Agua

El trasvase del Cutzamala, el agua tiene un lugar ecológico

En estos meses, el Foro Ecologista de la Cuenca de México cumple diez años de denunciar formal e informalmente el proyecto de la Cuarta Etapa del Sistema Cuztamala; Sistema Temascaltepec y el funcionamiento del trasvase del Cutzamala a la Cuenca de México. Hemos sostenido un gran intercambio documental sobre este tema, con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Comisión Nacional del Agua.

Nuestra larga oposición al trasvase del Cutzamala, la mayor obra de este tipo en México, se fundamenta en la violación a un principio muy importante de la ecología del agua, con este superbombeo: “el agua tiene un lugar ecológico”; cualquier lugar de la Tierra tiene una matriz aire-agua-suelo lograda en miles o millones de años; tiene una cantidad de agua determinada por muy antiguos equilibrios naturales, los que a su vez determinan complejos equilibrios de las plantas y los animales del lugar; la alteración radical de esta matriz, por medio de grandes bombeos, conduce a excesivos desequilibrios ecológicos y detona desastres sociales y ambientales.

Si extraemos una gran cantidad de agua de un sitio naturalmente dotado con una gran abundancia de agua, inevitablemente provocamos efectos devastadores, tanto en el lugar del que extraemos el agua como al que la enviamos: la flora, la fauna, el clima y los pueblos del lugar o la región expoliada resienten agudamente la falta de agua, se empobrecen de manera significativa, y muere una parte importante de ellos.

Por su parte, la región que recibe el agua de otra cuenca sufre una formidable afectación demográfica, económica, ambiental y cultural: la población y las actividades económicas se concentran en esa región y se degradan en demasía: se desperdicia el agua en exceso y no se toman las medidas políticas, sociales y ambientales que se requieren, para conservar las fuentes de agua: muere la cultura del agua en esa región.

La abusiva explotación del Sistema Cutzamala genera una creciente resistencia entre los pueblos afectados por esta obra calamitosa; aumenta la indig-nación en la región por este superbombeo; los go-biernos del Estado de México aprovechan esta situación cada día más, para venganzas políticas.

El gobierno de Arturo Montiel presentó hace unos meses una demanda por multimillonarios perjuicios, en contra del gobierno del Distrito Federal; presentó, también, una controversia constitucional en torno a este asunto, la que deberá resolver pronto la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Por otra parte, el gobierno de la ciudad de México se niega a reconocer el enorme daño ecológico que ocasiona el trasvase del Cutzamala y las urgentes medidas que se deben aplicar en esta entidad, para reducir radicalmente el consumo de agua. La Semarnat también se niega a considerar la calamidad ecológica que representa el trasvase del Cutzamala.

A causa del trasvase del Cutzamala, el Distrito Federal tiene un consumo per cápita que virtualmente duplica el que registran algunos países poderosos, y por lo mismo, tiene una concentración excesiva de población, industria y servicios; el desperdicio de agua en esta entidad, por fugas, malas instalaciones sanitarias y malos hábitos es proverbial.

La inclinación histórica de los gobiernos de este territorio a importar cada vez más agua de otras cuencas, no ha sido modificada hasta la fecha, a pesar del aumento en la resistencia a los trasvases en las cuencas vecinas. Los principios ecológicos del agua no han sido entendidos y aceptados por los gobiernos del DF y federal. El trasvase del Cutzamala cons-tituye una de las fallas históricas de la gestión del agua del Distrito Federal.

La Conferencia Internacional sobre el Agua y el Medio Ambiente de 1992, en la Declaración de Dublín dice: ”la entidad más apropiada (para conseguir una efectiva gestión del agua) es la cuenca, incluyendo el agua superficial y subterránea”. Sin lugar a dudas ninguna población del mundo desea entregar el agua de sus tierras a otra cuenca, a ningún precio.

El agua no tiene precio, a pesar de lo que digan las entidades económicas mundiales, y los deplo-rables gobiernos nacionales que les hacen caso, que ahora pretenden imponer los muy artificiales “mercados del agua”. Estos “mercados” se imponen con las superbombas y los superacueductos; se crean con la violencia de las grandes inversiones y endeudamientos, las tecnologías modernas, y la corrupción y los chantajes políticos.

La importación de agua es, finalmente, un latrocinio perpetrado por estados autoritarios, demasiado dependientes de los grandes inversio-nistas mundiales: los trasvases son pillajes descarados, avalados por “expertos” y ambientalistas al servicio de estos grandes inversionistas y del Estado. Los trasvases únicamente pueden generar miseria y destrucción ecológica.

Los pobladores de cada cuenca o microcuenca deben defender la matriz natural agua-aire-suelo de su territorio, para conservar el equilibrio ecológico logrado en millones de años: “el agua tiene un lugar ecológico”; deben vivir con el agua que tienen en su propia cuenca, sin sobreexplotar sus fuentes; en ningún caso deben importar agua de otras cuencas o microcuencas y, desde luego, no deben permitir que el agua en su territorio sea bombeada a otras cuencas o microcuencas.

El agua es ante todo de la localidad, de la microcuenca o de la cuenca y de la posteridad, y sólo en una pequeña parte el agua puede ser considerada de la nación o de la humanidad, ya que esta consi-deración llevada al exceso, como sucede hoy en día, puede fácilmente significar un gran peligro para la sustentabilidad de las fuentes de agua.

La nueva Ley de Aguas Nacionales es una abe-rración, a causa de su gran falta de respeto a los principios ecológicos: no reconoce “el lugar ecológico del agua” y el derecho de las comunidades a defen-der el agua de sus lugares y su ecorregión; alienta los trasvases y los superbombeos; fomenta las “guerras del agua”, propicia los “mercados de agua” y la destrucción de la cultura del agua. Esta ley debe ser modificada a la brevedad posible, si deseamos contar con agua limpia en el futuro.

Los trasvases deben desaparecer en México y en todo el mundo, pero también deben suspenderse los grandes bombeos entre microcuencas. Es urgente reducir la extracción de agua en Xochimilco, para salvar su futuro. El trasvase del Cutzamala debe desaparecer tan pronto como sea posible.

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