Agua

La lucha por el agua

El agua ha sido desde siempre fuente de disputa debido a que el acceso a este líquido fortalece o vulnera a las civilizaciones asentadas a su alrededor. La historia nos ha proporcionado varios ejemplos de disputas que han sucedido a diferentes escalas en todo el mundo.

Varias disputas han tenido como telón de fondo el control del agua, como fue el caso de Brasil y Paraguay por la supremacía sobre el río Paraná en 1962, conflicto que llevó a la ocupación militar del área por Brasil hasta 1967. Otro ejemplo fue el ocurrido en Somalia en 2004, donde entraron en conflicto facciones de un mismo clan por el control al acceso a pozos de agua y tierras pastorales donde al menos 50 personas perdieron la vida. La disposición de este bien común también ha sido utilizada como un instrumento para presionar y someter a otros pueblos.

En 2000 Uzbekistán cortó el suministro de agua que corre hacia Kazajstán como reclamo por no haber realizado el pago de deuda contraída, o las protestas que tuvieron lugar en Sudáfrica en 1990, donde más de 50 mil personas fueron despojadas del suministro de agua que fue suspendido por el consejo pro apartheid.

Otro motivo de conflicto también se debe a las políticas de desarrollo que se imponen desde centros de poder que no toman en cuenta manejos locales. En 1982, 177 civiles fueron muertos en Guatemala por oponerse a la construcción de la presa hidroeléctrica Chixov. La zona del río Jordán también ha sido causa de disputas por Israel que ha construido monumentales complejos hídricos para alimentar su sistema de agricultura intensiva con la consecuente marginación del pueblo palestino. Más atrás en el tiempo, se encuentra el caso de los diversos sabotajes que sufrieron los acueductos del valle de Los Ángeles, California (Estados Unidos) en un esfuerzo de los residentes por evitar que se desviara el agua del valle de Owens en el norte hacia la insaciable ciudad californiana.

Si bien los recursos hídricos son bienes preciados y han derivado un sinnúmero de enfrentamientos a lo largo de la historia, hoy en día la humanidad entera se encuentra ante una nueva lucha: la escasez derivada de la alteración del ciclo del agua y la privatización de este vital líquido a manos de un puñado de corporaciones.
Sobreexplotación y apropiación del agua

Es una visión miope y parcial achacar la escasez mundial del agua al crecimiento poblacional, si bien es un factor, no es decisivo para la crisis mundial que se está viviendo. Es la forma de vida impuesta por Occidente lo que está consumiendo el agua a tragantadas. Todo lo que el hombre moderno le ha hecho a la Tierra ha afectado el ciclo natural del agua.

Desde la agricultura comercial, que es una de las mayores causas de la escasez actual debido a que consume demasiada, sin contar con la contaminación que crea en los mantos subterráneos por el uso intensivo de agroquímicos, y qué decir de la salinización de grandes hectáreas y la pérdida de suelo vegetal por el riego constante.

La minería también ha jugado su parte ya que destruye laderas y montañas enteras, sepultando ríos y manantiales, arrasando bosques que ayudan a retener y almacenar el agua, lo cual evita la erosión. Desde 1957 en Brasil, en la región habitada por los yanomami se han despejado grandes extensiones de selva y contaminado sus ríos con restos de mercurio utilizado en la extracción de oro.

La construcción de embalses como símbolo del desarrollo subestimó costos sociales y ecológicos que ya se han vuelto evidentes: desplazamientos, destrucción de hábitats y culturas, alteración del ciclo del agua y con frecuencia son criadero de enfermedades por ser lagos de aguas estancadas; pero quizás el mayor problema acerca de las presas es la centralización sobre el manejo del agua, donde comunidades enteras se ven marginadas de sus derechos ante estados cada vez más manipulados por instituciones crediticias mundiales.

Otro aspecto destructor ha sido la industrialización que es en sí una máquina insaciable de recursos y en especial de agua para satisfacer formas de vida basadas en el lujo y el desperdicio. No es de extrañar entonces que un habitante de un país pobre utiliza entre 20 y 40 metros cúbicos de agua al año frente a un habitante estadounidense, quien consume alrededor de 2,300 metros cúbicos de agua en el mismo periodo. Sólo así se entiende que el estado que más agua del mundo consume se encuentre en Estados Unidos: California.

Por eso corporaciones y países como la Unión Americana están tratando de obtener el preciado líquido sin considerar las distancias desde donde deban obtenerlo para poder seguir alimentando a una industria insostenible. Los ingenieros del Silicon e Imperial Valley tenían planeado una red de presas, embalses, túneles y hasta un canal gigantesco que trasladaría el agua desalinizada desde la Columbia Británica y la bahía de Hudson hasta California, pero en 1991 Canadá prohibió exportar agua masivamente por lo que ahora enfrenta una demanda.

La nueva guerra del agua es por apoderarse de algo que sólo puede usarse, no poseerse, y ésta es la lucha que están enfrentando millones de personas en todo el mundo contra multimillonarias corporaciones, organismos internacionales y estados que sólo ven un bien escaso y oportunidades de lucro. Pero la privatización no significa que habrá mejoras en la gestión, antes al contrario, son manejos antidemocráticos enfocados a las utilidades en el corto plazo pero sin que se resuelva la crisis del agua de fondo.

Una vez que se privatizan los servicios del agua, los precios suben hasta en 400 por ciento, como sucedió en Filipinas o en Argentina donde los precios se duplicaron pero la calidad disminuyó. En la ciudad de Atlanta el gobierno otorgó un contrato por 20 años a una corporación francesa pero las quejas sólo aumentaron y el colmo fue cuando el gobierno tuvo que prevenir a los habitantes para que hirvieran el agua debido a la gran cantidad de contaminantes, finalmente el servicio volvió a un manejo público.

Tampoco el boom del agua embotellada que ha invadido al mundo ha sido sinónimo de calidad ya que en un estudio que se realizó en 1999 en la India se descubrió que ninguna de las 13 marcas revisadas estaban libres de bacterias, incluso unas contenían arsénico.

La lucha por el cuidado y manejo público y democrático del agua se está expandiendo en todo el mundo y Latinoamérica no ha sido la excepción, Bolivia y Argentina son dos ejemplos claros. Los logros por cuidar el agua y hacerla un derecho de todos es una realidad, como en Sudáfrica donde después del periodo del apartheid se elevó a rango constitucional el derecho y acceso al agua, o en regiones de la India donde mediante manejo indígena se garantiza la distribución equitativa, evita el colapso ecológico y previene conflictos internos.

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