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Los arrecifes un sistema en peligro

La mayoría de los biólogos ha visto el futuro y su mensaje no podía ser más claro: los arrecifes de coral vivo son la base de la vida marina, y por tanto, son un soporte crucial para la vida humana. Alrededor del planeta, estos arrecifes están muertos o se están muriendo porque el ser humano los está destruyendo a una velocidad impresionante.

Actualmente, ya se ha perdido 10 por ciento y los científicos aseguran que 70 por ciento de todos los corales del planeta será destruido en los próximos 20 o 40 años, a menos que la mayoría de población mundial deje de contaminar, arrojar residuos al mar, erosionar las costas, pescar con cianuro y practicar un turismo irresponsable. La advertencia es clara: se debe tomar en serio lo de salvar los corales ahora.
Para muchos biólogos aún hay esperanza, pues los corales son muy resistentes y se recuperan rápidamente, una vez que son protegidos.

La clave está en la protección y la gente común lo puede hacer posible. También hay que destacar los esfuerzos de los gobiernos de la mayor parte de los países. Muchos, es cierto, han llegado tarde, débiles, sin dinero y sin convicción, pero aún hay tiempo.

Por ejemplo, los estados petroleros del golfo Pérsico carecen de leyes anticontaminación y muchos siguen ignorando este hecho. Los pescadores furtivos del océano Índico son más listos que las patrulleras de la Royal Navy británica. Ecuador no ha hecho nada durante décadas, mientras el turismo se expande en las delicadas islas Galápagos.

Por un cambio de actitud

Es evidente que la situación no mejora en muchos lugares y los arrecifes de coral continúan destruyéndose. Hay algunos lugares donde las personas están modificando la forma de tratar a los arrecifes, y uno puede encontrar pescadores, estudiantes, buceadores, biólogos y ciudadanos preocupados por el problema que se han transformado en activistas y voluntarios.

Por ejemplo, los operadores de buceo de Key West, en Florida, Estados Unidos, lanzaron el programa denominado «Reef Relief», con el propósito de mantener las anclas de los barcos lejos del arrecife en peligro de desaparición. Otro ejemplo es la de un solitario consultor ambiental de las islas del Pacífico, quien inició una cruzada para retornar a la tridacna gigante de los arrecifes esquilmados de Tonga.

Asimismo, un grupo de científicos marinos, alarmados por sus hallazgos y frustrados por la inactividad de los gobiernos, propusieron en 1997 el Año Internacional de los Arrecifes, con un programa global de educación e investigación, tendente a difundir los esfuerzos conservacionistas y revertir el proceso de destrucción de los arrecifes.

Su llamado tuvo efecto, porque los conservacionistas y los gobiernos de todo el mundo suscribieron la Iniciativa Internacional para los Arrecifes de Coral en 1997, y las Naciones Unidas siguieron la tendencia y declararon 1998 como el Año Internacional de los Océanos.

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