Agua

“Agua esperé y las políticas tarde sembré” Parte II

Sobrepoblación, sobreexplotación, hundimiento y fugas, problemáticas que el Distrito Federal vive en su día a día, y que —parece— no dejará de vivir. La demanda aumenta, la necesidad aumenta y el recurso disminuye; sigue la segunda parte de este reportaje, en donde las opiniones de los expertos y las cifras retratadas, sólo recalcan nuestra realidad.

Parte II

Alejandra Crail y Lizlenne Tiburcio

Agua que no debes tener, déjala abastecer

Ciudad de México.— El agua no alcanza para todos. Millones de habitantes llenos de necesidades, miles de personas que vienen de otros estados a trabajar, jardines que deben ser regados unas cuantas veces a la semana, mascotas que también tienen sed, que necesitan bañarse; coches, casas, ropa, que deben ser lavados. La ciudad de México está obligada a cubrir esos menesteres, la pregunta es de dónde.

La sobrepoblación de la capital mexicana es tangible y se incrementa con el paso del tiempo, por ende, la demanda del recurso hídrico aumenta considerablemente. Esta elevación del requerimiento de agua en la ciudad trae consigo la sobreexplotación de los mantos acuíferos de los que se abastece, situación que se convertiría en una de las principales razones del desabasto a gran escala que podría presentarse en un futuro cercano.

Tan sólo del Estado de México, más de tres millones de personas viajan diariamente al Distrito Federal para trabajar, según el Censo de Población y Vivienda 2010. En un estudio de 2005, el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (INEGI) aseguró que 24 individuos del territorio mexiquense se mudaron a la capital.

“El problema del abasto de agua en la ciudad de México ha sido por el tema de que aumenta la demanda y hay que abrir cada vez más la oferta”, recalcó María Luisa Torregrosa, miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Entre más amplio es el número de pobladores, más grande serán las necesidades.

Pero la sobreexplotación de nuestros mantos acuíferos no es el único problema derivado de la sobrepoblación en el Distrito Federal. Estos mantos exprimidos constantemente para uso diario de los defeños y visitantes temporales, aceleran el hundimiento natural de la ciudad.

José Luis Hernández Dehesa, director general de prevención de la Secretaría de Protección Civil del Distrito Federal, indicó que en promedio la ciudad se hunde de siete a diez centímetros por año; sin embargo, dijo que el hundimiento varía dependiendo de la zona, por ejemplo en los suelos jóvenes como los de Tláhuac, es de diez a 30 centímetros.

Alfredo de la Barrera González, docente de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) Unidad Culhuacán, aseguró que la sobreexplotación de los mantos acuíferos provoca un declive en el terreno de la ciudad de México. “El hundimiento es efectivo. Se han hundido casas enteras y se hacen grietas por la sobreexplotación de los mantos acuíferos.”

La recuperación de los mantos acuíferos debe ser una prioridad para el gobierno capitalino. Edgar Segura Azpetia, director de gestión eficiente del agua en la empresa mexicana IIASA, dice que para lograrla se tiene que favorecer la captación y almacenamiento de agua de lluvia, implementar políticas de reutilización de agua e implementar acciones que se enfoquen a reducir las grandes pérdidas del líquido en las redes de distribución.

Hay que recalcar el último punto que el ingeniero aporta, ya que el hundimiento no sólo trae problemas para las edificaciones sino que, además, genera daños en la infraestructura de la red hidráulica de la ciudad. Estas afectaciones culminan en fugas que permiten el desperdicio de grandes cantidades de agua.

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