleja problemática mundial que según la agencia Interpol, mueve 17 mil millones de dólares por año: 10 mil millones por fauna, y siete mil millones por flora y madera. De acuerdo con estas cifras, el comercio ilegal de flora y fauna es casi equiparable a la cantidad de dinero que mueve al tráfico ilegal de armas.
Para el director general de Inspección y Vida Silvestre de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), José Bernal Stoopen, esta actividad es la tercera fuente económica ilícita a escala mundial.

Generalmente los países pobres y en desarrollo que tienen grandes riquezas naturales son explotados y saqueados en su flora y fauna que después se contrabandea y vende en Estados Unidos, Alemania, Austria, Ho-landa, Bélgica, y Japón, principalmente.
Para el funcionario federal, generalmente las personas que realizan el saqueo físico de las especies son los primeros eslabones de una larga cadena delictiva y quienes se llevan la menor ganancia económica, ya que la mayor parte del dinero va a parar a las manos de quienes comercian con esas especies en el extranjero.

En México, las principales especies de flora traficadas son las cactáceas, algunas de ellas llegan a cotizarse hasta en cuatro mil dólares, y son enviadas a coleccionistas de diversos países. En fauna, las especies más afectadas son aves canoras como jilgueros, cenzontles, sietecolores, cotorros, loros, guacamayas, pericos. Mientras que entre los mamíferos más amenazados por el tráfico están el zaraguato, mono araña, y reptiles como las iguanas y serpientes.

Cuando en un ecosistema, algunas de las especies son mermadas por la depredación del hombre, asegura Bernal Stoopen, el hábitat ya no ofrece los recursos que requiere una población para mantenerse, por lo que la población de determinada especie tiende a desaparecer.

Otro problema es que las poblaciones quedan afectadas e independientes unas de otras, con lo que se rompen los corredores biológicos y al estar aisladas la diversidad genética tiende a disminuir y esto a largo plazo tiene un efecto negativo en la sobrevivencia de las especies.

Al tráfico y comercio ilegal de especies, se agrega la cacería ilegal, el furtivismo y el aprovechamiento no sustentable que afectan a las poblaciones de especies. Además está el problema de la introducción de especies exóticas o invasoras, es decir, son variedades que tienen mayor capacidad de competencia frente a las especies locales, lo que a la larga causa un desplazamiento de estas ultimas locales o su desaparición.

Insuficiente la acción de la justicia

Para el representante en México de la agencia internacional Traffic (organización que monitorea el tráfico y comercio de especies), Adrián Reuter, uno de los obstáculos en México es la insuficiencia de los recursos económicos para combatir esta actividad. Además, agrega, es evidente la falta de concientización de las autoridades de justicia sobre el valor de la vida silvestre y la importancia de combatir su saqueo.

Y es que mientras las redes de tráfico de especies operan a lo largo del territorio nacional, la cadena de aplicación de la ley funciona a marchas forzadas para castigar a las pocas personas que son detenidas por estos delitos.

En tanto, el comercio ilícito de flora y fauna es una práctica común en las plazas públicas como el mercado Sonora, en la ciudad de México; mercado El Baratillo, en Guadalajara; mercado San Juan de Dios, en Guadalajara; mercado San Martín Texme-lucan, en Puebla; mercado Santiago Tian-guistenco y Cuatlitlán de Romero Rubio, en el Estado de México, donde el comercio de flora y fauna tanto legal como ilegal está asentado.

Mención aparte merece el tianguis del Charco Cercado, ubicado a lo largo de unos diez kilómetros de la carretera federal 57 de San Luis Potosí. En este lugar ha florecido un mercado ilegal de especies amenazadas y exóticas que son compradas por viajeros o por personas dedicadas a la reventa de las mismas.

Según cifras de la Profepa, en el último año se han asegurado cinco mil 400 especímenes de flora y fauna en manos de traficantes, ello con base en los operativos que realiza la dependencia en mercados públicos y puntos que se tienen ubicados como lugares de este tipo de comercio.

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