Agua

EU dispone del doble de agua que México

En los últimos 100 años, la población mundial ha incrementado en 6 veces el consumo de agua, mientras que el volumen disponible del vital líquido es prácticamente el mismo. Se considera que la disponibilidad es baja cuando es menor a 1,000 metros cúbicos por habitante al año y se trata de un valor que limita de manera drástica las posibilidades de desarrollo de una nación.

En la actualidad, más del 50 por ciento de los países del mundo tienen disponibilidades anuales menores a 5,000 metros cúbicos y más del 15 por ciento está colocado por abajo de la barrera que define la escasez. Según expertos en la materia, con las tendencias actuales, en el año 2025 cerca de 2 terceras partes de la población mundial vivirá en regiones con baja disponibilidad del recurso hidráulico.

En el caso de México, la disponibilidad promedio es de 4,900 metros cúbicos por habitante al año, cifra muy inferior a la de países como Estados Unidos y Canadá, que cuentan anualmente con 10,000 y 99,000 metros por persona, respectivamente.

Aún más, México representa grandes contrastes, debido a que mientras en el sureste se dispone de 27,000 metros cúbicos por habitante al año, en las regiones centro y norte se tienen niveles inferiores a 2,500 metros cúbicos. Hace 50 años, la disponibilidad promedio nacional era de 11,500 metros cúbicos anuales por habitante, lo que significa que en dicho lapso se ha reducido la disponibilidad del agua en un 60 por ciento.

Deficiente utilización del agua

La problemática se agrava por la baja eficiencia en la utilización del agua y, por ejemplo, la agricultura, principal usuario de este recurso, desperdicia 55 por ciento del total del recurso que se emplea para este fin. En el medio urbano se desperdicia el líquido en un 43 por ciento.

Por otra parte, habrá que mencionar también el hecho de que la ubicación geográfica del país, sus climas, su topografía, su vulnerabilidad ante fenómenos hidrometeorológicos y el mal uso del agua, configuran un panorama que hoy se caracteriza por presentar un problema de disponibilidad y calidad del recurso.

La disponibilidad natural del agua en el país presenta marcados contrastes ocasionados por la intensidad variable con la que acontecen las lluvias, a lo largo de sus casi 2 millones de kilómetros cuadrados y por la frecuencia durante el año.

El 56 por ciento de la superficie del territorio nacional comprende zonas muy áridas, áridas y semiáridas que dominan en el norte y áreas del centro. En estas zonas prácticamente no se presentan escurrimientos superficiales. Otro 37 por ciento del territorio nacional es subhúmedo y son las sierras y las planicies costeras del Pacífico, el Golfo de México y el noreste de la península de Yucatán. Por último, sólo el 7 por ciento del territorio mexicano es de zonas húmedas.

De los 772 mm de lluvia que es la precipitación promedio que ocurre anualmente en el país, el 67 por ciento sucede de junio a septiembre, fenómeno que dificulta su aprovechamiento por su carácter torrencial en la mayoría de los casos. De igual manera, en las zonas subhúmedas y, por la variabilidad temporal y espacial de los escurrimientos, es imposible aprovechar totalmente dichos escurrimientos en algunas zonas debido a que en ocasiones es muy alto y el drenaje natural es insuficiente. El resultado generalmente consiste en inundaciones.

Aguas superficiales

El escurrimiento natural promedio en México es de 397 kilómetros cúbicos y la infraestructura hidraúlica actual proporciona una capacidad de almacenamiento del orden de 150 kilómetros cúbicos. La recarga de los acuíferos se estima, según la Comisión Nacional del Agua (CNA), del orden de 75 kilómetros cúbicos por año, de los cuales sólo se aprovechan 28 kilómetros cúbicos por año.

Casi el 66 por ciento del agua subterránea extraída se destina al riego, siendo de gran importancia para la producción agrícola. Por otra parte, el 70 por ciento del volumen del agua que se suministra a las ciudades proviene del subsuelo y se abastece a una 75 millones de personas (55 millones en los centros urbanos y 20 millones en el medio rural).

En las regiones áridas el balance del agua es negativo y se está minando el almacenamiento subterráneo, mientras que en las zonas más lluviosas del país fluyen importantes cantidades del líquido sin aprovechamiento. Las presiones sobre los mantos acuíferos se incrementan debido a que, además de la extracción excesiva, los volúmenes de filtración se reducen debido a la pérdida de zonas de recargas ocasionadas por la deforestación y los cambios en el uso del suelo.

El problema de la sobreexplotación de los acuíferos del país es cada vez más grave: en 1975 eran 32 los acuíferos sobreexplotados, el número se elevó a 36 en 1981, a 80 acuíferos en 1985 y a 96 en el año 2000. La sobreexplotación de los acuíferos se ha traducido en un agotamiento de los manantiales, en la desaparición de lagos y humedales, en la reducción de los caudales base de los ríos, en la eliminación de la vegetación nativa y en la pérdida de ecosistemas.

Asimismo, se ha deteriorado la calidad del agua de numerosos acuíferos, principalmente por intrusión salina y migración de agua fósil de mala calidad, así como por la contaminación generada en las ciudades y en las zonas agrícolas. Los mayores problemas de intrusión salina se presentan en 17 acuíferos costeros de Baja California Sur y Norte, en Sonora, Veracruz y Colima.

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