Biodiversidad

Activistas luchan contra la extinción de tiburones

Se considera que una de las mayores amenazas a los tiburones proviene de amantes del arte culinario

El surfero de Kauai tuvo suerte: el tiburón de 2.4 metros de largo que arrancó un trozo de su tabla no intentó morderlo por segunda vez.

El deportista retornó a la costa, asustado pero ileso, y el trozo de tabla llegó a la playa unas horas después, la única “víctima” del primer ataque de tiburón en 2007.

Dada la reputación de los filosos dientes del tiburón, su apetito por la carne y su fama de devorador de seres humanos, es fácil entender por qué ese tipo de ataques suele recalar en las primeras planas de los periódicos.

Pero los defensores del medio ambiente intentan cambiar la imagen del tiburón y lograr apoyo para proteger la especie, cuya cifra de ejemplares se ha reducido notablemente.

Se estima que 20 por ciento de la población de tiburones del mundo está amenazada, por lo que se convoca al público para que deje su miedo y actúe en defensa del depredador.

Los tiburones “son algo más que dientes filosos”, dijo Sonja Fordham, directora de la alianza del tiburón, con sede en Bélgica.

Los expertos señalan que pese a toda la barahúnda que causan los ataques de tiburones, son relativamente escasos y las víctimas aún menos. En 2006, hubo 86 encuentros reportados entre seres humanos y tiburones. Esos encuentros causaron la muerte de siete personas, según el archivo Global Shark Attack File.

Unos 100 millones de tiburones y sus familiares cercanos son eliminados cada año, de manera deliberada o por quedar atrapados en redes de pescadores, según Shark Alliance.

Eso indica, de acuerdo con grupos de defensa del medio ambiente, que por cada ser humano muerto en un ataque, hay 10 millones de tiburones eliminados.

En 15 años, han comenzado a advertir que los tiburones, que incluyen más de 400 especies, son un grupo más diverso que el voraz monstruo de la película Tiburón, dijo Fordham.

La gama de tiburones va desde el pez más grande del mundo, el tiburón ballena, que llega a medir hasta 17 metros de largo y se alimenta de plancton y de peces pequeños, hasta el diminuto tiburón cookie-cutter de unos 50 centímetros de largo, un pez luminoso.

Muy pocas especies representan un peligro para los seres humanos. Irónicamente, el más temible de los tiburones, el gran blanco, figura entre los más protegidos. En Nueva Zelanda están cerca de entrar en vigor regulaciones de seis meses de cárcel y multas de hasta 172 mil dólares por dañar al escualo.

Sin embargo, el camino para la protección es más difícil para especies de tiburones menos conocidas, como el dog fish o pez perro, que tiene un nombre desafortunado y lo que algunos califican de “ojos saltones”,dijo Fordham.

Hace varios años, Ocean Conservancy enfrentó uno de esos desafíos cuando lanzó una campaña para proteger el llamado smalltooth sawfish, un familiar del tiburón de un aspecto muy extraño, con una larga trompa rodeada por dientes sobresalientes.

“Cuando esos peces enfilan contra salmones, ballenas y otros mamíferos marinos en vías de extinción no son los seres más adorables del mundo”, admitió Fordham.

La campaña, que incluyó una calcomanía del caricaturista Jim Toomey mostrando a un amable tiburón diciendo, “Por favor, protejan a mi amigo, el sawfish” trajo una respuesta sin precedentes, y derivó en la protección del pez en 2003.

Se considera que una de las mayores amenazas a los tiburones proviene de amantes del arte culinario. En China se hace una sopa con las aletas de los tiburones.

Fuente: Milenio

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